En una coyuntura atravesada por la escasez de dólares, en la que a los problemas estructurales del sector externo se suma el peso que genera la deuda contraída con el FMI en 2018 y los efectos de la sequía, especialistas advierten sobre los efectos de la relación de “espejo asimétrico” entre la evolución de los salarios y el tipo de cambio. El Observatorio de Coyuntura Económica y Políticas Públicas (OCEPP), por ejemplo, alertó que “las depreciaciones del tipo de cambio real (TCR) vienen acompañadas con una pérdida de poder adquisitivo del salario, pero su apreciación no conlleva una mejora de los salarios reales”.
Al respecto, “una devaluación en este contexto agravaría la ya deteriorada situación social y no es claro que estos efectos pudieran revertirse en el corto plazo”. Por lo que cualquier movimiento del dólar “significa una espiralización aún mayor de los precios”.
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Las estimaciones señalan que entre 2018-2022 la transferencia de ingresos del trabajo al capital alcanzó cerca de 87 mil millones de dólares al tipo de cambio oficial. De cara al índice de precios de mayo, se espera que las corridas cambiarias de fines de abril, tendientes a forzar una devaluación, impacten con mayor intensidad este mes sobre todo en el rubro alimentos y bebidas.
El “espejo asimétrico”
En días en que se agudizan las tensiones cambiarias y las presiones -incentivadas por sectores de la oposición- para una devaluación, hay consenso en que, de ocurrir, tendría impacto directo en el poder adquisitivo de la mayoría de la población.
Esto no es nuevo sino que se evidencia al mirar la evolución del tipo de cambio y los salarios en los últimos años. “La asimetría se manifiesta en que las depreciaciones del TCR vienen acompañadas con una pérdida de poder adquisitivo del salario, pero una apreciación del TCR no conlleva una mejora de los salarios reales. Por lo tanto, una devaluación en este contexto agravaría la ya deteriorada situación social y no es claro que estos efectos pudieran revertirse en el corto plazo”, señaló el informe Sequía, inflación, ¿y después? del Observatorio de Coyuntura Económica y Políticas Públicas (OCEPP).
En esa línea se sostiene que “la corrida cambiaria de las últimas semanas evidenció la inestabilidad macroeconómica del país” en tanto que “los últimos datos de inflación indican una aceleración inflacionaria que se conjuga con cambios en los patrones de fijación de precios: aumento en la dispersión, mayor actualización y mayor indexación. La combinación de estos factores resulta en un incremento de las expectativas de devaluación que se evidencia en las cotizaciones de los dólares financieros”.
En este escenario analizan que si bien “los manuales tradicionales sugieren que las devaluaciones son útiles para equilibrar las cuentas externas en la medida que vuelven más competitivas a las exportaciones y encarecen las importaciones”, el principal efecto que tienen “es la caída del salario real y de la actividad económica”. En otras palabras, “se trata de un canal para reducir las importaciones a costa de una menor demanda en el mercado interno y una distribución del ingreso más regresiva”.
Por su parte desde el Área de Economía y Tecnología de FLACSO, publicaron un documento que da cuenta de la transferencia de ingresos del trabajo al capital a partir del diferencial entre la productividad y los salarios en dólares, al tipo de cambio de diciembre 2022. “En el período 2018-2022, cuando se desmorona la participación de los asalariados en el ingreso, la transferencia de ingresos del trabajo al capital alcanzó aproximadamente a 87.800 millones de dólares al tipo de cambio oficial. Medida en términos del tipo de cambio paralelo esa transferencia se reduce a 46.800 millones de dólares”. Y entre 2021-2022 “alcanzaron a 48.400 millones en tanto que medidas con el tipo paralelo fueron 25.800 millones”.
Desafíos
Desde el OCEPP consideran que “se empieza a identificar la indexación de contratos - la deuda pública por ejemplo se encuentra indexada en un 94%- y su acortamiento -las paritarias se fijan a plazos cortos o con cláusulas gatillo-, así como también la generalización de comportamientos defensivos en un marco de incertidumbre, con la fijación de precios con los dólares paralelos como referencia”, y alertan que “esto, junto a las crecientes restricciones para acceder a divisas para importar, lleva a una pérdida de la capacidad del tipo de cambio oficial para actuar como ancla”.
En este contexto, evitar una devaluación que licúe los salarios de las y los trabajadores aparece como punto central de la discusión. “El ‘efecto salario’ refiere a una marcada caída del salario real, que se observa desde 2017 y se explica por las dificultades para controlar el tipo de cambio asociadas a la aceleración inflacionaria y la escasez de reservas internacionales. La dinámica de los salarios de trabajadores informales ha sido particularmente regresiva, con caídas sucesivas, mientras que los salarios registrados permanecieron prácticamente constantes en 2022”.
En este punto remarcan que es necesario "lograr efectividad en las herramientas disponibles para evitar un total traslado a precios de una devaluación” ya que “en caso de desencadenarse tanto el poder adquisitivo como la actividad económica, se verán afectados”.
La devaluación no es negativa para todos, lo es para la mayoría que cobra en pesos y ve erosionados sus ingresos, es decir que, a la pérdida de poder de compra por la inflación, se sumaría un proceso devaluatorio que agravaría más la situación de los trabajadores. Y en ese marco “cuando la situación es crítica, las crisis de estas características legitiman socialmente reformas económicas e institucionales regresivas, aún en contra de los intereses de las grandes mayorías”.