Ganadores y perdedores: qué pasó con la distribución del ingreso por sector productivo

En los últimos siete años la parte de la torta que se lleva el trabajo se achicó. En un sector clave como la industria la caída superó los diez puntos entre 2016 y 2019 y no logra recuperarse pese a la mejor productividad actual.

03 de abril, 2023 | 00.05

Esta semana se conocerán los datos de la distribución del ingreso para el último trimestre del 2022 que confirmarían una tendencia regresiva, difícil de revertir en el corto plazo. En los últimos siete años, la parte de la torta que se lleva el trabajo se achicó más de ocho puntos, pasando de un 51% a un 43% del Producto. Un sector clave como la industria muestra una caída de más de diez puntos entre 2016 y 2019 que no logra recuperarse en la actualidad pese a la mejor productividad, contrastando con una suba de la ganancia empresarial. 

La participación de la remuneración del trabajo asalariado como porcentaje del producto generado muestra una tendencia a la baja si se compara lo sucedido entre el tercer trimestre de 2016 e igual período del 2022. “La porción del ingreso que se apropia el trabajo se achicó: pasó del 51,2% en 2016 a 45,7% en 2019 (una caída de 5,5 puntos) para ubicarse luego en 43,8% en 2021 y en 43,6% para el 2022 (una caída de dos puntos)”, según datos del Mirador de la Actualidad del Trabajo y la Economía (MATE). 

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De esta manera, la persistente caída en el poder adquisitivo de los salarios, el incremento de la pobreza, el menor costo laboral y la mayor productividad fueron configurando un escenario regresivo para la distribución del ingreso en el país.

Qué pasó en cada sector de actividad

Al mirar la evolución de la participación de las y los asalariados en la distribución del ingreso por sector de actividad se observa que se mantiene una reducida participación en Agricultura, ganadería, caza y silvicultura , en las que solo alcanza el 14% para 2022, mientras que en el caso de las actividades más dinámicas de la economía el trabajo llega al 33,8% en la Industria Manufacturera, el 27,6% en Comercio, y el 40,1% para la Construcción

Datos del Centro de Economía Política Argentina (CEPA) muestran los cambios producidos en la participación del trabajo entre los primeros nueve meses del 2016, igual período de 2019 y los tres primeros trimestres del 2022. Los sectores en los que se evidencia un aumento de la participación son Electricidad, gas y agua -pasó de 52,7% (2016) al 41,2% (2019) y luego escaló al 92% (2022); Otras actividades comunitarias, sociales y personales -la participación varió de 59,6% (2016) a 64,7% (2019) y llegó al 71,3% (2022); Intermediación financiera -se ubicó en 57,1% (2016), en 64% (2019) y subió al 66% (2022)- y Servicios sociales y de salud privados -pasó del 34,5% (2016), a 33,7% (2019) y se incrementó al 42,5% (2022).

Por su parte, los sectores en los que se evidencia la mayor caída en la participación del trabajo (entre 10 y 30 puntos) son Comercio, que pasó del 38,1% (2016), al 31,5% (2019) y luego bajó al 27,6% (2022); Industria manufacturera, que fue del 46,6% (2016) al 39,3% (2019) y se ubicó en 33,8% (2022); y Enseñanza privada, donde cayó desde un 101,5% (2016) al 73,4% (2019) y se mantuvo en ese porcentaje en 2022. Se suman también otras actividades como Hoteles y restaurantescuya mayor caída se produjo también entre el 2016-2019 (de 39,4% al 32,6%) y se ubicó en 33% para 2022, en tanto que en Construcción la participación pasó del 43,1% (2016), al 42,4% (2019) y se mantuvo en torno al 40% en 2022.

En el caso de Agricultura, ganadería, caza y silvicultura pasó del 19,2% (2016), al 20,7% (2019) y bajó al 14% en 2022, lo que representa el menor porcentaje de los sectores analizados. En cuanto a la Pesca, la evolución es de un 37,9% (2016), a 32,8% (2019) y 41,3% (2022). Para Actividades inmobiliarias pasó del 32,6% (2016), a 28,3% (2019) y a 32,7% (2022); con Explotación de minas y canteras disminuyó desde 31,4% (2016), al 26,1% (2019) y al 26,7% (2022); y finalmente en Transporte, almacenamiento y comunicaciones se mantuvo desde un 64,2% (2016) a un 56,3% (2022). En el sector público, en tanto, la participación ronda en torno al 100%.

Industria y Construcción 

Si se observa qué pasa con la distribución del ingreso en dos sectores clave de la actividad económica como Industria y Construcción, la participación del trabajo muestra una caída desde el 2016 a la fecha.

En el caso de la Industria Manufactura, el porcentaje pasó de 46,6% en el tercer trimestre del 2016 al 33,9% para igual período del 2019, lo que da cuenta de una caída de 12,7 puntos en esos cuatro años de la gestión de Cambiemos. Dicha pérdida de participación de las y los trabajadores se dio en un contexto en el que, según datos de la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial, la industria argentina tuvo entre 2016-2019 la peor caída de la actividad en todo el mundo (12,2%). En esa etapa se cerraron, de acuerdo a información de AFIP, más de 24.000 empresas y se perdieron más de 170.000 puestos de trabajo en la industria manufacturera, según datos de la UIA.

La etapa de la pandemia con cierre de las actividades por la crisis sanitaria afectó a este sector que cerró el 2020 a la baja, y la participación del trabajo en la distribución se ubicó en torno al 30%. Para el 2021 la actividad mostró una rápida recuperación acumulando a fines de ese año subas del 16% (IPI-Indec), que la posicionan como el motor de la recuperación económica post-pandemia y, ya en 2022, si bien muestra una desaceleración al finalizar el año, logra cerrar con un crecimiento acumulado del 4,3%. En ese marco la participación del trabajo se ubicó en 33,8%, lo que da cuenta de una leve recuperación pero muy lejos aún de fines del 2015. 

En el caso de la Construcción, la participación del trabajo en la distribución se mantuvo en el tiempo alrededor del 40%, aunque con una tendencia a la baja. Para los primeros meses del 2016 se ubicaba en 43,1%, porcentaje que se sostiene en un contexto donde luego del golpe de los primeros meses de la pandemia, ya en el segundo semestre del 2020 el sector comienza a mostrar una recuperación hacia adelante. Para los primeros tres trimestres del 2022 la participación del trabajo en el valor agregado bruto de la actividad se encuentra en 40,1%. 

Menos salarios, más productividad

Para entender cómo sucede la pérdida de la incidencia de las y los asalariados en el ingreso, desde el CIFRA/CTA analizaron que “existen dos cuestiones para remarcar: la primera reside en el hecho de que el costo salarial cayó 15% entre 2016 y 2019 en el marco de un descenso menor de la productividad (-6,2%), y entre 2019 y 2022 se registró otra reducción del salario medio (-4,5%) con una expansión de la productividad (+0,8%)” lo que se traduce en “una reducción en el peso relativo de los asalariados en el valor agregado, más aún en una fase de expansión económica como la del bienio 2021-2022”. 

El otro aspecto tiene que ver con “el mecanismo principal de traslación de ingresos del trabajo al capital como es el elevado proceso inflacionario. Primero bajo los efectos de la crisis de la deuda y la consiguiente devaluación en 2018-2019 y luego en el marco de la post pandemia y la suba de los precios internacionales”. De esta semana si “en el promedio de los tres primeros trimestres de 2022 el salario medio real fue 12,1% inferior al de 2016, los precios mayoristas de las ramas altamente concentradas aumentaron 21,3% por encima del IPC”. 

En el caso puntual de la Industria Manufactura, datos del CEPA detallaron que “al tercer trimestre del 2022 la productividad por puesto es 17% superior a la de 2016 y constituye también uno de los valores más alto de la serie. Sin embargo, el ingreso medio real de los trabajadores de ese sector acumula una pérdida superior a los 20 puntos desde 2016”. Es decir que pese a los aumentos de productividad los ingresos medios de cada trabajador perdieron poder de compra. 

Expectativas para 2023

De cara a este año, el escenario para recuperar la participación de las y los trabajadores en la distribución del ingreso “no luce promisorio”. Así lo entendieron desde el Observatorio del Derecho Social de la CTA Autónoma ya que “la actividad se retrajo en los últimos meses del año y el programa impulsado por el Gobierno Nacional para contener la inflación incluye medidas que le pondrán límites en el corto plazo al crecimiento económico (ajuste del gasto público, suba de tasas de interés, restricciones a las importaciones)”. 

En ese sentido agregaron que “la experiencia reciente indica que la negociación colectiva y las herramientas tradicionales de política de ingresos (salario mínimo, jubilaciones, asignaciones familiares, programas sociales) pueden no ser suficientes incluso en un contexto relativamente favorable” por lo que “la única posibilidad de recuperar ingresos en términos reales parece ir por el lado de poner en discusión los márgenes de rentabilidad y por cuestionar el stock de riqueza acumulado por un sector muy minoritario de la sociedad”.

En similar sintonía desde la CTA de los Trabajadores consideraron en el marco de la discusión por la actualización del salario mínimo que “se vuelve necesario un incremento para aquellos gremios y trabajadores que se encuentren por debajo de la línea de pobreza a través de una suma fija y un aumento de las asignaciones familiares, complementario a las discusiones paritarias, en un contexto de remarcaciones abusivas con alzas que impactan con dureza en el rubro alimentos”.