La administración de la Libertad Avanza ejecutó la primera parte de su programa de miseria planificada con la venia del Fondo Monetario Internacional. En enero de este año, el organismo envió 4700 millones de dólares para cubrir vencimientos con el propio organismo. El puente tenía un plazo de vencimiento con fecha 30 de abril. ¿Y después qué? Todos los rezos recayeron en la cosecha gruesa de soja. Pero los productores y grandes exportadores amenazan con guardarse los granos bajo la pretensión de que les convaliden un mejor tipo de cambio. Con la devaluación reciente del real en Brasil, esas presiones se agigantaron. También suenan algunas alertas en el resto del entramado productivo local.
El tipo de cambio en Brasil se apreció un 4,5% en un solo día, mientras que en el año saltó un 8%. El principal socio comercial del país gozará este año de una súper cosecha, además de su cada vez mayor incidencia en el tablero global de la economía, vía BRICS. Este escenario le presenta ciertas complicaciones al equipo económico.
“La Argentina enfrenta problemas múltiples. La devaluación en Brasil ejerce presión sobre el Banco Central para que también se devalúe acá, mientras que los sojeros apuestan a lo mismo para liquidar la cosecha gruesa. En el mientras tanto, se persiste en una apreciación cambiaria”, explicó Haroldo Montagu, economista en jefe de la consultora Vectorial.
Según el análisis de Christian Buteler, el tipo de cambio oficial subió un 133 por ciento entre diciembre y marzo de este año, cuando la inflación mayorista fue del 111%. Pero desde los sectores productivos miran otros números y señalan un atraso cambiario el cual podría profundizarse en caso de que Brasil siga depreciando su moneda.
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Según el último informe de la consultora Vectorial, el Tipo de Cambio Real Multilateral (TCRM) “alcanza niveles previos a la devaluación del 13 de diciembre, o la devaluación post elecciones primarias o el momento inmediato a la salida del cepo en 2015”. La dinámica de los acontecimientos da cuenta de que hace tan solo un mes, el tipo de cambio real multilateral de la Argentina era un 10% mayor que en la actualidad.
Los primeros que se alistaron para que el Banco Central devalúe fueron los sojeros. Hasta el momento, sostienen que no saben cuál será la decisión oficial. “Este gobierno no abre consultas, siempre indican que irán por la unificación del tipo de cambio y que no habrá ningún tipo de cambio diferencial. Esa es la línea que tenemos para seguir exportando”, sostuvo Gustavo Idigoras, titular de la cámara que nuclea a las cerealeras.
El Gobierno necesita de los dólares sojeros porque se le acaba el tiempo ganado tras el acuerdo con el Fondo. Ahora, los exportadores sumaron a sus argumentos la pérdida de competitividad ante Brasil. En esta historia, los convidados de piedra seguirán siendo los sectores populares, trabajadores y trabajadoras tanto de la economía formal como los no registrados.
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Soja real
Desde el Observatorio de Política exterior de la Argentina – Ocipex- también consideran un atraso en el tipo de cambio que empujaría al sector agroexportador a sentarse sobre la soja guardada en silo bolsas.
“Teniendo en cuenta el panorama internacional, con una caída del precio de los principales commodities agrícolas, es factible considerar que los productores visualicen un tipo de cambio atrasado y poco competitivo a la hora de decidir comercializar su producción. Por consiguiente, se observa un escenario de especulación que podría posibilitar en una retención de granos por parte de los mismos. De hecho, pudo constatarse que la liquidación de divisas durante diciembre, enero, febrero y marzo resultó inferior al promedio de liquidaciones visualizadas desde el 2019 hasta el 2023”, puede leerse en un reciente informe de Ocipex.
En diciembre, la liquidación del sector fue de 1245 millones de dólares, cuando el promedio para el período 2019 – 2023 fue de 2309 millones. En marzo, la liquidación fue de 1500 millones, 400 millones menos que el promedio para el período analizado.
El tipo de cambio que reciben los exportadores – con la posibilidad de canalizar un porcentaje a través del contado con liquidación- se ubica en los 905 pesos, de acuerdo a lo informado por la Bolsa de Comercio de Rosario. Tras la devaluación de Caputo, recibían 845 pesos por dólar liquidado. Ahora van por más.
“Si Brasil sigue devaluando, el tipo de cambio quedará más cerca de los niveles previos a la llegada del nuevo Gobierno. Si Milei decidiese depreciar el peso, se les complicaría la baja de la inflación, lo mismo que si decidiesen tocar el dólar agro”, explicó Alejandro Vanoli, ex titular del Banco Central. Esa es la encerrona actual para Caputo y su mano derecha Santiago Bausili.
Jugador Global
Otra visión de la movida de Brasil apunta a su lugar en el tablero global. ¿Será por eso que Milei bajó varios cambios y ahora busca una reunión con el presidente Lula Da Silva? No todo es cacareo por redes sociales.
“Ellos juegan un partido global, más con Lula en la presidencia. No creo que estén devaluando por un tema macroeconómico, ni por inflación ni nada parecido. Se están preparando para un partido global atrayendo inversiones que compiten con China e India”, analizó – en estricto off de record -un analista del Banco Central en diálogo con El Destape.
En 1999, Brasil devaluó su moneda en un 40%. Para muchos, esa fue la marca que anticipaba el final de la convertibilidad. En la City porteña recordaron ese dato. Solo una anécdota. Sin embargo, surgen las preguntas: ¿qué pasaría si confluyesen una más férrea devaluación del real y la pretensión mesiánica de Milei de dolarizar la economía local”. El espejo es el estallido de la convertibilidad, con las esquirlas de la recesión, la pobreza, el industricidio y la desocupación de fines del siglo XX.
“Si se dolarizara, no podríamos hacer nada frente a una devaluación del real que impactaría de lleno en nuestro entramado productivo. Se achicaría el saldo comercial, única fuente de dólares genuina en la cabeza de Milei. No quedaría otra que endeudarse. En caso de no poder conseguir deuda, estamos hablando de una recesión estructural en donde solo sobrevivirían los sectores primarios ligados a la exportación como el agro, minería y petróleo/gas. Sin pymes ni industria nacional”, concluyó Montagu.