El juego del Calamaro

25 de noviembre, 2022 | 08.08

(Por Sergio Arboleya) Tras casi tres años de ausencia de la ciudad donde nació en agosto de 1961, Andrés Calamaro volvió dispuesto a jugar su juego de rock de autor surcado por una veintena de hits que la multitud reunida anoche en el Movistar Arena gozó en emocionada comunión.

En el marco del segundo tramo de una intensa gira latinoamericana que inició hace 45 días en Arequipa y a la que solamente le quedan tres noches, quien fuera integrante de Los Abuelos de la Nada y Los Rodríguez fue a lo seguro con un repertorio de populares canciones que el público interpretó en mayor medida que su propio creador.

De la guitarra al teclado y más como maestro de ceremonias que como el tradicional “frontman” que se devora la escena y el repertorio, Calamaro fue el bastonero de una obra que ratificó su impacto generacional en una audiencia en torno a las cuatro décadas.

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Para poder proponer ese lance de bosquejados sucesos y sensibilidad en llamas, el artista no solamente se apoyó en temas que exhiben su genio y vigencia sino en una banda notable capaz de sostener y recrear esa memoria en tiempo actual y real.

Julián Kanevsky en guitarras y decisiva participación vocal, Germán Wiedemer en piano y teclados, Mariano Domínguez en bajo y Martín Bruhn en batería, mostraron su solvencia y conocimiento del paño para poner a dialogar piezas inoxidables con las diversas influencias más recientes de su hacedor y con el clamor de un público encantado con ese viaje.

A alrededor de las 21.10 y con el estadio ya hecho una caldera por las 15.000 personas dispuestas a entrar en la esperable propuesta, la trilogía de apertura fue con “Bohemio”, “Cuando no estás” y “Verdades afiladas”.

Y aunque las cartas ya estaban expuestas y arriba y abajo del escenario el código era compartido y celebrado, enseguida fue posible profundizar la huella de la mano de “Para no olvidar”, “Me arde” y “All You Need is pop”.

“Voy a pedir un momento de gratitud, algarabía y amor para recibir a Zoe Gotusso”, solicitó Andrés como prólogo a la visita de la joven trovadora cordobesa que se lució en “Tantas veces”, otro de los logrados pasajes de la velada.

Otra presencia de peso en la noche fue la de Diego Armando Maradona a dos años de su fallecimiento, quien irrumpió en las pantallas mientras se enganchaban las canciones “Maradona” y “Espérame en el cielo” pero dejando espacio para que la audiencia ovacionara el momento culminante de aquel mágico gol a los ingleses en los cuartos de final del Mundial México 86.

Ese pasaje de sobrecogimiento y guiño futbolero que seguramente agigantó su peso por la coyuntura mundialista, se expandió bellamente con “Estadio Azteca” y, luego, con “Tuyo siempre”.

En ese ida y vuelta espiritual y corporal, alguien desde el sector del campo le revoleó una bandera con la imagen de Pity Álvarez (el mentor de Viejas Locas e Intoxicados que se encuentra detenido en un pabellón psiquiátrico del penal de Ezeiza) y Andrés, desplegando el trapo, comentó “Muchos cariños Pity”.

Capaz de cumplir con otros rituales como calzarse la vincha con calaveras, el anfitrión decidió que era buen momento para asestar otro golpe y entonces, casi sin respiros y siempre con el público llevando la voz cantante se sucedieron “Para siempre”, “Mi enfermedad”, “Sin documentos”, “El salmón”, “Flaca”, “Alta suciedad” y “Paloma”.

Aunque después de intensos 90 minutos de show la nómina formal había llegado a su fin, resultaba imposible desde la conmoción general poder ponerle un broche al espectáculo y en los bises esa comunión fue aún más honda.

En la vuelta al escenario que no se hizo rogar demasiado fue el turno de “Crímenes perfectos” y la despedida recurrió al pegajoso y envolvente clima de “Los chicos” para, apoyándose nuevamente en imágenes, tributar “a mis amigos que se fueron primero” en una galería que incluyó de nuevo a Maradona y también a Mariano Mores, Sandro, Federico Moura, Pil Trafa, Willy Crook, Palo Pandolfo, Marciano Cantero, Pappo, Luis Alberto Spinetta y Gustavo Cerati, entre más.

Unos pasos de torero para subrayar su afición por la tauromaquia (gesto que hace un mes atrás le valió una fuerte reprobación en Medellín pero que aquí también se saludó efusivamente) sellaron el exitoso regreso a Buenos Aires.

Así Calamaro coronó el cuarto de los seis recitales argentinos de un tour que a nivel local ya pasó por Mar del Plata, Córdoba y Paraná y que el domingo volverá a tener cita en el reducto del barrio de Villa Crespo donde su compañía discográfica le entregará distinciones por las ventas de discos.

Ya en diciembre, la recorrida de 18 conciertos finalizará con dos funciones: el 1 en Asunción del Paraguay y el sábado 3 en el Anfiteatro Cocomarola de la ciudad de Corrientes.

Con información de Télam