La dificultad del Gobierno para romper el piso de 3% esperado para la inflación del próximo semestre obligará a profundizar la recesión, en un contexto internacional adverso con la continuidad de la devaluación de las monedas en países emergentes que agravará la pérdida de competitividad de la economía local y la disponibilidad de dólares para sostener la estrategia de crawling peg. “Las proyecciones parecen explicitar cierta preocupación de los analistas en cuanto a la profundización del proceso desinflacionario, estableciendo el 3% como un piso difícil de quebrar”, advirtió este miércoles el informe del banco de inversión CMF.
La proyección de inflación es parte del informe de Relevamiento de Expectativa de Mercado (REM) que difunde el Banco Central y refleja una mediana para los próximos 6 meses por debajo del 4% para el IPC y de 3,6% para la núcleo a partir de julio, pero con una marcada rigidez en torno al rango 3-3,5%. Las estimaciones “todavía siguen por encima de las implícitas que surgen del mercado de bonos”, señaló CMF y consideró que “la fuerte política monetaria contractiva llevada a cabo por el BCRA debiera desinflar rápido los precios de la núcleo, a costa de una recuperación económica más lenta”.
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La política contractiva encontró un límite, en parte por la baja tasa de interés que remunera los plazos fijos que induce a un retiro de los depósitos, y el lunes, por séptima rueda consecutiva, los bancos bajaron su posición de LEFIs y cerraron ese día con un stock de $7,7 billones contra $11,9 billones que tenían el 25 de julio. La base monetaria alcanzó el viernes los $ 23,3 billones contra un promedio de $13,9 billones en la primera quincena de mayo, previo al último recorte de tasas. De esa manera, alcanzó la mitad de la base monetaria que se fijó de equilibrio el BCRA, de $ 47,7 billones.
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El REM no llegó a medir el impacto de las turbulencias en los mercados bursátiles de las últimas jornadas, desatada a partir de la combinación de un cambio en la política monetaria del Banco de Japón con malos datos de la marcha de la economía en Estados Unidos, complicado por la escalada militar en medio oriente, “creando un entorno financiero mundial complejo y precario”, según la evaluación del Instituto Internacional de Finanzas (IIF). El desplome bursátil del viernes y lunes pasado tuvo su impacto sobre los mercados emergentes, donde se registró la salida de capitales financieros que provocaron las devaluaciones de las monedas nacionales. Ese efecto no se sintió en Argentina, donde el “cepo” al dólar impide el libre flujo de los capitales y limita la capacidad de dolarizar activos de los ahorros de los argentinos.
Sin embargo, el contexto internacional generará complicaciones al plan del equipo económico a mediano plazo, tanto por la apreciación del peso frente a sus socios comerciales que significa mantener una tasa de devaluación de 2% mensual con una inflación que se sostiene incluso la núcleo arriba de 3,5%, como por la imposibilidad de bajar el riesgo país al rango de 800 a 1.000 puntos básicos necesarios para pensar en una emisión voluntaria de deuda que permita renovar los próximos vencimientos.
El BCRA logró este miércoles comprar US$ 47 millones, acumulando USD 160 millones en lo que va de agosto, pero en un mercado que cada vez es más pequeño por la falta de liquidación de los exportadores y que se expresó en un volumen operado el martes de US$ 234 millones en el spot, un nuevo volumen mínimo desde el 22 de julio pasado.
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El IIF señaló que los mercados financieros mundiales experimentaron una “importante turbulencia e incertidumbre debido a la convergencia de acontecimientos adversos” que enumera como el aumento de los temores a una recesión en Estados Unidos y la postura agresiva del Banco de Japón. “La escalada de riesgos geopolíticos ha agravado aún más estos problemas, creando un entorno financiero mundial complejo y precario”, interpretó. A medida que el capital se retira, “las monedas de los mercados emergentes se están depreciando y los precios de los activos están experimentando una mayor volatilidad, lo que podría socavar la estabilidad financiera de los mercados emergentes”, advirtió.
Para el IIF, la crisis creó “un entorno difícil” en los mercados emergentes que “ha provocado una fuga de capitales” con riesgo de que se sostenga en el tiempo: “A medida que los inversores siguen buscando activos más seguros, la salida de capitales podría exacerbar la actual depreciación de las monedas de los mercados emergentes, aumentar los costos de endeudamiento e introducir tensiones en los sistemas financieros”, relata. Si bien el contagio local está limitado por el cepo, el aumento del costo de endeudamiento combinado con la decisión del BCRA de limitar la acumulación de reservas al producido del superávit fiscal, elevan el riesgo país y alejan la posibilidad de colocar deuda para hacer frente a los vencimientos por US$ 25.000 millones que tiene el Gobierno hasta fin del próximo año.