La reducción temporal de las retenciones a los principales productos agropecuarios exportables no sólo deja al descubierto la dificultad del equipo económico de conseguir los dólares necesarios para flexibilizar el mercado sino su predisposición a seguir desfinanciando al Estado –lo que compensará con más ajuste- con tal de que arriben fondos frescos. Pese a las expresiones del ministro de Economía, Luis Caputo, en las que dejaba en claro que, por motivos presupuestarios, no era posible en el corto plazo una baja de los derechos de exportación, la semana pasada lanzó una variante de dólar soja para acelerar la liquidación del sector agropecuario.
La medida se adoptó ante la promesa del “campo” de liquidar unos 1.500 millones de dólares adicionales, provenientes de la campaña actual y de parte de los granos acopiados de la campaña anterior aún en silo-bolsas. En el sector advierten que existen 10 millones de toneladas de soja de campañas anteriores. La cifra se contrapone con los 800 millones de dólares de costo fiscal que estimó el gobierno de Javier Milei.
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Previo a reunirse con los “hombres del campo”, Caputo anunció una baja temporal de retenciones a cambio de que liquiden en menos de dos semanas las divisas de la exportación. Luego de semanas de exigencias recurrentes por parte de entidades que integran la Mesa de Enlace e incluso gobernadores, el ministro resignó recaudación futura, estimada por el equipo económico en 800 millones de dólares durante la primera mitad del año como resultado de la reducción del 20 por ciento de las retenciones y la eliminación absoluta para las denominadas economías regionales.
El Gobierno apuesta a un ingreso estimado de 20.000 millones de dólares, parte de un nuevo acuerdo con el Fondo Monetario y de operaciones de REPO con los bancos. En el transcurso del año anticipan también dólares frescos de la balanza energética. El problema es en lo inmediato. La renuencia de los productores a fijar precio y liquidar sus exportaciones en un contexto de apreciación cambiaria, baja de precios internacionales y aumento de insumos en moneda dura pone en jaque las reservas en la primera parte del año, donde se concentran los vencimientos de deuda.
Costos de oportunidad
“La reducción temporal de los derechos de exportación representa un alivio clave para los productores y la cadena agroindustrial. Los efectos positivos en la actividad económica se ven reforzados por el impacto que tendría en la generación de divisas y la estabilidad macroeconómica. Se estima que esta medida podría generar ingresos adicionales de aproximadamente 1.000 millones de dólares, dada la comercialización proyectada hasta el 30 de junio. Además, al incentivar la venta de una proporción de los stocks acumulados de soja de campañas anteriores, podrían sumarse otros 500 millones de dólares”, señala un informe de la Gerencia de Estudios Económicos de la Bolsa de Cereales porteña (BCBA) sobre Impactos proyectados de la reducción de los derechos de exportación.
La medida establece una reducción en las alícuotas de los derechos de exportación para soja y sus derivados, trigo, cebada, sorgo, maíz y girasol, y elimina de manera permanente las vigentes para las economías regionales, lo cual beneficia a una amplia diversidad de actividades productivas.
La baja de las alícuotas genera incentivos claros para que los productores comercialicen parte de los niveles de stocks acumulados, que rondan las 10 millones de toneladas de soja de campañas anteriores, al tiempo que impulsa las ventas de la campaña en curso. Esto podría traducirse en una oferta adicional significativa, contribuyendo a la generación de divisas y una mejora en la recaudación fiscal, fortaleciendo variables clave para la estabilidad macroeconómica. Sin embargo, dado el costo fiscal la mejora quedaría prácticamente neutralizada aunque con importantes cambios en su composición.
A partir de proyectar las ventas de granos a fines de junio, basadas en el ritmo promedio de las últimas campañas, es posible estimar la comercialización en los próximos meses hasta el fin de la reducción del impuesto. En este contexto, la diferencia entre la recaudación con las alícuotas actuales y las anteriores implica una mejora de aproximadamente 1.000 millones de dólares. Si además se comercializara parte del stock de soja de campañas anteriores, este valor podría incrementarse, aunque su estimación resulta compleja. “Supongamos que se vendiera la mitad de dicho stock, lo que implicaría un incremento adicional de alrededor de 500 millones de dólares”, asegura el informe de la BCBA.
En el sector ya iniciaron, además, el lobby para que luego de junio se prorrogue la medida. “Al reducir la carga tributaria, los productores dispondrán de mayores márgenes para reinvertir en tecnología y producción, particularmente si la medida se extiende más allá de junio”, detalla el informe bursátil. Lo cierto es que la liquidación, más allá del acopio con el que aguardan mejores condiciones económicas y pulsean con los gobiernos por una mayor devaluación, suele ubicarse en promedios históricos (con excepción del 2023 por la histórica sequía). El problema es que el desfasaje en el ingreso de divisas, en un momento de escasez de dólares, se convierte en un problema para la bicicleta financiera de Caputo-Bausili.
Es por eso que el Gobierno resigna 800 millones en recaudación ante la promesa de un ingreso por mayor volumen exportador de hasta 1.500 millones. Es un alto costo de oportunidad, si el agro considera que el incentivo no es suficiente para mejorar su rentabilidad y no liquida por la vía del nuevo dólar soja la cosecha actual y el stock acopiado en los campos de campañas anteriores.
Mejora indirecta a provincias
El Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF) estimó un costo fiscal de la baja temporal de retenciones en relación a ingresos y gastos fiscales nacionales del orden de 0,13 por ciento del PBI. Si se considera el resultado fiscal de 2024, se tiene una equivalencia del 42 por ciento. En relación a los ingresos no coparticipables (exclusivos de Nación), la relación es de 1,4 por ciento. Respecto a los ingresos tributarios (coparticipables y no coparticipables) que van a la Nación, la relación es del 0,8 por ciento.
En términos del gasto público, el costo fiscal de la reducción temporal de retenciones en relación al gasto primario es del 0,8 por ciento, en relación al gasto en subsidios a la energía es del 11,5 por ciento, en relación al déficit operativo de empresas públicas es del 29 por ciento, en relación a la inversión real directa es del 33 por ciento y, en relación a las transferencias no automáticas totales a provincias y CABA, la relación es del 47 por ciento.
MÁS INFO
El Instituto para el Desarrollo Social Argentino (IDESA) critica que sea gradual la baja y apunta a un mayor esfuerzo de las ya castigadas provincias. “El caso de la baja de los derechos de exportación ejemplifica que una estrategia de reforma integral es más conducente. La reducción de los derechos de exportación automáticamente lleva a que los productores agropecuarios paguen más Ganancias, IVA, Ingresos Brutos y Sellos”, sostiene el informe de IDESA.
El resultado es una situación paradójica: mientras que el 100 por ciento de la pérdida de recaudación por la baja en los derechos de exportación es soportado por la Nación, la mayor parte del aumento de la recaudación en los otros impuestos que genera esta baja lo reciben las provincias. Las provincias reciben el aumento en la recaudación de impuestos coparticipables (Ganancias e IVA) y de los impuestos provinciales (Ingresos Brutos y Sellos). Esta contradicción, propia del gradualismo, hace que la baja de impuestos vaya a un ritmo muy lento.
“Una estrategia más integral permitiría avanzar mucho más rápido en la eliminación de impuestos. En el caso concreto de la reducción de los derechos de exportación, se debería acordar con las provincias que los aumentos de recaudación que se generen en el sector agropecuario sean 100 por ciento destinados a financiar la baja de impuestos”, aconseja en el documento para jurisdicciones que el gobierno nacional ahogó financieramente durante todo el año pasado.