En 26 meses de Gobierno de Cambiemos crecieron el desempleo y la pobreza. La mayor parte de la población vive peor que antes y cada vez menos argentinos mantienen expectativas de mejorar. Pero si hubiera elecciones hoy es muy posible que Macri fuera reelegido. Confiado, el Presidente difundió el viernes que va por ella.
Un informe del Instituto Gino Germani revela que desde 2015 se sumaron 4,8 millones de pobres. La pobreza pasó del 24 al 36 por ciento. Los datos de Indec quedaron bajo sospecha desde que la ex directora de la Encuesta Permanente de Hogares Cynthia Pok renunció denunciando presiones para dibujar el índice de pobreza. También perdió credibilidad la medición de la UCA, que sostiene que Macri bajó la pobreza. Según consultores y analistas el desencanto de los nuevos pobres aún no se transformó en un voto para algún candidato opositor.
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Según la consultora internacional Kantar Wordpanel el consumo cayó un 10,2 por ciento desde enero de 2016 a enero de 2018, un dato dramático si se considera que la caída se concentra en el 30 por ciento más frágil de la sociedad, que vio caer su consumo por arriba del 20 por ciento.
Según datos de CABA, el desempleo subió del 8 al 10,5 por ciento en la ciudad en dos años. Es decir que hay menos empleo y menos consumo.
Las expectativas de mejora se desvanecen al ritmo de los datos macroeconómicos que se van conociendo. Déficit financiero creciente, déficit comercial récord, fuga de divisas, un Banco Central que tuvo que vender 385 millones de dólares en una semana para frenar una incipiente corrida y una montaña de Lebacs a tasas usurarias que nadie sabe cómo se pagarán.
“En 2018 la idea es que la gente hable de otra cosa mientras hacemos el ajuste. En 2019 la economía va a estar mejor y podremos volver a hablar de economía”, señaló un alto funcionario a El Destape.
Frente a este escenario, la respuesta de Cambiemos no es económica, sino política, judicial y de marketing.
La política se basa en un trabajo fino provincia por provincia con premios y castigos -fuertes castigos- para domesticar a gobernadores e intentar dividir a la oposición peronista.
La judicial es una campaña de persecución a todo tipo de opositores, sea político, sindical o empresario. Una estrategia que atemoriza y disciplina adversarios y, al menos, entretiene a los votantes. Incluso a muchos los entusiasma.
La de marketing tiene que ver con un manejo de agenda muy efectivo con el que pone a la sociedad a hablar de otra cosa. Pena de muerte, extranjeros, aborto y cinturones de seguridad son algunos de ellos.
“En 2018 la idea es que la gente hable de otra cosa mientras hacemos el ajuste. En 2019 la economía va a estar mejor y podremos volver a hablar de economía”, señaló un alto funcionario a El Destape.
Hasta aquí parece un plan simple que depende de que el escenario internacional no se desbarranque y el electorado responda mansamente a una estrategia que busca que aceptes tu destino y no intentes volver atrás. “Con los que se robaron todo”.
El problema que podría tener Macri es la unión del peronismo, o de buena parte del peronismo. La suma de los votos de todas las vertientes del PJ supera a los votos de Cambiemos.