Veinte años después de que una empresa nacional tuviera que cerrar como consecuencia de las políticas de desindustrialización implementadas en los ‘90 y que derivaron en la posterior crisis económica del 2001, la misma fábrica -recuperada y puesta a andar por sus trabajadores- se destaca hoy por su crecimiento productivo que le permitió no solo ser líder en su rubro a nivel local sino también exportar a la región y encaminar sus ventas hacia el mercado europeo. En este punto aparece el papel que juega el acompañamiento del programa nacional “Sello de Buen Diseño” que apunta al desarrollo industrial argentino y a fortalecer su nexo con el mundo: el 25% de las empresas que fueron distinguidas por dicho programa ya exportan al mundo, de acuerdo con datos oficiales.
En ese sentido, unas 315 firmas fueron reconocidas como parte de la política que lleva a cabo la secretaria de Industria y Desarrollo Productivo, que busca mostrar y potenciar la inversión productiva nacional y su aporte al entramado económico, destacando “la innovación, calidad de diseño, apuesta a la producción local y posicionamiento en el mercado”.
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El programa del Estado nacional que comenzó en 2011, distinguió este mes a 454 productos de unas 16 pymes y emprendimientos de diferentes provincias del país, alcanzando “récord de participación desde su creación”.
Hecho en casa
El Sello de Buen Diseño argentino es una distinción que realiza el Ministerio de Economía a las empresas que “a través de la incorporación de estrategias de diseño, implementan mejoras en sus procesos industriales y en sus productos para promover su competitividad y productividad”, de acuerdo el organismo nacional.
Desde hace doce años se sostiene esta política pública que apunta a la visibilización de la producción y el trabajo argentino así como a acompañar estrategias de comercialización y exportación a través, por ejemplo, de la participación en ferias nacionales e internacionales. En relación, se realizaron en el año diferentes exposiciones que convocan a las empresas distinguidas para que puedan exponer sus productos, sumado a la publicación de un catálogo y la participación en rondas de negocios y exposiciones. Según indicaron desde la secretaria de Desarrollo Productivo a cargo del programa, el objetivo es “lograr una mayor visibilidad nacional e internacional” y fomentar “la asociación para crear grupos de exportadores, participar en el envío de productos a ferias internacionales, utilizar el sello distintivo y obtener beneficios para licenciar la Marca País”.
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La selección de los productos que reciben la distinción oficial está a cargo de un grupo de profesionales que evalúa los productos presentados que abarcan desde el sector industrial y de transporte, a mobiliario y equipamiento, indumentaria, calzado y accesorios, comunicación, oficina y recreación. “No sólo distingue productos, sino que también les permite a aquellos que no recibieron el reconocimiento iniciar un proceso de mejora continua de la calidad con el diseño como eje rector. Y para sostener esto lo que necesitamos no es menos universidades sino más, trabajando en el territorio, con las pymes, que son en definitiva quienes mueven la economía”, destacó en el reciente encuentro con las empresas premiadas Anabela Rondina directora de la Licenciatura en Diseño Industrial de la Universidad Nacional de Hurlingham e integrante del equipo evaluador.
Valor argentino al mundo
La empresa Durax-Cristalux está ubicada en Avellaneda, provincia de Buenos Aires. Su historia, como la de muchas otras firmas industriales del país, se vio atravesada por las políticas neoliberales de desindustrialización aplicadas en la última dictadura cívico-militar y continuadas en el menemismo, y la empresa que había nacido a fines del 1800 terminó por quebrar en 1999, dejando a más de 600 familias en la calle, sin indemnización.
Sin embargo, fue recuperada por sus trabajadoras y trabajadores que retomaron la actividad de producción de vajilla y envases de vidrio en 2002. Con tiempo, esfuerzo y no pocas dificultades, fueron sumando nuevos modelos de diseño y para 2021 ampliaron la capacidad de producción e incorporaron mayor mano de obra, llegando hoy a emplear a más de 300 personas que producen más de 250.000 unidades diarias. Actualmente la Cooperativa Cristal Avellaneda tiene el 55% del mercado local de vajillas en tanto que exporta a diferentes países de América Latina como Paraguay, Uruguay, Brasil y Bolivia, y fue reconocida con el Sello de Buen Diseño a partir del que proyecta ampliar su mercado a Europa.
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“La nuestra es una historia de superación, estamos orgullosos de dónde salimos y hasta dónde llegamos. Nos llena de emoción y nos hace generar más compromiso y redoblar los esfuerzos para nunca bajar los brazos, aún en los momentos más adversos. Queremos hacer más grande la industria argentina de la que formamos parte”, expresó en el encuentro con otras firmas distinguidas, Cora Pena, subgerenta de la cooperativa. Según contaron, a partir del reconocimiento del gobierno nacional, la empresa pudo llevar sus platos de alta gama a la feria de diseño de interiores más importante del mundo en París, y desde entonces “avanzar en un contrato de distribución con un posible representante para Francia y otros países europeos interesados en su producción”.
En relación, el secretario de Industria y Desarrollo Productivo nacional, José Ignacio de Mendiguren, dijo ante las firmas premiadas que “el caso de Cristalux es emblemático porque representa el impacto demoledor de las políticas desindustrializadoras de los años ´90 que nos dejaron con miles de fábricas cerradas, representa también el ímpetu que se recuperó a partir de 2002 cuando el país apostó por políticas productivas y no por alquimias financieras, y ahora con este reconocimiento y el crecimiento exponencial que tuvo en estos últimos años, encarna lo que puede hacer una pyme argentina cuando cuenta con el apoyo de políticas concretas”.
Otras experiencias de exportación
Entre los emprendimientos y las pequeñas y medianas empresas que recibien el reconocimiento del Sello de Buen Diseño, sobresalen aquellas que han logrado, al igual que Durax-Cristalux, comenzar a vender sus productos al mundo. Ese es el caso de la firma Vacalin que produce el dulce de leche y exporta a Estados Unidos, Brasil, Corea del Sur y Siria, y avanza en un nuevo tipo de envasado para ampliar sus mercados de exportación, así como de LUG Argentina, un empresa misionera que elabora lámparas eléctricas y equipos de iluminación sustentables y que exporta a Brasil.
Se agregan otras como la firma rosarina Crucijuegos, cuyos productos llegan a la región y por intermedio del programa estatal busca abrirse camino en Norteamérica, así como la empresa Sunny Argentina que vende ciruelas desecadas, puré de ciruelas y otros frutos secos desde Mendoza con destino a 40 países del mundo, y la experiencia de Ingeniería Mega dedicada la fabricación de torres secadoras de cultivos que también exporta a otros 34 países.
También destacan las experiencias de Tassaroli que produce maquinaria para el sector minero e hidrocarburífero, la de Crowie que produce snacks saludables con rumbo a diferentes países europeos, la de Wiener Laboratorios, dedicada a testeos para el diagnóstico de enfermedades en Brasil, México, Polonia y Suiza, y el rol de PSA cuyos purificadores de agua se venden en toda la región y también en Europa, entre otras pymes argentinas que con el apoyo estatal avanzan en vender sus productos al mundo.