El Gobierno de Javier Milei plantea un importante recorte de los planes sociales, lo que explica hasta casi la mitad de los ingresos en los hogares de menores recursos. En el agregado, los programas de transferencia de ingresos nacionales tienen alrededor de 7 millones de beneficiarios e implican un presupuesto de 1,2 por ciento del PBI. Sin embargo, el impacto de esto es significativo como consecuencia de su magnitud y alto grado de focalización sobre los estratos más bajos, llegando a representar hasta el 58,9 por ciento de los ingresos de ese sector. Estos programas, además de su impacto distributivo, estimulan el consumo, lo que reduce esa inversión presupuestaria vía recaudación.
El ajuste sobre estas partidas sociales tendrá entonces como consecuencia una reducción del consumo; por ende, se verá afectada la actividad y la recaudación, haciendo todavía más profundo el ajuste. Para los hogares de menores recursos el ajuste será doble; por un lado, por la pérdida de poder adquisitivo de los ingresos, por la eliminación directa de buena parte de las fuentes de obtención de éstos, y, por el otro, por el recorte en los programas sociales focalizados que mejoran la situación de esas familias.
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Estimaciones del Centro de Estudios Distributivos, Laborales y Sociales (CEDLAS) indican que los subsidios contemplados en los programas de transferencia implican, en promedio, “una mejora del 141 por ciento en el ingreso equivalente de los participantes del decil 1 (el 10 por ciento más pobre)”. Es decir, eliminar este subsidio, implica reducir en un 58,5 por ciento los ingresos actuales de este segmento. “El aumento es del 115 por ciento al considerar toda la población de ese decil. Esos valores descienden rápidamente al considerar a deciles más altos. El impacto sobre el ingreso de los hogares beneficiarios es del 44 por ciento en el decil 2; 29 por ciento en el 3 y 21 por ciento en el 4”, agregó el documento. El impacto es menor al 20 por ciento entre los deciles 5 y 7 y menor al 10 por ciento para el resto.
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El 60 por ciento del impacto redistributivo proviene de la AUH y programas asociados. El gasto en estos programas contribuye con 0,79 puntos en la mejora de los indicadores de distribución del ingreso. El impacto de otros programas, aunque relevante, es sustancialmente menor: Potenciar Trabajo, 0,42 puntos y Progresar, 0,10 puntos, de acuerdo con las cifras que refleja el Coeficiente GINI.
Estos programas otorgan subsidios monetarios mensuales a familias y personas en situaciones de vulnerabilidad a cambio de cumplir ciertas condicionalidades y/o alguna contraprestación laboral. La Asignación Universal por Hijo y el Potenciar Trabajo constituyen en la actualidad los dos programas más representativos en esta categoría. Estos programas nacionales, y otros complementarios, tienen como objetivo aliviar las situaciones de pobreza y crear condiciones para su superación, señala el informe elaborado por los investigadores Leonardo Gasparini, Iván Albina y Luis Laguinge.
Los programas de transferencias de ingresos
El 41,1 por ciento de los beneficiarios de la AUH pertenecen al decil de menores ingresos. Los cuatro primeros deciles –el 40 por ciento de la población con menores recursos—reúnen al 87,5 por ciento de los perceptores. La AUH es un programa bastante focalizado en los pobres, pero con beneficios que se extienden a estratos medios; de hecho, el 10,9 por ciento de los beneficiarios pertenecen a los deciles 5 a 8.
Estas transferencias implican una importante mejora en el “ingreso equivalente de los hogares”, que contempla este tipo de aportes en el presupuesto familiar. A modo de ejemplo, para una familia “tipo” del percentil 3, la AUH implicaría un aumento del 87 por ciento de su ingreso equivalente. Ese impacto crece al 123 por ciento para una familia semejante, pero con 4 hijos, y al 138 por ciento para una familia con 5 hijos. El impacto cae a 99 por ciento para una familia con 8 hijos, dado el límite de la AUH en cinco hijos. El impacto cae fuertemente a medida que consideramos deciles de ingreso más altos.
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En el caso del programa Progresar, más del 25 por ciento de sus beneficiarios pertenecen al decil más pobre de la distribución y más del 77 por ciento del total de participantes provienen del 40 por ciento de menores ingresos. “Los estratos medios tienen una participación menor, pero no nula en el programa: los deciles 5 a 8 capturan el 21,2 por ciento de los beneficios”, de acuerdo con el informe de CEDLAS.
Dada su menor magnitud en comparación con la AUH, el impacto del Progresar sobre los ingresos es menos fuerte. De cualquier forma, para las familias más vulnerables, el impacto no es menor. Las transferencias de este programa representan un aumento del 11 por ciento del ingreso equivalente para los hogares del decil 1 que participan del programa. El impacto es del 7,8 por ciento para los hogares del decil 2, cae a menos del 5 por ciento entre el decil 4 y el 8, y a menos de 2 por ciento en los últimos dos deciles.
El impacto directo del Progresar sobre la pobreza y la desigualdad es modesto, pero no insignificante. La existencia del programa (ignorando otras repercusiones que pueda tener sobre el mercado laboral y el resto de la economía) implica una caída de la tasa de pobreza general de un 1 punto porcentual, valor que se incrementa al focalizar el análisis en el grupo objetivo del programa, en la indigencia, y al utilizar la brecha como indicador de carencias. Así el impacto estimado es de 14 por ciento sobre la indigencia de los jóvenes entre 16 y 24 años, medida con el indicador de brecha.
“Por su parte, el Potenciar Trabajo sería un programa bastante bien focalizado en los estratos de menores ingresos de la población”, sostiene el documento. Un 28,5 por ciento de los beneficiarios de este programa pertenecen al decil 1, mientras que el 77,6 por ciento del total de participantes se concentran en los cuatro primeros deciles (el 40 por ciento de los hogares más pobres) de la distribución del ingreso.
En promedio, los subsidios del programa implican un aumento del 43 por ciento en el ingreso equivalente de los participantes del decil 1. El aumento promedio es del 15 por ciento al considerar toda la población de ese decil. De acuerdo con nuestras estimaciones el impacto directo del Potenciar Trabajo contribuiría con una caída del 3 por ciento en la tasa de incidencia de la pobreza y 19 por ciento en la tasa de indigencia.
Estas estimaciones permiten anticipar los efectos de una política de ajuste discrecional de los programas sobre los niveles de pobreza, indigencia y actividad, sin descartar el impacto que pueda tener sobre el mercado laboral, su costo fiscal y sobre la comparación con políticas alternativas, entre otros temas.