La Unión Europea es la principal importadora global de harina de soja, producto del que Argentina es el primer exportador mundial. Sin embargo, a fines de este año comienza a regir la Resolución 1115 que lanzó la Eurozona en 2023 para el ingreso de productos que no cumplan con ciertos requisitos medioambientales, una pésima noticia para el plan de acumulación de reservas del gobierno de Javier Milei. Desde 30 de diciembre próximo, pese a las negociaciones entre Mercosur-UE, el Proyecto Visec impide el ingreso al mercado ni comercializar en el Viejo Continente productos que contengan, se hayan alimentado o se hayan elaborado utilizando ganado bovino, cacao, café, palma aceitera, caucho, soja y/o madera. Las únicas salvedades es que “estén libres de deforestación: es decir, que hayan sido producidos en tierras que no hayan sufrido deforestación después del 31 de diciembre de 2020”.
La medida impactará de lleno a la Argentina. Según las cifras de la Fundación Vida Silvestre, a nivel global la deforestación fue de 6,6 millones de hectáreas en 2022, lo que significa que aumentó un 4 por ciento, en comparación con 2021 (impactando en el programa a otros países agro-productores). “Argentina sigue esta misma tendencia: la deforestación del 2022 fue de 212.000 hectáreas, lo que representa un aumento del 4 por ciento con respeto al año anterior”, señala el informe. Tanto en volumen como en valor exportado, la Argentina es el país que más orientado tiene a su complejo soja al mercado de la Unión Europea. En este sentido, el 21 por ciento del volumen exportado de poroto, harina y aceite de soja en 2022 se embarcó con destino a la UE.
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Las exportaciones de soja a UE
Esta participación se encuentra por encima de los otros grandes exportadores del Complejo Soja del mundo. En este sentido, cerca del 15 por ciento del poroto, harina y aceite de soja exportados por Brasil van a la UE, una participación que desciende al 11 por ciento en el caso de Paraguay y al 7 por ciento para Estados Unidos. Estos países, junto con Argentina, representan el 87 por ciento de las exportaciones globales de harina de soja de los últimos cinco años. “No conforme con ello, estos cuatro países explican también cerca del 70 por ciento de las exportaciones mundiales de aceite de soja y más del 93 por ciento del comercio global de poroto de soja”, según datos de la Bolsa de Comercio de Rosario.
La elevada participación argentina en la UE se explica fundamentalmente por las exportaciones nacionales de harina de soja al bloque europeo. La Unión Europea es la principal compradora de este producto en la Argentina, además ser el principal importador del mundo. La UE es el principal socio comercial del Complejo Soja argentino.
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El bloque europeo importa tres veces más harina de soja argentina que Indonesia o Vietnam, los países que ocupan el segundo y tercer lugar entre los destinos de las exportaciones argentinas de harina y pellets. Por otro lado, si bien la Argentina es el principal proveedor no europeo de aceite de soja para la UE, su participación se ubica apenas en el 4 por ciento del consumo total del bloque.
La industria aceitera de la Argentina, establecida mayoritariamente en el Up River, es la originadora del grueso del abastecimiento argentino de soja para el bloque europeo. De esta manera, Argentina provee casi un tercio de las importaciones de harina de soja de la Unión Europea. En el promedio de los últimos cinco años, cerca del 70 por ciento de las exportaciones argentinas del Complejo Soja a la Unión Europea consistieron en harina de soja. Pero esta se pone en riesgo con la aplicación del Programa Visec para la próxima campaña.
La Unión Europea es el principal destino de exportación del biodiesel argentino, producto actualmente excluido de las normativas europeas de deforestación. No obstante, la norma dispone que no más allá de junio del 2025 se hará una revisión de impacto, prestando especial atención a la posible inclusión de biocarburantes. Con este contexto tan especial, Visec es el proyecto fundamental para que la agroindustria argentina pueda asegurar la exportación de productos que provengan de áreas no deforestadas.
Las causas de la normativa
“El bloque europeo avanza cada vez más hacia una orientación estratégica en lo que hace a su dinámica comercial, energética y de inversiones. En un mundo que se mueve hacia cadenas de suministros más resilientes y estratégicas, la Unión Europea no se queda atrás”, justifica la Unión Europea en los considerandos de la ley. Más aún, en el marco del cambio climático, esta orientación indudablemente está presenta a la hora de pensar políticas de mitigación y adaptación para el calentamiento global. El Pacto Verde Europeo, en busca de la neutralidad del carbono de Europa para 2050, va en este sentido.
En lo que hace a la producción alimentaria, la sostenida Política Agropecuaria Común (PAC) ha permitido a la Unión autoabastecerse de una amplia gama de alimentos. El bloque europeo hoy disfruta una producción más que suficiente para abastecer su consumo interno de carnes, lácteo y cereal.
Sin embargo, que en el caso de commodities como la harina de soja, esto no ha podido darse de la misma manera. Actualmente apenas el 8 por ciento del consumo de harina de soja de la Unión se abastece con producción del bloque. Para peor, las estimaciones más optimistas para la producción agrícola europea esperan un recorte de importaciones europeas de soja de apenas el 15 por ciento hacia 2050.
En este sentido, la UE busca acoplarse, pero sin plafón a las medidas que toma Estados Unidos para este tipo de importaciones. Los mismos productos alcanzados por la normativa de la UE se encuentran en las iniciativas de Estados Unidos, un país que difícilmente tenga necesidad de importación de ellos –es un gran producto de granos—, además que su proceso de avance de la agricultura sobre bosques ocurrió en otros momentos. La otra iniciativa, la de Gran Bretaña, está en posición similar a la de UE en lo que respecta a la necesidad de productos importados.
En resumen, a partir de fin de año, todos los operadores o traders europeos también deben llevar los datos de los proveedores y de los compradores del producto relevante, toda la documentación que asevere de forma fehaciente que dicho producto se encuentra libre de deforestación y cumple con los requisitos legales del país de origen. En este caso, será clave la trazabilidad del producto desde la salida del producto de su lote de producción hasta su arribo ante la Aduana del país miembro de la UE.