La tímida suba de retenciones para un dúo de derivados de las soja (harina y maíz), que pasó de 31 a 33 por ciento, representa un 1,5 por ciento promedio de las ganancias de micro universo de apenas diez empresas exportadoras, que el año pasado registraron resultados positivos superiores a los 8200 millones de dólares. Pese a los tractorazos que impulsaron desde las corporaciones de la Mesa de Enlace agropecuaria en conjunto con un ala de la oposición política, los propios empresarios reconocían que no lo hacían por el impacto de la "suba en sí" sino por "las futuras medidas que podrían llegar a tomarse".
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Sólo es lobby del sector para meterle presión al gobierno, en momentos en que estaría más que justificado aplicar mecanismos más férreos de desacople, con una guerra en Ucrania y la recomposición del consumo mundial, respecto del precio de los alimentos que hoy están volando.
En medio de la "guerra contra los precios", el Ministerio de Agricultura dispuso la creación de un fondo para el trigo que se financiará con lo recaudado este año por la eliminación del diferencial de dos puntos en la retenciones para derivados de la soja respecto del poroto o residuos sin procesar. Sí, hasta los residuos de la soja se exportan, como alimento para animales.
Los empresarios del sector se quejaron porque ese diferencial supuestamente era un incentivo para industrializar la oleaginosa, lo que primarizaría aún más las ventas al exterior. Primera falacia. No son esos dos puntos de retenciones las que motivan al sector a procesar la soja y mucho menos la intención de contribuir en la industria nacional y creación de trabajo. Con o sin retenciones, los precios internacionales y la demanda los guía.
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El pellets y harina de soja cotizan entre 610 y 618 dólares la tonelada, frente a los 1719 dólares al que se exporta el aceite, más del triple, según la Bolsa de Cereales de Buenos Aires. Subir dos puntos no cambia la ecuación de los empresarios del sector. Pero eso no evitó que hasta el partido opositor Juntos por el Cambio desarrollara un "plan estratégico" para desactivar esta medida que, de funcionar bien, podría contener el precio de la harina destinada al pan hasta fin de año.
Si vemos el impacto de la medida en un escenario optimista para el sector privado, en el que se mantengan los actuales niveles altos para los commodities que la Argentina exporta, implicará una disminución de sus ganancias en torno al 1,5 por ciento, un aporte poco significativo si se toma en cuenta que el rendimiento promedio neto del sector oscila 25-30 por ciento en dólares, a partir de una mejora en las últimas semanas producto de una suba en los precios de los granos sobre una campaña ya realizada.
También tuvieron impacto por la suba de insumos, pero el retraso del dólar el año pasado, que el ministro de Economía, Martín Guzmán, utilizó como ancla inflacionaria, amortiguó esas alzas y se amplió la brecha respecto de los precios internacionales. Entre 50 y el 65 por ciento del total de costos está dolarizado. Es decir, se subsidió una parte de los costos, como la energía y los combustibles, con un dólar que creció menos de la mitad que la inflación y se elevó apenas dos puntos sobre la base de un diferencial. Igual salieron los tractores.
El complejo cerealero, incluyendo al biodiésel y sus derivados, aportó el año pasado el 48 por ciento del total de las exportaciones argentinas, según datos de la cámara de la industria aceitera (CIARA). El principal producto de exportación del país fue la harina de soja (14,2 por ciento del total), con 4658,6 millones de dólares. Le sigue el aceite de soja, con el 6,9 por ciento (2263,6 millones de dólares). En conjunto representan el 21,1 por ciento de la liquidación del complejo (6922,3 millones de dólares). El año pasado el total ingresado al país alcanzó los 32.807 millones de dólares, para un volumen de 117 millones de toneladas, a un promedio de 280 dólares por tonelada.
El año pasado el tipo de cambio se apreció un 22,5 por ciento, mientras que los precios de los principales granos en el mismo se dispararon en el último años entre 30 y 70 por ciento, según el tipo de producto o si es un subproducto. En el caso de la soja, el precio en abril pasó de 511 a 678 dólares la toneladas, mientras que el aceite aumentó a nivel internacional de 1029 a 1719 dólares la tonelada en doce meses.
Las retenciones se cobran en pesos sobre el tipo de cambio mayorista. Los 32.807 millones de dólares de liquidación del sector, a un tipo de cambio promedio de 93,5 pesos, representaron unos 3,1 billones de pesos, de los cuales 650.283,9 millones de pesos (6922,3 millones de dólares) fueron de harina y aceite de soja. Con el mismo tipo de cambio, ese ingreso extra por los dos puntos de retenciones hubiese equivalido a unos 140 millones de dólares (13.000,7 millones de pesos) de diferencia por un dólar al que en vez de quitarle el 31 por ciento se le hubiese quitado el 33 por ciento..
Con un incrementó del 40 por ciento en los granos y derivados de la oleaginoso, el gobierno estima que el impacto permitirá recaudar un piso de al menos 360 millones este año. Este incremento se explica tanto por precios internos como por el efecto de duplicar seguramente el ritmo de apreciación de la divisa respecto del año pasado.
Con los nuevos precios, las ganancias, aún restando insumos importados que se apreciaron, se ubican actualmente en 35 por ciento y las reciben una decena de empresas y los principales holding del sector que se enfocaron en la exportación de aceite en los últimos años. De acuerdo con un informe de la Bolsa de Comercio de Rosario sobre la base de datos de las declaraciones juradas de exportación, los compromisos de ventas externas de granos y subproductos (trigo, maíz, soja, cebada, sorgo, girasol, arroz, maní, entre los granos, más las harinas y los aceites vegetales y algunas legumbres) ascendieron a 117 millones de toneladas en el año 2021, casi el doble del año 2020, pero por debajo del récord alcanzado en el año 2019.
El listado de las principales empresas exportadoras, sobre las que recaerá el 2 por ciento de aumento de la alícuota, son Cargill, que el año pasado exportó 15,1 millones de toneladas (0,75 millones en harina de soja y 3,19 en aceite en aceite); COFCO, con 14,4 millones de toneladas totales (0,57 millones y 2,6 millones en harina y aceite de sojas respectivamente); Viterra, con 14,4 millones (1,4 millones y 6,3 millones) y Bunge, con 12,7 millones (0,3 y 3,2 millones de toneladas). Le siguen ADM, con 11,6 millones de toneladas totales; LDC, con 10,3 millones; ACA, con 9,6 millones; Molinos Agro, 7,2 millones; Armaggi, con 1,9 millones y CHS, con 1,4 millones.
Sobre este micro universo de grandes corporaciones agropecuarias se espera un aporte de sus ganancias proyectadas que será inferior a los 5 millones de dólares por empresas, cuando embolsaron el año pasado unos 8000 millones el año pasado. Además, se estima que podrían ganar con la actual cosecha otros 10.000 millones.