Crece la categoría de los trabajadores formales pobres, cuyos ingresos no llegan a cubrir el costo de una canasta básica total. Las estadísticas oficiales ya dan cuenta de que el ingreso promedio de los formales ya está por debajo de la línea de la pobreza.
Según el Indec, el valor de una CBT alcanzó en enero de este año los $596.823. Por su parte, la Secretaría de Trabajo, Empleo y Seguridad Social informó que la Remuneración Imponible Promedio de los Trabajadores Estables (Ripte) ascendió en enero de este año a $555.269. Eso quiere decir que los empleados formales estables ya tienen, en promedio, ingresos inferiores a una CBT y, por tanto, están por debajo de la línea de la pobreza.
Ante estos números, habría que considerar que el RIPTE exhibe la evolución de los salarios antes de descuentos (sueldos brutos). Si se toma en consideración el salario de bolsillo (neto) la diferencia es aún mayor.
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“Es un escenario muy complicado, porque deprime el consumo y tiende a potenciar la recesión. Además, hace correr el tiempo social y político para lo que quiere hacer el Gobierno”, explicó Camilo Tiscornia, director de C&T Asesores Económicos. Y agregó: “De todos modos, lo que estamos viviendo es el peor momento. Hay un aumento muy rápido de los precios que los ingresos no han podido seguir, pero poco a poco se van a ir recomponiendo. Todo va a estar supeditado a que el marco de política económica se pueda mantener en el tiempo”.
Por su parte, la consultora Empiria, que encabeza el exministro de Economía Hernán Lacunza, mostró más claramente aún la evolución divergente entre el poder adquisitivo del salario promedio y el costo ascendente de la Canasta Básica Total (CBT), que define el umbral de pobreza.
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Cae el poder adquisitivo de los salarios
La licuación del poder adquisitivo de los salarios de aquellos trabajadores y trabajadoras bajo relación de dependencia fue total. Milei lo hizo. De acuerdo al análisis realizado por el Centro de Investigación y Formación de la República Argentina (Cifra – CTA), la caída real fue del 21,3% entre noviembre de 2023 y enero de este año. Con un agravante: el precio de los alimentos subió más que la media de los precios, por ende, la pérdida en la capacidad de compra de la comida fue del 24%.
El ajuste por shock incluyó el recorte del gasto público, la motosierra para los envíos de recursos hacia las provincias, todo combinado con una escalada inflacionaria. El titular del Poder Ejecutivo había anticipado que su gestión arrancaría con estanflación. El trabajo del Cifra – CTA, con la firma de Mariana González, lo calificó de recesión inducida.
“Una vez asumido el nuevo Gobierno, con una devaluación que duplicó el valor del dólar, el nivel de precios mostró una subida extraordinaria. El único freno, una recesión inducida, que también fue extraordinaria por su velocidad y profundidad”, sostuvo González.