Tasa negativa: el peligro escondido en el particular ajuste de Milei

El plan "híper ortodoxo" del Gobierno se diferencia de un ajuste clásico porque no tiene una tasa positiva. Qué busca con esta política y por qué puede arruinar el plan entero.

29 de enero, 2024 | 00.05

Que Javier Milei propone para su gobierno un ajuste ortodoxo no es ninguna novedad. Sin embargo, su plan esconde una particularidad histórica: incluye una política de tasa negativa. Los economistas entienden que se trata de una medida que obedece a la voluntad de licuar los pasivos del Banco Central, de evitar una mayor inflación futura e incluso de dolarizar. Pero advierten que aumenta, en lo inmediato, los desequilibrios macroeconómicos que pueden hacer fracasar el plan de Luis Caputo.

"Plan híper ortodoxo de fuerte ajuste fiscal". Así definió el Presidente, semanas atrás, a sus primeras medidas económicas. Se trata de un ajuste ortodoxo, básicamente, porque se propone reducir el déficit fiscal pero sin morigerar su impacto en los ingresos, tal como demuestran la política de shock y la negativa a impulsar un piso en las paritarias o una suba del salario mínimo.

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Aun así, el ajuste de Milei no es del todo clásico, ya que difiere del manual en un elemento: precisamente, en la presencia de una tasa de interés no positiva sino real negativa, es decir, que no le gana a la inflación. Cuando, en general, una tasa positiva se incluye en los ajustes clásicos como modo de bajar la inflación incentivando el ahorro en lugar del consumo.

Precisamente, el 18 de diciembre pasado el Banco Central bajó la tasa de interés de los plazos fijos del 133% de tasa nomina anual (TNA) a 110%. Esto hizo que la tasa efectiva anual (TEA) bajara del 253% al 186,5%, pasando al terreno negativo contra una inflación esperada por el mercado del 201%. A nivel mensual el cálculo es todavía más burdo, ya que el interés de los plazos fijos es del 9% contra una inflación que oscila entre el 20 y el 25% y que tardará varios meses en volver a un dígito. En paralelo, el Banco Central resolvió bajar del 133% al 100% la tasa de política monetaria, que guía a las Leliq.

Este cambio fue incluso respaldado por el FMI. Mientras que el acuerdo sellado y renegociado con el gobierno de Alberto Fernández exigía una tasa real positiva, ese punto se flexibilizó en el staff level agreement entre Caputo y el organismo de crédito de este mes. "La orientación de la política monetaria evolucionará para apoyar la demanda de dinero y la desinflación", se limitó a decir el Fondo al firmarse el acuerdo, dejando la cuestión librada a la ambigüedad y la decisión futura del Gobierno.

Tasa negativa: qué busca el Gobierno

Entonces, ¿qué buscan Milei y Caputo con esta particular política de ajuste? Los economistas señalan que, de este modo, el Banco Central logra licuar sus pasivos, es decir, reducir su déficit. "La idea subyacente de la tasa negativa parecería ser no aumentar el déficit cuasifiscal que tiene el BCRA. La tasa que la autoridad paga a sus pasivos es el interés de referencia. Cuanto más alto sea este, en contraposición a lo que recibe, se genera un déficit y un pasivo contingente. La tasa negativa va licuando los pasivos y evita seguir acumulando deudas a futuro", explicó a El Destape Joel Lupieri, analista financiero de EPyCA.

En otras palabras, el BCRA ofrece a los bancos la colocación de letras a un alto interés como forma de que estos garanticen a los ahorristas la disponibilidad de los plazos fijos. Por lo tanto, a menor plazos fijos constituidos, menor necesidad de emisión de letras por parte de la autoridad monetaria y así menor deuda asumida.

Esto, remarcó a este portal el economista Christian Buteler, tiene como consecuencia positiva una menor inflación a futuro: "La tasa de política monetaria busca una licuación de los pasivos remunerados. En realidad, una licuación de los pesos en la economía, o sea del ahorro de la gente, que va a influir en menos presión sobre el dólar y sobre el alza de los precios hacia adelante". En resumen, un intento de "controlar la inflación con una recesión brutal mediante la pérdida total de poder adquisitivo del dinero que está circulando", subrayó Buteler.

Para algunos, se trata además de una política que favorece la intención de dolarizar. Federico Zirulnik, economista del CESO, consideró que a la luz de las medidas tomadas hasta ahora por el Gobierno, "hoy es difícil descartar por completo la dolarización".

Si por un lado así se "licúa la mayor cantidad de pesos posibles" al desincentivar el ahorro en moneda local, al mismo tiempo el crawling peg (ritmo de devaluación) del dólar a solo un 2% mensual hace que "la cantidad de dólares que pueden comprar esos pesos es mayor", siendo "frente al único 'bien' que ganaron poder adquisitivo", explicó Zirulnik, aunque aclaró que "eso se termina muy rápido si deciden volver a devaluar" fuertemente, como se espera que ocurra entre marzo y abril.

Además, añadió por su parte Lupieri, de esta forma "el BCRA puede querer licuar la base monetaria para que luego sean menos los dólares equivalentes" que se necesita cambiar por esos pesos para efectuar la dolarización. Aun así, señaló que esta posibilidad suena "bastante rebuscada".

El riesgo del aumento de la brecha

En cualquier caso, la política de tasa negativa implica al corto plazo un riesgo para el Gobierno, que puede desestabilizar el plan macroeconómico de Caputo. Sobre todo, por el aumento de la brecha que genera la alta demanda de dólares.

Lo que la política de tasa negativa "provoca en el corto plazo es un problema para estabilizar el tipo de cambio. Con precios viajando al 30% (mensual) y con tasas reales negativas, estás empujando a la gente a dolarizar. Y con el crawling peg del 2% termina abriéndose la brecha nuevamente. De hecho la brecha llegó a estar en 10 puntos y hoy la tenés más cerca del 50%", advirtió Buteler.

Es decir, se modera el riesgo de mayor inflación futura por el menor ahorro, pero aumenta el riesgo de un salto del tipo de cambio en lo inmediato (que luego se traslada a su vez a precios). Como remarcó el propio Buteler, "puede parecer una buena idea licuarle los pesos a la gente para tener menor poder de compra, (pero) a nivel macro esto te puede provocar en algún momento un salto muy fuerte en el tipo de cambio, que te lleva a la ruina el plan económico. Creo que es un riesgo muy grande que corre el Gobierno".