La joven compositora y cantante Dani Negro está lanzando los primeros temas de su álbum debut Nido, un trabajo donde asume el folclore como género porque, asegura, las músicas folclóricas son cohesionadoras, son colectivas.
Encuentro que el folclore es el canto de un territorio, de personas reales. Es un canto que tiene memoria, tiene historia, postula Negro durante una entrevista con Télam.
Pese a que su origen y su residencia se ubican en el contexto urbano de la Ciudad de Buenos Aires, la artista arriesga que acostarse en esa sonoridad pienso que puede remitir a una manera de sentirme contenida y conectada por una identidad mucho más grande y amplia. Pero sobre todo encuentro que es un canal donde se me pone en juego la emocionalidad y eso me marca el camino.
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Las cinco piezas que componen esta primera parte de Nido son, además del tema que da nombre al material, Patio Chapero, La bandeñita/La caraqueña/La sanlorencina, Zamba de noche lenta y Corazón.
El disco cuenta con la producción musical de Federico Gamba, quien también la acompaña en guitarra, y también participan Ivan Roy Valenzuela en contrabajo, Facundo Soto en bombo legüero, Federico Scholand en violín, Mauro Ciavattini en quena y Facundo Barrios en sikus.
A la espera de la segunda entrega del álbum (a lanzarse en 2024 bajo producción de Emiliano Petrocelli y la participación de artistas invitados y nuevos instrumentistas) que tendrá colores del litoral y de cuyo, Negro también continúa con su labor como parte de Indaié dúo que comparte con la cantante, autora y guitarrista Inés Crespo y que el año pasado lanzó su primer EP Lumbre.
Télam: ¿Cómo se relaciona este primer paso solista con tu actividad en Indaié dúo?
Dani Negro: Con Indaié, además de cantar, toco un set de percusión y siempre me da mucho placer tocar y cantar a la vez. Corazón es el último tema de Nido y suele ser parte del repertorio que hacemos con el dúo. Capaz la relación que se puede llegar a dar es que en ambos proyectos está presente la idea de componer en clave folclórica latinoamericana.
T: ¿De dónde nace tu interés en estos géneros nativos?
DN: Siento que hay algo de mi propia ancestralidad que me conecta, por mi familia y situaciones que si bien no viví, están en mí en algún punto. Mis abuelos, antes de que nazca, tenían peñas. Mi bisabuela era amiga de Suma Paz, de Margarita Palacios, hacía tortas fritas con Martha de los Ríos. Oscar Valles cantó en el casamiento de mis viejos, por ejemplo. Mi abuela era amiga de Alma García y recuerdo ir a visitarla cuando era chica. Todos nombres que estuvieron dando vueltas en mi casa y cobraron otro sentido cuando me puse a escuchar, investigar y estudiar estas músicas.
T: ¿Qué desafíos impone partir de ese sonido de raíz para referir a situaciones urbanas?
DN: No sé si lo pienso en términos de desafío. Me sucede. En general escribo teniendo como base mi propia experiencia. Entonces se me arma más desde lo autorreferencial. En ese sentido, no solo mi vida cotidiana está enmarcada en un ambiente urbano, sino también nací y me crié en la ciudad. Quizá el desafío sea sentir que estas canciones puedan ser tomadas como un aporte para enriquecer y expandir al cancionero popular de raíz folclórica. Hace unos días me enteré que mi bailecito va a sonar en Jujuy interpretado por una música increíble de allá y eso es muy, muy gratificante. Es hermoso y me parece que va más por ahí el desafío, en todo caso.
Con información de Télam