Este miércoles se conoció la opinión de los analistas de las Reservas Federal, que decidieron mantener la tasa de interés rectora para marza sin cambios en un nivel alto de 5,25 por ciento anual, mientras continúa su lucha contra la persistente inflación estadounidense. El consenso de los banqueros es que, al encarecer el endeudamiento, ya sea mediante préstamos, tarjetas de crédito u otras herramientas financieras, las personas y las empresas gastarán menos y la inflación caerá hasta un nivel deseable, en este caso, del 2 por ciento anual.
Es una maniobra que busca emular el Gobierno de Javier Milei con un fuerte congelamiento de la actividad. En el caso de la tasa estadounidense, el impacto para la Argentina es doble: por un lado el encarecimiento resultante del dólar abarata los commodities que se exportan y, por el otro, encarece el crédito en momentos en que el país busca financiamiento para dolarizar la economía.
La inflación yanqui no cede
Es una mala noticia pero podría haber sido peor. La incesante inflación en los Estados Unidos había generado dudas respecto de los próximos movimientos que podría adoptar su banco federal (FED) respecto de la tasa de interés del sistema. El ritmo de aumento de los precios, medido por el índice al consumo, se encuentra estancado en poco más del 3 por ciento anual (un punto por encima del objetivo), lo que anticipa que, al menos, el banco central tenga que mantener las tasas más altas durante más tiempo.
Sólo en caso de que la inflación se ubica en el nivel objetivo de 2 por ciento anual, cabe esperar que la Reserva Federal podría empezar a recortar las tasas de interés en su reunión de junio, con dos recortes adicionales antes de finales de este año.
Sin embargo, los precios minoristas no aflojan. En buena medida, los costos de la vivienda, que tienen en cuenta dos categorías diferentes: el de alquilar un lugar y cuánto podría cobrar por la renta un propietario de su propia residencia si la alquilara se dispararon en los últimos meses. Algunos especialistas auguran una baja, gracias al auge de la construcción en ciudades que experimentaron altos niveles de crecimiento demográfico tras la pandemia, especialmente en ciudades del Cinturón del Sol como Austin y Atlanta. Sin embargo, ese fenómeno no está ocurriendo.
Esta persistencia se debe en buena medida a la escasez de viviendas en todo el país y a la crisis de asequibilidad derivada del aumento de las tasas de interés hipotecarias. Precisamente, la política de suba de tasas, como la que aplica la Argentina, se transforma en una barrera infranqueable para la baja de inflación, al tiempo que ya comienza a preocupar el efecto negativo en la actividad y el empleo.
Cómo afecta a la Argentina
Cuando la Reserva Federal sube las tasas implica que un bono libre de riesgo del Tesoro norteamericano paga más (ofrece un mayor rendimiento). Esto absorbe liquidez global (fly to quality), por lo que el conjunto de las economías emergentes sufre tanto a nivel de financiamiento como a nivel cambiario. Esto se traduce en lo que conocemos el riesgo país, esa sobretasa que un país tiene que pagar para igualar la relación riesgo/seguridad que ofrecen los bonos estadounidenses. Estos últimos se los considera libre de riesgo, por tener la "maquinita de imprimir dólares".
En este contexto, los inversores globales tienen mayor avidez a correrse de países emergentes hacia activos seguros como bonos del Tesoro de EEUU o el dólar estadounidense. Como consecuencia, se encarece el financiamiento a nivel mundial, impacta en las monedas y en el precio de las commodities
En su panorama sobre para empresas no financieras para el próximo año, Moody’s Investors Service consideró la inestabilidad en el mercado de las commodities como uno de los tres factores que la llevaron a calificar como negativa la perspectiva para ese tipo de compañías e inversiones en la región. Los otros dos son el lento crecimiento económico y la persistencia de altas tasas de interés en la región. A modo de aclaración: una economía dolarizada como la que plantea el gobierno de La Libertad Avanza amplificaría estos efectos negativos sobre las exportaciones.