Con otras variables pisadas y los salarios cada vez más retrasados, el Gobierno presentó un Presupuesto 2023 del cual podría presumirse una posible ancla para la inflación. Aunque las opiniones son diversas, la caída del poder adquisitivo pone en la escena pública el debate sobre aquellos sectores que se "atrasarán" respecto al fuerte avance de precios.
La inflación estimada en el proyecto para 2023 es del 60%, lo cual excede la expectativa del mercado. La última encuesta que realiza el Banco Central entre las principales consultoras económicas marca que este año terminará con un 95%, mientras que el año que viene se registrará una inflación de 84%. La visión del Gobierno para el año próximo es que el promedio de inflación mensual, que hoy oscila en el 7%, descenderá al 4% aproximadamente.
Una baja mayor a 30 puntos porcentuales en el lapso de un año parece -a priori- poco probable. De aquí se desprende que la proyección oficial de inflación funciona como una forma de "anclar" precios de la economía, con foco en los salarios.
Qué opinan los economistas
Profundizando la pérdida de poder adquisitivo de junio, y a raíz de la aceleración en el nivel de precios, el nivel general de salarios se contrajo un 1,8% real durante julio, marcando así la mayor contracción del año. La novedad, en este caso, fue que a nivel interanual también se produjo una retracción luego de encadenar ocho meses con balances positivos.
Luego de ocho meses consecutivos de mejora en términos anuales, el promedio de los salarios se contrajo un 1,3% en términos reales (+68,8% nominal), explicado por una caída del 7% real (59% nominal) de los trabajadores del sector privado no registrado y del 1,3% real (68,7% nominal) de los trabajadores del sector privado registrado. Por su parte, los empleados del sector público visualizaron una mejora del 2,3% real, siendo julio el onceavo mes consecutivo de crecimiento.
En diálogo con El Destape, el coordinador del Observatorio del Derecho Social de la CTA - Autónoma, Luis Campos, se refirió a la posibilidad de un retraso salarial a modo de estrategia: "Yo creo que es posible que una parte del gobierno esté pensando en eso, fundamentalmente el ala económica. La posición oficial frente al conflicto del SUTNA es una muestra de eso". En ese sentido, se explayó: "El gobierno tiene claro que no puede recurrir a las tradicionales anclas. No puede apreciar el tipo de cambio y no puede retrasar los precios de los servicios públicos. Tampoco puede subir mucho más la tasa de interés. En ese marco, lo único que le queda a mano es planchar los salarios y planchar la actividad, y rezar para que eso baje la inflación".
Sin embargo, sembró dudas sobre la viabilidad de un plan que vaya en ese sentido: "Personalmente no creo que sea factible, al menos no sin un crecimiento importante de la conflictividad, ya que implicaría que los trabajadores acepten una nueva reducción salarial, que se sumaría a la caída salarial de los últimos cinco años. De hecho, hay algunas señales de los últimos días que muestran que no va a ser fácil lograr que los trabajadores acepten rebajas salariales".
Por su parte, el economista Orlando Ferreres afirmó a este medio que "finalmente va a ver alguna reducción del salario real". Y añadió: "Al menos nosotros calculamos una inflación de 95/100 % para este año y no creo que los salarios informales aumenten eso. Así que los salarios podrían ser un ancla para la inflación". Aunque sostuvo que puede traer "algún resultado", no fue optimista respecto a la efectividad final del proceso.
Sobre este punto, el analista del Centro de Economía Política Argentina Martín Epstein expresó: "El retroceso de salarios se dio con altos niveles inflacionarios, lo que sugiere que es poco probable que un ajuste clásico por salarios frene los aumentos. Esto se debe a que gran parte de los factores que explican la inflación vienen de la mano de movimiento exógenos (aumento de alimentos y energía en contexto de la guerra), especulativos (por volatilidad de la brecha cambiaria y presiones sobre el tipo de cambio), y por puja distributiva que maximiza ganancias empresariales a costa de aumentos de precios desde la oferta".
"Con la pérdida de salarios de Cambiemos y el retroceso reciente, el salario no puede ser variable de ajuste ni ancla, no solo por ser inefectivo, sino porque socialmente no sería sostenible y políticamente inviable considerando los posicionamientos de Cristina Kirchner respecto a la problemática del ingreso", sumó Epstein. Comparado con diciembre 2019, el índice de salarios pierde 3,9% en términos reales. Tanto el sector privado registrado (-0,5%), el sector publico registrado (-2,9%), como el sector privado no registrado (-14,9%) retrocedieronn en materia de poder de compra.
En tanto, el economista jefe de Fide, Nicolás Zeolla, sostuvo que "dado que el piso de la inflación a fin de año es mayor, lo razonable es que como sucedió hace unos meses se renegocie un piso mayor de paritarias". Al mismo tiempo, subrayó: "Igualmente, es muy heterogéneo el mercado de trabajo, y por ello debe estar acompañado y conducido por el Estado. La desaceleración de la actividad de cara al segundo semestre va a debilitar la fuerza de negociación en algunos gremios".
A esta preocupación se sumó el titular de la consultora Analytica, Ricardo Delgado, quien remarcó a este portal: "Los mejores salarios (registrado privado) crecieron por debajo de la infla en el acumulado del año (tres puntos menos). Evidentemente hay un problema, y con esta tasa de inflación es imposible que se recuperen aunque se reabran masivamente las paritarias. Esto va a acelerar la inflación sin mejorar el ingreso real de los trabajadores".
Los salarios pierden la carrera
Durante los primeros siete meses del año, los salarios evidenciaron una caída del poder adquisitivo del 0,4% mensual promedio, aún cuando la dinámica inflacionaria no se encontraba tan exacerbada. Esa caída sería consistente con una pérdida real del 3,4% anualizado.
Según la consultora LCG, "como era de esperarse, al interior se destacan los trabajadores del sector privado no registrado visualizando una caída del 1,5% mensual promedio en el mismo período (vs -0,2% mensual promedio de los trabajadores registrados)". De acuerdo al documento, la caída del poder adquisitivo en el nivel general de salarios "continúa profundizándose mes a mes, acumulando en julio un recorte del 24% respecto a noviembre 2017, último techo". Y agregó: "No sorpresivamente los más afectados fueron los trabajadores informales con una caída acumulada del 38%, 17,5 puntos por encima de la observada por los trabajadores registrados (20,5%)".
Debido a la marcada aceleración en el nivel general de precios observada a partir de julio, los ajustes derivados de las paritarias firmadas hasta el momento "difícilmente puedan terminar de compensar la pérdida de poder adquisitivo", subrayó LCG. Habiéndose observado ya un aumento de precios del 7% en agosto, "esperamos que el piso de la inflación mensual se ubique en un 6,5% promedio en lo que queda del año", señaló el informe.
"Con un piso de inflación proyectada del 100% a diciembre, es difícil plantear un escenario donde los salarios ganen la carrera contra los precios. En este sentido, esperamos que en el promedio anual los salarios del sector formal caigan en torno al 1% real, consistente con un mayor deterioro hacia fin de año, orbitando valores del -8% real medido diciembre a diciembre", concluyó el informe.