Una relevante separata con propuestas fiscales sustantivas y metas realistas junto a una agresiva reducción de la inflación, aunque con varias amenazas internas y externas palpables. Esta es, a resumidas cuentas, la opinión que los expertos tienen del Presupuesto 2023 presentado por el Gobierno la semana pasada.
La "ley de leyes" del año próximo, introducida por el Ministerio de Economía en Diputados el jueves pasado, prevé en términos generales una reducción de la actividad combinada con un mejoramiento de los índices de estabilidad macroeconómica, que deberían a su vez conducir a una mejora en la situación social.
Una propuesta fiscal novedosa pero con riesgos
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El punto clave estará en la reducción del déficit en 0,6 puntos porcentuales, del 2,5 al 1,9%. El Gobierno, sin embargo, estima que podría incluso alcanzarse en superávit si el Congreso avanza con la propuesta de reducir varias exenciones o beneficios impositivos, es decir, el denominado "gasto tributario", tal como incluyó en una "separata" o adenda no vinculante al proyecto principal.
Los especialistas resaltan la novedad que supone esta propuesta y la ven como algo positivo para, al menos generar el debate público. "Me parece bien poner el debate en el tapete. Es relevante pedirle al Congreso que discuta qué se prioriza y qué no", afirmó Sergio Chouza, titular de la consultora Sarandí. "En un esquema de tributación ideal, uno desearía eliminar todas estas perforaciones. Es muy importante que se discutan", coincidió, en otro plano ideológico, Isidro Guardarucci, economista de FIEL especializado en Presupuesto.
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De todos modos, remarcaron, se debe distinguir entre la quita de beneficios impositivos con y sin potenciales consecuencias adversas para la macro. "Hay que empezar por lo más obvio como la eliminación de la exención de Ganancias para los jueces, que no tiene riesgo en términos de actividad", resaltó Florencia Di Prinzio, economista de CEPA. En total, los jueces dejan de pagar 237.000 millones de pesos, un 0,16% del PBI. "Uno de cada 1000 pesos es una torta relevante", consideró Chouza.
En cambio, otras de las propuestas pueden ser de doble filo por su posible repercusión negativa, como la suspensión de la exención de Ganancias para cooperativas o de los regímenes de promoción fiscal para pymes o la región patagónica. "Debe evaluarse el impacto en cada actividad", señaló Di Prinzio. Las pymes, beneficiadas con la inclusión de un blanqueo para el pago de importaciones, pueden verse resentidas si se concreta una reducción o suspensión de los regímenes impositivos de promoción económica que las favorecen.
Para Guardarducci, esta eliminación de gastos tributarios deberían usarse en "un plan de consolidación fiscal" en el que, por ejemplo, compensar la eliminación de las alícuotas especiales del IVA con una reducción de otros impuestos.
De todos modos, otros opinaron que lo pautado en la "separata" no necesariamente es fundamental. "Tenés una inestabilidad cambiaria impresionante, que es prioridad ordenar. Sacar o no incentivos fiscales no creo que mueva mucho el amperímetro", estimó Eduardo Crespo, economista de FLACSO.
Metas más realistas
"Trabajamos en un Presupuesto creíble y realista. El anterior era muy teórico y no anclado a la realidad", señalaron desde el Gobierno. Las principales metas, como un déficit del 1,9%, un crecimiento del 2% y un dólar a 219 pesos promedio, se encuadran dentro de los lineamientos del FMI.
Los especialistas coincidieron en lo plausible de estos números. El déficit, se trate o no la propuesta de la separata, puede lograrse simplemente con quitas de subsidios (por ejemplo a las tarifas) y reducciones de transferencias corrientes a las provincias, anticipó Di Prinzio.
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El crecimiento del 2% "es poco", consideró Crespo, al avalar el realismo de la cifra. Para Di Prinzio, en el mismo sentido, ni siquiera representa un nivel de desaceleración fuerte por el rebote estadístico del crecimiento de 2022.
El dólar, estipulado en $269 a fines del próximo año, resulta un número "muy optimista", estimó Crespo, aunque plausible si se reduce la brecha y no hay saltos cambiarios. Según Chouza, el tipo de cambio "no tendrá grandes inconvenientes" porque dependerá de las microdevaluaciones del BCRA, que se mantuvieron estables hasta el momento.
Al contrario, la meta más compleja será la de inflación, que los economistas reconocieron como agresiva al suponer una baja de 35 puntos desde el 95% previsto en 2022 a un 60% el año próximo. "Parece demasiado optimista. La dinámica nos hace pensar en un 2023 con una inflación difícilmente por debajo de la de este año", opinó Guardarucci al respecto.
Las amenazas
Con números relativamente realistas, los analistas también concordaron en que el mayor peligro para el cumplimiento del Presupuesto estará en las amenazas que presente la coyuntura, tanto internas como externas.
En el frente externo, todos coincidieron en que el condicionante básico de las cifras del Presupuesto es que no se produzcan shocks de los precios atados a las commodities, particularmente de la energía. A eso, Crespo y Chouza agregaron las consecuencias negativas que tendría una suba agresiva de tasas en Estados Unidos. Con todo, el equipo de Massa contempla el impacto en el intercambio comercial que traerá aparejada la recesión en la que puede caer Europa en los próximos meses.
El frente interno es más complejo y las posibles amenazas locales provienen de varios frentes. Por supuesto, una amenaza clave es que no perdure la acumulación de reservas. "El problema sería que la coyuntura del dólar soja sea solo un veranito y después volvamos a una situación de estrés de reservas grave", explicó Crespo.
"Otro punto es cuán dispuesto está el mercado a financiar al Estado porque se espera que el financiamiento del déficit sea más con colocación de deuda en el mercado local y no con emisión, tal cual pide el FMI", señaló Di Prinzio.
El principal inconveniente interno sería una "aceleración inflacionaria" que el Presupuesto no contempla, advirtió Guardarucci. En este punto surgen los condicionantes políticos. Di Prinzio opinó que "en Argentina hay una dinámica especulativa que funciona de una manera más política que económica", no siempre justificable por costos o variables macro. Para Chouza, la amenaza también puede surgir del propio oficialismo, con los "posibles shocks políticos" generados por "un desalineamiento dentro del Gobierno respecto al programa de Massa" que dé lugar a nuevas tensiones cambiarias y financieras.