"A millones de kilómetros", película de la directora Alejandra Márquez Abella y protagonizada por Michael Peña que lleva a la pantalla el caso real de José Hernández, el primer granjero itinerante de ascendencia mexicana en convertirse en astronauta de la NASA y el décimo latinoamericano en lograrlo, podrá verse a partir de mañana en la plataforma de streaming Amazon Prime Video.
"Esta es una historia de la que no te puedes escapar, hay tantas cosas que se dicen a partir de ella, sobre lo que está bien con el mundo, sobre lo que debería ser el mundo, que para mí no había otra que hacerla y de la mejor manera", comentó la cineasta oriunda de México, que con este proyecto -hablado mayormente en inglés- dio su primer paso en la industria estadounidense.
Es que después de realizar los exitosos largometrajes "Las niñas bien" (2018) y "El norte sobre el vacío" (2022), con el que participó en el Festival Internacional de Cine de Berlín, Márquez Abella fue seleccionada por los productores Mark Ciardi y Campbell McInnes para dar forma a esta adaptación del libro autobiográfico de Hernández, "Reaching for the Stars", publicado en 2012.
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Hijo de padres dedicados al trabajo tipo golondrina, que los llevaba a trasladarse cada seis meses de su Michoacán de origen hasta el sur de California para la cosecha de frutillas y pepinos, Hernández nació en 1962 en ese terreno extranjero casi de manera fortuita, entre viaje y viaje, y gran parte de su infancia la pasó ayudando a su familia en las tareas rurales y saltando de escuela en escuela.
Luego de instalarse definitivamente en Estados Unidos, el jovencito José, ya muy diestro en las matemáticas, puso el ojo en el cielo luego de ver la transmisión del Apolo 17 en 1972 -la última misión tripulada en llegar a la Luna- y desde entonces nunca dejó de lado su obsesión por lograr una hazaña aeroespacial: estudió en la Universidad del Pacífico, hizo una maestría en ciencias e ingeniería eléctrica en la Universidad de California y, tras once solicitudes enviadas a la NASA, finalmente tuvo la oportunidad de entrenarse como astronauta y volar en 2009 en el transbordador Discovery hacia la Estación Espacial Internacional.
De cara a su lanzamiento, la directora de "A millones de kilómetros" y el propio astronauta que la inspira conversaron con esta agencia sobre esta propuesta que evita abordar la cuestión migratoria desde la discriminación para retratarla con el sentimiento de cálido acompañamiento que llevó a Hernández a transformarse en el latino número 10 en salir de la atmósfera terrestre.
Télam: José, ¿qué sentiste al ver tu historia representada en el cine?
José Hernández: Fue algo muy bonito, participamos no sólo durante la filmación sino en el desarrollo del guion; Alejandra nos visitó en mi casa y tomó nota de cómo es mi familia, mis padres y todo, y luego ver todo eso en la pantalla pues es bastante increíble. Uno no lo cree, jamás pensé que mi vida iba a ser tan interesante que merecía una película. No crecí queriendo ser eso, no me lo imaginaba, pero cosas raras pasan en la vida y aquí estamos, disfrutando y esperando que inspire a millones.
T: Esta es una historia que trata la cuestión de los migrantes no desde las problemáticas sociales sino desde la esperanza. ¿Se está abriendo un espacio en Hollywood para contar esos relatos desde ese lugar?
Alejandra Márquez Abella: No, yo creo que esta película es una excepción a todas las reglas y fórmulas que impone Hollywood en un sentido. Era difícil también llegar a una representación híper auténtica de lo que se estaba contando, porque no estamos hablando solamente de mexicanos que migraron a Estados Unidos, sino de una cultura en sí misma. Yo siendo mexicana intenté acercarme con mucho respeto a eso, con una sensibilidad para poder verlo así, y habiendo vivido en mi círculo familiar experiencias comunes, pero creo que no, que esto es completamente único en ese sentido.
T: ¿Cómo creen que puede dialogar esta propuesta con la situación actual de esas familias migrantes?
JH: Cuando vemos las noticias se enfocan en lo malo, entonces buena parte de la sociedad tiene bajas expectativas de la gente que llega a Estados Unidos. Lo que nosotros tenemos que tratar de hacer es cambiar el chip, pensar en el progreso, en seguir adelante, en que vale soñar en grande, siempre y cuando uno esté dispuesto a esforzarse y a tener la perseverancia de alcanzar en ese sueño y convertirlo en realidad. Para mí es bastante importante; mis padres se sacrificaron una generación para que la mía pueda llegar un poquito más lejos, y ahora yo me sacrifico para que mis hijos puedan seguir aun más lejos todavía. Estamos buscando mostrar que hay que prepararnos, y no nomás estar conformes con trabajos que paguen salarios mínimos.
T: Estos avances en términos de inclusión y de diversidad, sea en el cine o en la aeronáutica espacial, se erigen sobre un camino que otros fueron construyendo antes. ¿Qué valor le dan ustedes a esa trayectoria? ¿Qué les gustaría dejarles como mensaje a futuras generaciones?
AMA: Yo como cineasta mujer tengo que decir que tengo la oportunidad de hacer cine gracias a que muchas otras abrieron camino para mí y para mis contemporáneas, al grado de que ya no es algo que pienso constantemente. Siento que estoy un lugar que me toca, que es para mí, y yo quisiera no sólo hacer que eso continúe hacia adelante, sino que sea todavía más posible para las niñas y las mujeres hacer lo que quieran, sin pensar en que son mujeres antes que nada.
JH: Yo pienso que hay historias como las mías que existen por todo Estados Unidos; la mía no es única, aunque esté enfocada porque fui al espacio. Hay que contar esas historias para que nuestra gente vea que sí es posible, que no es nomás un caso particular. Yo soy una persona normal, lo bueno es que me enseñaron a no darme por vencido, esas son las características que se necesitan para triunfar, y tratamos de proyectarlo.
Con información de Télam