(Por Sergio Arboleya).- Aunque la rebelión de 2001 no tuvo un correlato tan palpable en la música argentina, las canciones de Las Manos de Filippi -antes y después de las jornadas del 19 y 20 de diciembre-, la realización de La Ruta de la Dignidad con la que Claudio Sosa y Eduardo Guajardo recorrieron zonas en lucha de todo el país y hasta un texto de Luis Alberto Spinetta sobre un recital que debió suspender a raíz del acontecimiento, dan cuenta de sus efectos.
Canciones del combativo combo rockero Las Manos de Filippi como "Sr. Cobranza" (en la versión de Bersuit Vergarabat lanzada en 1998, cuatro años después de su creación) se convirtieron en la banda sonora de ese clima de revuelta.
"Gracias al éxito de esa versión, la canción de protesta recuperó espacio en las radios que estaban muy copadas por las compañías y pasaban música muy lavada", recuerda Hernán "Cabra" de Vega, cantante, compositor y líder de Las Manos.
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En el mismo sentido, el artista señala a Télam: Hasta que Sr. Cobranza se hizo tan radiable y empujó todo un nuevo repertorio, en las radios nos decían que la canción de protesta era algo del pasado que remitía a Pedro y Pablo.
Pero, además, el mismísimo 20 de diciembre el influyente espacio radial "Cuál es?" que Mario Pergolini encabezaba en las mañanas de la FM Rock & Pop, abrió su emisión con "Cutral-Có", tema incluido en el disco debut de Las Manos "Arriba las manos, esto es el Estado", cuya letra bramaba "Hay que matar al presidente/Hay que matarlos a todos sí, sí".
"El malestar era obvio y el país era un polvorín tal como comprobamos tocando en los piquetes de Cutral Có. Y cuando la clase media viró un poco a la izquierda, la movida llegó a la Capital, recuerda el Cabra sobre ese cambio de situación para la música de Las Manos, que así conectó con el clima social.
Para seguir en esa senda más allá del creciente interés en la temática cultivada por el conjunto- en 2002 la agrupación publicó Hasta las manos, placa que contenía otros dos himnos militantes como "Los métodos piqueteros" y "Organización".
Y en relación a las jornadas de protesta del 19 y 20, evoca: "Yo vivía en Sarandí y entonces no vivíamos de la banda y trabajaba en un frigorífico. Esa noche, de repente, la gente empezó a cortar la avenida Mitre y las personas salíamos de los edificios como autómatas, como un The Wall bueno, prendimos fuego en el medio de la avenida y al mirar para ambos lados fue increíble: había una fogata cada 20 metros".
"Por haber ido a la plaza y a las asambleas, puedo decir que entonces todo el mundo estaba hermanado. Todos sentíamos que teníamos el poder para cambiar las cosas, apunta el músico en ese repaso por aquellos días.
El Cabra y algunos de sus compañeros de banda participarán junto al Polo Obrero de la vigilia que entre el 19 y el 20 se realizará como prólogo a una marcha anunciada para las 10 del lunes.
Desde otros sonidos, los trovadores folclóricos Claudio Sosa y Eduardo Guajardo compartieron en 2002 La ruta de la dignidad, una gira musical que tocó en muchos de los focos de conflicto y resistencia de aquella geografía convulsionada.
"Siento que fuimos una consecuencia cultural de aquello que pasaba y quisimos ser útiles para mostrarlo y acompañarlo, sostiene Sosa en charla con Télam.
El guitarrista, compositor y cantante tucumano, que es sobrino de Mercedes Sosa, relata que junto al cantautor de Río Turbio se plantearon "una recorrida por las fábricas recuperadas y las luchas sociales con la intención de hacer un puente artístico que vinculara esos espacios con músicos, muralistas y gente de teatro de cada lugar".
"La verdad confiesa- es que no teníamos ni un plan ni una organización detrás, pero aun dependiendo de la solidaridad y de lo que se podía recaudar, seguimos adelante porque teníamos claro que había que hacer algo".
Curtidos en la autogestión por la crisis que alcanzaba también a lo cultural, el músico que en solitario publicó álbumes como Astillas de un pago y Flores y ayuno explica el germen de La ruta de la dignidad: Empieza en una movida en el Festival de Cosquín, donde nos encontramos y tratamos de hacer una asamblea de músicos en la peña de los Copla para apoyar a los municipales del lugar, a quienes le debían varios meses de salario.
La ruta de la dignidad comenzó en la fábrica recuperada Renacer de Ushuaia en septiembre de 2002 y pasó por Chaco, San Juan, Santiago del Estero, Rosario, Tucumán, Jujuy, La Plata y la Ciudad de Buenos Aires, entre otros lugares de la Argentina.
Entre esos viajes y como resultado de la travesía, la dupla grabó en octubre de ese año el disco homónimo con nueve canciones, entre ellas, El olvidao (del Duende Garnica), El activista (Raly Barrionuevo), Olor a goma quemada (Rafael Amor) y Que va a pasar un obrero (Eduardo Guajardo).
En el sobre interno del disco que un año atrás fue reeditado digitalmente, sus mentores escribieron que el proyecto "formó parte de una actividad cultural de autogestión tocando en escenarios populares junto a los artistas de cada región, en solidaridad con las luchas sociales de todo el país. Allí donde la dignidad se levanta... en los piquetes, fábricas recuperadas, universidades...donde los niños, las mujeres y los hombres, hemos hecho la mejor elección de nuestras vidas, hacer la patria con nuestro propio barro".
El clima de ebullición de la época alcanzó también a artistas en apariencia menos conectados con la coyuntura como el caso de Luis Alberto Spinetta, quien debió atrasar una semana su recital en el estadio Obras (del 22 al 29 de diciembre) con el que volvía a tocar en Buenos Aires después de tres años.
Como fruto de esa actuación, el Flaco publicó el disco Argentina Sorgo Films presenta: Obras en vivo y para su lanzamiento escribió una carta pública donde señaló: La muerte de inocentes, la agonía del poder, la resignación solo momentánea y la lucha. Ese diciembre caótico de 2001, inscripto ya como una historia más de la injusticia argentina nos permitió realizar nuestro concierto. Yo me sentía totalmente desubicado. Me parecía que no debía insistir en actuar por respeto a la gente que más sufre.
Por otro lado, la obligación de dar lo que uno sabe en respaldo, ante todo, al simple hombre honesto que habita nuestro suelo, al pequeño y al grande que pudieran estar obrando con su corazón para presentar el manifiesto de lo que el país siente, y aquello que debe ser considerado como la inminente necesidad de reparar esto, de raíz, y con todo el esfuerzo y el intelecto, siguió.
En el escrito, Spinetta agregó: Si como se ve a diario, alguien intenta entretener al pueblo con chatura, es porque lo considera, al igual que el poder nefasto, el objetivo de su profanación y ante eso, yo me alzaré siempre en contra. Engañarlo hasta el extremo de la suspensión de sus legítimos derechos y, engañarlo bajo la falsa felicidad que brinda cierta creación deplorable, da lo mismo.
Con información de Télam