Juan Álvarez Prado es el autor y director de Asesinato de un Ángel, obra musical que los jueves sube a escena en la sala porteña La Mueca y cuya creación atribuye a un impulso de expresión que surgió durante el encierro que vivimos al año pasado.
La pausa propuso una nueva valoración de muchas cosas que perdimos y también una posibilidad de autocrítica. En ese análisis aparecieron dolores y cicatrices que por primera vez estaba dispuesto a sanar. Expresarlos siempre es mi primer paso. Así nacieron Boris, Camila y su crimen, repasa Álvarez Prado a Télam.
Boris (Michel Hersch) y Camila (Lujan Blaksley) son los personajes protagonistas de la pieza con música original del autor patagónico Hernán López Sosa y la dirección musical a cargo de Hernán Matorra que propone una reflexión sobre el valor de nuestras cosas más preciadas y la facilidad que tenemos para destruirlas.
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El reparto de la pieza que se ofrece a las 20.30 en la sala sita en Cabrera 4255 (con localidades en Alternativa Teatral), incluye a Abril Di Yorio (La Testigo) y Tomás Harguinteguy (Juez) y su staff se completa con Melina Lambierto en la producción ejecutiva, la escenografía de Magali Acha, el diseño de vestuario de Alejandra Robotti y la asistencia de dirección de Pilar Iannopollo Martínez y Tomás Messmer.
Con Asesinato , su creador amplía una dramaturgia que antes incluyó a la multipremiada Embarazados, ecografía de una Espera, Desde mis Ojos, Autorretrato y Solo quiero que me Amen (producida por el Cultural San Martin). Además fue director de las versiones locales de RENT, Quien retiene a Quien, Los Últimos cinco años y Murder Ballad.
Télam: ¿Cuál fue el principal disparador para la reflexión que propone la obra?
Juan Álvarez Prado: Desde el primer día de ensayos le dije al elenco lo que significa el Ángel de manera específica en mi vida, no lo voy a decir jamás, pero sin dudas el disparador fue encontrar en mi autocritica que no podía culpar a nadie más que a mí mismo por el camino recorrido, que cualquier cosa rota en mi vida era responsabilidad mía.
T: ¿De qué manera se dio el paso del guión a esta puesta que se ofrece los jueves en La Mueca?
JÁP: El camino fue interesante, la ansiedad en cuarentena me ganó y empezamos a probar el material por Zoom (esto supongo que hoy es lo común de los materiales a estrenar), pero el segundo paso fue novedoso para mí. Solo estaban abiertas las plazas y por lo tanto empezamos a juntarnos en el Rosedal de Palermo a probar el material. Fue hermoso, no solo estábamos al aire libre, sino que también haciendo teatro, y los curiosos que pasaban eran nuestro público. De ahí ensayamos un año y hoy llegamos a una sala.
T: ¿Cuál es el lazo estético que te une a Hernán López Sosa?
JÁP: Yo creo que nos une un profundo amor por el arte honesto, porque encontrar dentro nuestro la verdad y trabajar en conjunto cuidando que no se pierda en el difícil camino de llevarlo a cabo. Nuestras obras no pueden ser más distintas una de la otra pero todas las sentimos necesarias, ningún sale de un lugar comercial o de búsqueda de reconocimiento sino del deseo de expresarnos encontrando el puente que une nuestros impulsos.
T: ¿Cómo sentís que se inscribe y dialoga Asesinato de un Ángel con el resto de tus creaciones teatrales?
JÁP: Es una obra diferente a todo lo que hice hasta ahora, con algunos guiños de materiales que quiero mucho. Me robo líneas o conceptos y los escondo en el material. Cuando los escucho en función disfruto por dentro porque de alguna manera por un segundo aparece otro mundo que ya fue creado y olvidado. Hasta ahora creo que mis obras eran claras y cálidas, o intensamente oscuras. Esta obra es la primera que juega con ambos matices. El dolor es oscuro, pero propone una reflexión más esperanzadora.
Con información de Télam