Astor, nosotros es el nombre de la obra del coreógrafo Leonardo Cuello, que combina danza moderna y tango, y se estrenará el próximo jueves a las 20 en el Centro Cultural de la Cooperación, para homenajear al músico argentino en el centenario de su nacimiento, celebrado en 2021.
Es un espectáculo que habla del artista, su encuentro y creación conectada profundamente con el mundo tanguero y también con Buenos Aires, con la urbe", describió a Télam Cuello. "La obra es de trazo libre, que es como yo vengo trabajando el tango. No creo, ni he querido nunca atenerme a las ´normas´ o a los cánones habituales del género tango show, amplió.
Acerca de este viaje que propone la obra por el universo del gran bandoneonista argentino, el reconocido director dijo que lo que más le interesa es fusionar con libertad y poder conjugar elementos de danza, teatralidad y dramaturgia", como lo hace en cada uno de sus espectáculos.
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"Pensar en crear algo para Astor liberó aún más ese trazo en mí, ¿Qué otro artista que no fuese Piazzolla hubiese podido generar esa libertad? Astor la impulsa en todos los artistas de cualquier lenguaje, porque estimula siempre la búsqueda libre", expresó Cuello.
Con diez bailarines en escena y estructuras escenográficas -móviles y de diseño urbano- Astor, nosotros recorre el espíritu piazzolleano, en una ciudad en permanente ebullición, desde una puesta poética y que lleva música de Piazzolla (1921-1992).
La obra se podrá ver en ocho únicas funciones los jueves de junio y julio a las 20 en la sala Solidaridad del porteño Centro Cultural de la Cooperación (Corrientes 1543).
La Compañía de Leonardo Cuello desde el 2005 realiza un trabajo creativo sobre la búsqueda de nuevas maneras de proponer el tango escenario.
Télam;: ¿De alguna manera sentís que el espectáculo refleja la música del bandoneonista?
Leonardo Cuello: ¡Piazzolla es un artista tan prolífico! En Astor se ven todos estos estímulos, ideas, que motorizaban una creación en permanente mutación, arreglos orquestales, introducción de nuevos instrumentos, otros formatos que hacían que su producción cambie constantemente. Eso se refleja a través de dispositivos escenográficos móviles, estructuras que en el escenario me permiten crear distintos paisajes poético-urbanos para desde allí, en dichos espacios, crear la danza. Creo que Astor es la urbe, el cemento, el hormigón y la dureza de una ciudad y quise tener la posibilidad de que las coreografías emergiesen de esas imágenes que yo tenía en mi cabeza. El espectáculo conjuga lo moderno con lo tradicional, al menos esa fue mi intención. Quise mostrar al Astor romántico, más tradicional. Al Piazzolla bandoneonista de orquesta clásica, el de los arreglos para Troilo, el que tocó con él. El inicio de la obra tiene cierto romanticismo propuesto desde el vestuario, la luz y lo coreográfico. Luego, lentamente ese romanticismo estético empieza a mutar, a metamorfosearse, a modernizarse, a buscar nuevas formas, nuevas líneas en dos tiempos diversos. Hay entonces un inicio más romántico, un momento intermedio que es el inicio de la metamorfosis y un final más liberado, contemporáneo. No quise seguir una línea histórica de sus composiciones, ni fui estricto en proponer la banda de sonido de manera cronológica. En ese sentido me permití colocar las diversas composiciones de Astor en los posicionamientos que más sentía que eran útiles para el espectáculo. Astor es libertad y permite que uno juegue de manera ecléctica y/o liberada con los elementos de la composición. El espectáculo lo refleja, al menos fue mi intención como autor y espero que el público también lo reciba así.
T: ¿Qué rol ocupan las musas y los duendes en el espectáculo?
LC: Me gusta pensar que los bailarines que dan forma a esta obra de danza, en realidad son los inspiradores de la música y del arte de Piazzolla y así entretejo las historias. Las musas y duendes ocupan las celdas, los huecos, y recovecos de las composiciones del maestro y son obras tremendas, llenas de historias y de dramaturgia. Mis musas y mis duendes son el amor, la muerte, un ángel, la primavera, la sombra, la luna, el café, el mar y un ave.
Con información de Télam