Pese al extorsivo lockout de las corporaciones agropecuarias, el Banco Central finalizó el viernes su mejor semana para la gestión de Miguel Pesce. Con prisa y sin pausa --y sobre todo, en silencio-- en las últimas cinco jornadas, de las cuales en tres el principal oferente de divisas impuso un cese de comercialización y salió a la ruta a cazar camiones, el Central compró ni más ni menos que 486 millones de dólares, más de 90 por ciento de las adquisiciones del organismo en lo que va de enero. En el último mes y medio, la menor tensión especulativa sobre el dólar, una administración más rigurosa de las divisas y precios de las materias primas en alza le permitieron al Central incrementar en 1188 millones de dólares las reservas, con una tendencia sólida que no se observaba hace exactamente un año, cuando ese stock alcanzaba los 45.492 millones de dólares, el máximo volumen del albertismo.
Sin importar las concesiones que se les dio al sector granario más concentrado, como una rebaja temporal de las retenciones en el último trimestre del año, las principales entidades agropecuarias no se perdieron, en plena crisis económica y sanitaria por un rebrote de casos de COVID-19, la posibilidad de iniciar el 2021 con un intento de demostración de fortaleza, capacidad daño y unidad. No cumplieron con ninguno de los objetivos, aunque lograron que el Gobierno igualmente retrotraiga otra vez medidas concretas para el sector, como el cupo de exportación para el maíz. La oferta de divisas no se vio resentida, la Mesa de Enlace perdió una de sus cuatro patas tras la negativa de Coninagro de sumarse a un lockout patronal sin ningún sentido y quedaron en evidencia la presión que busca un sector concentrado de la economía por generar una devaluación que abulte sus extraordinarias ganancias.
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La calma que exhibió el mercado cambiario en las últimas semanas parece haber desacreditado la expectativa de una mayor devaluación del peso, entendiéndose ésta como un salto del tipo de cambio por encima del ritmo que le impone la inflación, la cual en diciembre se aceleró al 4 por ciento. La estrategia de despejar al mercado de las tensiones que generaban las operaciones en mercados paralelos comenzó en diciembre a rendir sus frutos.
El ministro de Economía, Martín Guzmán, sostuvo que las tensiones cambiarias respondían a la presión del tendal de acreedores que dejó el macrismo, a los cuales se les ofreció una salida que no involucrara pérdida de reservas. Las cotizaciones paralelas y bursátiles, como el blue y el dólar Bolsa, se redujeron y se alinearon a los precios oficiales (incluyendo el 65 por ciento de impuesto y retención a cuenta). El dólar turista, el que paga el ahorrista particular, cerró la semana en 150 pesos y el informal se ubicó 9 pesos más a 159. El oficial, el que rige a la economía real, cerró en 91 pesos.
Es momento de sumar
Con menos rebote mediático que cuando se pierden, la recuperación de las reservas fue tan constante como su falta de difusión en medios hegemónicos. Según información oficial a la que accedió El Destape, el Central cerró esta semana, la mejor en un año, con compras netas de divisas por 486 millones de dólares. El mejor día fue el lunes, cuando comenzó el lockout y el organismo que comanda Pesce adquirió más de 190 millones de dólares que fueron a parar a las reservas. El viernes cerraron con compras por 70 millones de dólares. "En el mes ya pasamos los 500 millones de dólares y en diciembre habían sido más de 600 millones", destacó una alta fuente del BCRA. Estas cifras no se veían desde enero, cuando se llegó a comprar 783 millones de dólares.
El impacto en las reservas, descontando el pago de compromisos de deuda, adquisición de importadores y particulares fue una recomposición desde el 1 de diciembre de 1188 millones de dólares, al pasar de 38.619 millones a 39.807 millones el viernes último, una mejora que no se registraba desde enero del 2020. La mejora parece confirmar que la devaluación es evitable, aunque requiera mantener la rigurosidad en los controles y la administración del comercio exterior.
El aumento de reservas desde el 1 de diciembre representa un 17 por ciento de la pérdida de 6840 millones de dólares que se registró desde el tope de mediados de enero del año pasado y el último día de noviembre. De todos modos, con pandemia, fue menor a la pérdida de 20.938 millones de dólares que dejó el macrismo en 2019, pese a la inyección de liquidez del Fondo Monetario. En 2018 el BCRA había vendido 15.968 millones de dólares y por el histórico préstamo del Fondo cerró el año con aumento de reservas; un claro ejemplo de lo que significa tomar deuda para financiar la fuga de capitales.
La calma cambiaria también se reflejó en la suba de los depósitos en dólares durante diciembre. Ese mes subieron 8,7%, equivalente a 1279 millones. En enero las primeras cifras alertan sobre una caída de depósitos en dólares.
Un delgado equilibrio
El correlato natural de esta posición compradora de divisas fue en diciembre la inyección de unos 51.000 millones de pesos. Para esterilizar esta emisión el organismo utiliza instrumentos de deuda remunerados, principalmente Letras de Liquidez. Los pasivos remunerados suman en la actualidad los 2,7 billones de pesos, con un alza promedio para el 2020 de 43 por ciento.
Un informe privado señala que tres fueron los factores explicaron la expansión de la base monetaria durante diciembre: la asistencia al Tesoro por 347.000 millones de pesos; el pago de intereses por los pasivos remunerados por 89.000 millones y la compra de divisas al sector privado por 51.000 millones. El BCRA absorbió parte de esta inyección vía esterilización de 230.000 millones de pesos. El stock de pasivos remunerados se encuentra aún lejos de la burbuja de Letras del Banco Central (Lebac) que generó el macrismo con su política ultra contractiva para controlar la inflación. Otro fracaso rotundo de la ortodoxia. Según un estudio del Grupo de Estudios de la Realidad Económica y Social (GERES), se halla a 68 por ciento en términos reales del máximo que se registraba en enero de 2018.
La fragilidad de las reservas no desapareció. El relevamiento de GERES destaca que más de la mitad del stock corresponde al swap (intercambio) de divisas con China. De acuerdo con la información actualizada al 7 de enero, cuando el stock se ubicaba en 39.556 millones de dólares, el Central contaba con 4924 millones de reservas netas (lo que se conoce como de libre disponibilidad), de las cuales solo 1132 millones eran líquidas. El convenio con el gigante asiático representa 20.062 millones de dólares, 10.951 millones en encajes de depósitos privados en moneda extranjera, 460 millones en Derechos Especiales de Giro (DEG) del FMI y 3159 millones en obligaciones con organismos internacionales de crédito.