YPF fue aprovechada como caja para negocios del círculo íntimo del macrismo en los cuatro años que gobernó. Los lucros a costa de las arcas de la compañía incluyeron un viaje de sus ejecutivos a Disney. Esto relegó las actividades núcleo de la petrolera con mayoría estatal a un rol secundario, lo que perjudicó severamente su producción de hidrocarburos, sus ingresos y su posición en el mercado.
Hasta 2019, Cambiemos disparó las tarifas de luz 1.802%, rubro en el que más de la mitad de las empresas pertenecen a amigos del expresidente. En el mismo período subió el precio del gas 108% y de la nafta 34% en dólares, siendo esta última la principal fuente de ingreso de YPF. De esta forma practicó una transferencia de ingresos desde la población y la compañía estatal a los grupos empresarios afines al jefe de Estado.
Pero el desguace de YPF no se quedó ahí, sino que fue comandado especialmente desde dentro de las oficinas de Puerto Madero. Todos sus indicadores de producción de gas y petróleo colapsaron. En los cuatro años bajo la gestión de Cristina Kirchner, la producción de crudo creció un 10%, mientras que esto se derrumbó 10% en los cuatro años de Macri, de acuerdo a las cifras que maneja la compañía. Sus reservas, que habían crecido 15% en la última administración de CFK, Cambiemos los hizo caer 10%.
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Esto tuvo su correlato en el gas, donde la situación se agravó aún más. La producción creció 29% con el kirchnerismo pero bajó 9% con el macrismo. Sus reservas se elevaron 40% entre 2012 y 2016 y se hundieron 30% de ese año a 2019.
La consecuencia adicional se vio en la cesión de posición en el mercado, por la que YPF perdió su rol preponderante al término de los cuatro años macristas. El negocio terminó un 30% más chico en dólares que el que manejaba cuatro años antes. Como hizo Cambiemos con el Estado, el corolario de reducir los ingresos cada vez más fue la necesidad de aumentar la deuda para poder cubrir sus obligaciones, al punto de que el pasivo sobre la ganancia bruta anual (EBITDA) pasó del 1,3 en 2015 al 2,9 en 2019.
Un claro ejemplo de cómo Macri ponderó a sus amigos se observó en el subsidio que le pagó el Gobierno a la petrolera de Techint, Tecpetrol, para que desarrolle su propio proyecto de gas no convencional en Vaca Muerta. Con esto, Paolo Rocca incrementó sustancialmente sus ganancias a costa del Estado pero también ganó terreno sobre el claro dominio que supo tener YPF.
Entre otras decisiones que llevaron a esta situación, la empresa destinó cuantiosas inversiones en negocios que no tenían relación con su objetivo de incrementar la producción de gas. Cuando ya la compañía atravesada un momento muy delicado y sin precisar la razón de la operación, destinó U$S 100 millones de su caja para comprar junto con Marcelo Mindlin la central Barragán. Hoy esa compra es investigada judicialmente.
Todo este achicamiento de YPF se maquilló con una estrategia publicitaria que encabezaron los primos Carlos Menendez Behety e Ignacio Peña, quien además es el hermano de Marcos Peña. El familiar del ex jefe de Gabinete facturaba nada menos que U$S 42.500 por sus servicios, de acuerdo a información recabada por El Destape.
El primer paso consistió en la organización de un viaje a Singularity University, en California, Estados Unidos. Esta institución de Silicon Valley se caracteriza por sus cursos a ejecutivos de empresas sobre “liderazgo” y “creatividad”.
Mientras la compañía mantenía los resultados negativos, los 12 ejecutivos macristas se dieron el gusto de dar una vuelta en los TESLA. En esa ronda de viajes también visitaron el Disney Institute, pudo saber este medio.
Peña y Behety fueron centrales en la estrategia de transformar a la compañía en una empresa de energía integral. El punto cúlmine consistió en el lanzamiento de un fondo de inversión de riesgo: YPF Ventures. Ese fondo, destinó ingresos de la petrolera para cerrar un acuerdo con la empresa estadounidense de monopatines eléctricos BIRD, con la finalidad de ser su brazo de distribución en la región. Como frutilla del postre, los scooters nunca llegaron.