(Por Agustín Argento) El barrio de Chacarita, en la Ciudad de Buenos Aires, está repleto de galpones, pero en uno de ellos, en Roseti 93, se erige Artlab, un espacio de vanguardia para las artes digitales, que desde abril abrió sus puertas al público en general con shows, galerías y performaces que se sumaron a las residencias internacionales que lleva a cabo desde hace seis años.
"Hace unos 6 años, más o menos, me interesó mucho el tema de empezar a abrir el laboratorio artístico, por decirlo de alguna forma. Un poco impulsándolo desde lo educativo y desde el compartir el conocimiento de un montón de artistas que trabajan en red con nosotros y que tal vez vienen de una formación no convencional, vamos a decirle", dijo a Télam el director artístico de Artlab, Gonzalo Solimano.
A la entrada del reducto, el público es recibido por una gran obra, en una sala que puede funcionar como hall de entrada. Tras unas cortinas, ya se está en presencia de la galería de arte (digital). Unos proyectores 8k exponen sobre una pared de 20 metros las obras curadas. Para la parte musical, un salón para 250 personas y un escenario con una imponente pantalla led fue erigida al final del galpón. Sobre la misma, se encuentra el estudio para la intimidad de las residencias artísticas.
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Solimano comenzó este proyecto por la parte pedagógica: dando talleres en el quinto piso del CCK; durante dos años, Artlab dio 240, además de shows en la cúpula y en la Sala Sinfónica. Además, en 2017 trajo a Argentina el festival Mutek, que en ese momento reunió a 15 mil personas.
"Siempre tuvimos el deseo de tener nuestro propio espacio controlado para poder desarrollar residencias, talleres y shows que sea el corazón nuestro con nuestros tiempos", explicó Solimano. "Creo que el mundo del arte en sí -agregó- te pone todo el tiempo en la curiosidad de ver las cosas o de ir buscando y desarrollar las cosas. Eso es lo interesante y por lo cual el arte es tan transformador, me parece. Para los que lo desarrollan y para los que lo consumen".
El pasado fin de semana fue muy ajetreado, dado que el día jueves tuvo lugar el lanzamiento de Fashion Diller de Taichu y Tiago PZK, mientras que el sábado Artlab recibió a la célebre Batalla de Gallos". Además, el reconocido DJ UJI brindó tres shows con entradas agotadas.
En junio Artlab lanzará su propio ciclo audiovisual. En octubre participará del Festival Ciudad Emergente con una locación especial destinada a la música electrónica y la audiovisión. Además, se encuentra en la producción de lo que será MUTEK.AR 2022 para la segunda parte del año. En medio de ello, continuarán las residencias a puertas cerradas para artistas
Télam: ¿El camino, al no haber una base previa, fue un poco de prueba y error?
Gonzalo Solimano: Hay un montón de cosas que tenían un norte. Al no tener tampoco un espaldar económico gigante como para armar un proyecto o un apoyo gigante se pone mucho más complejo y aparecen estos prueba y error inevitables, pero creo que todas las actividades que se fueron haciendo siempre salieron bien y estuvieron hechas muy a conciencia. En cada área supimos armar un equipo de gente para poder correr. En Europa hay una residencia tremenda de este tipo, pero acá es algo diferente. Entonces, poder darle soporte a artistas está buenísimo.
T: Al ser algo nuevo, ¿fue complicado recibir apoyo?
GS: Te soy sincero, el apoyo más grande que tuvo Artlab y que tiene, tiene que ver con la comunidad de artistas y los que están alrededor. Hay instituciones del exterior que apoyan muchísimo lo que se hace acá. Hoy siento que es muy atractivo pero todavía es bastante nuevo.
T: ¿En el ambiente hay una sensación de "no quiero perderme esta ola"?
GS: Sin lugar a dudas hay mucho interés, hay una gran novedad sobre todo esto, y creo que es claro que a nivel movimiento hoy por hoy todo lo que tiene que ver con arte y tecnología pasó de ser una categoría medio freak vanguardista a ser algo que todas las compañías internacionales quieren incorporar.
T: ¿En qué momento surgió la idea de abrir el espacio al público?
GS: Queremos tener el híbrido de tener el espacio para las residencias y por otro lado el poder tener el espacio para determinadas acciones con compañías que quieran usar el espacio y todo lo que tiene que ver con la tecnología que brinda el espacio tanto para streaming o para eventos híbridos, que puedan tener público y gente en el exterior o con gente del exterior apareciendo acá en vivo. Eso es un balance, porque una plataforma cultural es difícil de sostener cuando hay tanta inversión en tecnología.
T: Es como meterse en la discusión de si la obra culmina cuando el artista la termina o en el concierto.
GS: Yo lo tuve muy comprobado en pandemia en el hecho de producir algo, tocar, que toque un artista y ves cómo se mueven, qué hacen, y cuando hay algo de público cambia la actitud en vivo y se retroalimenta cuando el artista siente que el público está conectando con lo que está pasando. Se juegan otras cosas.
Con información de Télam