Las tensiones entre Rusia y Estados Unidos por Ucrania golpearon los precios de varias commodities y ya afecta a la economía mundial, pero tiene potencial de generar efectos aún más potentes también en Argentina y la región.
Los movimientos rusos militares cerca de la frontera de Ucrania y el refuerzo de fuerzas estadounidenses y europeas en países vecinos elevaron la tensión en una región que aporta el 30% del trigo al mercado mundial. Por esto a fines de enero el precio del cereal superó los U$S 300 la tonelada en el mercado de Chicago, algo que no ocurría desde mediados de noviembre.
Por su parte, el barril de petróleo de calidad Brent superó el lunes los 96 dólares. Con esto marcó su nivel más alto desde fines de septiembre de 2014, cuando la anexión rusa de la península ucraniana de Crimea y el estallido de una guerra separatista en el este de Ucrania hizo temer un conflicto armado internacional como el que se visulmbra hoy. En lo que va de año, el crudo de referencia en Europa aumentó más del 21%, mientras que el WTI, de Estados Unidos, subió más del 26%.
Rusia es el mayor proveedor de petróleo y gas de Europa, por lo que un corte en el suministro como consecuencia de acciones militares en Ucrania podría tener efectos más que graves para el Viejo Continente, con repercusiones en el resto del globo. Analistas especulan que el barril podría alcanzar los US$ 100 e incluso superarlo si el conflicto escala. Esto, además, sucedería en medio de una crisis energética mundial por la reactivación tras la crisis de la pandemia.
El aumento de las tensiones entre las potencias occidentales y Rusia, todos países con capacidades nucleares, también aceleró los derrumbes de las bolsas mundiales. El principal indicador de España, el Ibex, cedió 3% el lunes, a la par del resto de las plazas financieras europeas.
Tanto por el lado financiero, como el energético o el de alimentos, esta situación que se refleja en los mercados de todos los países puede reducir los ingresos de Argentina por exportaciones.
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El impacto en el campo de Brasil
La posibilidad de que esta tensión mundial repercuta en Brasil ya se está barajando también. Brasil viene importando cerca del 85% de sus necesidades de fertilizantes y la imposición de sanciones a Rusia y sus aliados por parte de Estados Unidos y la Unión Europea podría afectar ese comercio, según el director ejecutivo de la Asociación Nacional para la Difusión de Fertilizantes (ANDA, por sus siglas en portugués), Ricardo Tortorella.
“Esperamos tener una cosecha récord y que estos problemas se solucionen. Pero no podemos decir que no haya problema. Cualquier invasión rusa en Ucrania cambiaría el escenario”, dijo a Reuters, evitando hacer proyecciones para 2022.
Por ahora, la mayor preocupación es el cloruro de potasio, que Brasil importa casi en su totalidad. La materia prima es uno de los tres ingredientes básicos para la fertilización de los cultivos, entre los que también se encuentran los fertilizantes fosfatados y nitrogenados.
De los aproximadamente 11 millones de toneladas de potasa que Bielorrusia -el único aliado que Moscú conserva en su frontera occidental- exporta al año, Brasil compra poco más de 2 millones de toneladas, según ANDA, mientras que otros 2 millones de toneladas se importan de Rusia.
Rusia mantiene tropas en Bielorrusia desde que ayudó a reprimir las protestas poselectorales el año pasado y se sumó a los ejercicios militares que inició en la frontera que ambos países comparten con Ucrania y que desataron la furia de Estados Unidos y las potencias europeas.
Por eso, el gobierno de Brasil teme que, en caso de que estalle una guerra, Estados Unidos y sus socios europeos impongan sanciones tanto a Rusia como Bielorrusia, lo que afectaría todo su suministro de potasa y, por ende, perjudicaría seriamente a su sector agrícola. En este contexto, el viaje de esta semana del presidente Jair Bolsonaro a Moscú para encontrase con su par Vladimir Putin demuestra cuán peligroso un conflicto armado podría ser para la economía de Brasil y, potencialmente, de la región.