“Equilibrios dinámicos”. Así elige denominar el ministro de Agricultura Luis Basterra la necesidad de redistribuir la renta agraria, en función de que permita tanto un incentivo a la producción primaria como suplir las necesidades fiscales e industriales del país. En la entrevista que sostuvo con El Destape, planteó que “existen cultivos que, ligados al precio internacional, pueden generar tanto rentabilidad al agro como también aportes y redistribución de divisas para promover determinados sectores y actividades que hoy no son superavitarios, pero que tienen un elevado potencial de desarrollo en nuestra economía, y donde el rol del Estado es utilizar sus potestades para reasignar esos recursos”.
-El equilibrio que menciona ¿Sigue presente con los actuales precios internacionales y un tipo de cambio más competitivo que el promedio del anterior gobierno?
La fijación del nivel de derechos de exportación corresponde a la gestión macroeconomica, y por otra parte hay una norma del Congreso que le pone techo a los niveles de estos instrumentos, pero creo que sí son adecuados para este modelo de redistribución, porque actualmente la producción agropecuaria está haciendo un aporte muy importante a los equilibrios macroeconómicos, y no vemos que sus rentabilidades estén en riesgo.
-Sin embargo, un sector del campo continua exigiendo un cambio en la política de retenciones...
Hay decisiones macroeconómicas que tiene potestad de tomar el Estado, en donde los derechos de exportación tienen una cuestión central, y cuando nos plantean la eliminación de los mismos, nosotros decimos que son un instrumento macroeconomico de suma importancia. Ni siquiera el macrismo pudo negar la necesidad de las retenciones por derechos de exportación y las políticas diferenciales, pero además entendemos que hay profundizar el debate, porque una sola medida no resuelve el problema, y nosotros proponemos un dialogo sobre intereses, y en esos contextos solemos encontrar los marcos para desplegar las potencialidades en cada actividad. Diferente es cuando surgen las posiciones, porque muchas veces son estimuladas desde la política.
-¿Hay entidades del campo que actúan bajo posiciones políticas?
-No necesariamente están alineadas con sectores de la política, pero en cada entidad existen pensamientos políticos diversos, y algunos de ellos a veces se expresan sin responder a los intereses específicos del sector. En otros casos existen influencias de la política hacia sectores de presión de la ruralidad, y nosotros podemos respetar sus posturas, pero las posiciones políticas se dirimen en las elecciones.
-¿Cómo están actualmente las relaciones con la Mesa de Enlace y el Consejo Agroindustrial?
-El diálogo es permanente, aunque es muy distinto el dialogo con el Consejo y los intereses que representa, orientados a fortalecer la inversión para generar mayores volúmenes de exportación, que con la Mesa de Enlace, básicamente porque en su seno hay diferentes organizaciones y modelos de producción, que agrupa desde cooperativas y pymes agrarias hasta grandes productores, y que por lo lo tanto tienen entre sí menos puntos en común para cuando sostenemos los diálogos, porque cada sector requiere soluciones diferentes a los que se le puede dar a la Mesa de Enlace en su conjunto.
-El último de los conflictos estuvo vinculado al sector cárnico. Sostienen que la idea es ir abriendo gradualmente las exportaciones… ¿No existe riesgo de volver a los aumentos que se dieron en la primera mitad del año?
-La idea es sostener la actual política, que está permitiendo que la carne haya frenado su incremento y monitorear su evolución, de forma tal que los cortes que forman parte de la cultura nutricional de la argentina se mantengan estables. Por eso, cuando esto se vio alterado, el presidente puso un freno e intervino.
-¿Podrían haber nuevos cierres en función de los precios del mercado interno?
-Si existen variaciones se verá cual es la mejor medida, lo que hemos visto es que, luego del cierre de exportaciones, las reabrimos en un 50 por ciento, siendo este el año de mayores exportaciones, y aprobamos además los compromisos de Argentina con las cuotas, incluyendo días atrás las 3.500 toneladas mensuales de carne kosher, porque vemos que se mantiene el precio de la carne local. Lógicamente nuestra voluntad es exportadora, pero debe estar acorde al objetivo de que el precio de la carne se mantenga ajustado a las variaciones de los demás precios.
-Uno de los debates agropecuarios con mayores repercusiones el año pasado fue la posible instalación de criaderos de cerdos de capitales chinos. ¿Se avanzó en ese proyecto?
-Las propuestas de capitales mixtos chinos y argentinos para desarrollar grandes granjas no se concretaron, pero porque no se dieron las condiciones, y de hecho hoy China promueve esas inversiones en otros países, las cuales están funcionando en consonancia con las regulaciones locales. Lo importante es entender, de cara al futuro, que la producción de cerdo, realizada de forma adecuada es absolutamente deseada por la capacidad de esta producción de transformar productos vegetales en proteinas animales de alto valor, y de hecho ya tenemos una enorme expansión de granjas de cerdos en la Argentina, donde los sistemas de control funcionan.
-Un debate similar se da en torno a la soja, por su capacidad de proveer divisas pero generando al mismo tiempo un impacto ambiental...
-La soja, que es un cultivo milenario, acarrea grandes beneficios para el país. Lo que no se puede es promover su monocultivo, ni el de soja y trigo, por lo que aquí el único punto es promover una correcta rotación de cultivos, y la ampliación de la superficie de maíz ayuda mucho a esto. En relación a la deforestación, la misma se hace fundamentalmente dentro de la regulación federal, la cual permite un mejor uso del suelo sin comprometer la sustentabilidad y hoy en la escala que se está llevando adelante, no pone en riesgo ni la diversidad ni la biomasa. De hecho, nosotros solo generamos el 0,7 de los gases efecto invernadero, o sea que nuestra actividad, tanto agro como industrial es insignificante en su impacto respecto a las naciones desarrolladas.