Las acciones argentinas se imponen como la mejor inversión en el año

Vuelan los papeles de empresas locales por encima de todo: dólar, plazo fijo y commodities. Los principales motivos: la tasa de la Fed, Milei se desinfla en las presidenciales y los balances de firmas argentinas muestran un buen desempeño.

22 de junio, 2023 | 14.00

Las acciones vuelan y siguen sin encontrar techo. Tras duplicar sus precios en la primera mitad del año, en los últimos días los papeles privados aceleraron la suba de la mano de noticias económicas y políticas externas e internas. Tal como anticipó este medio, la pausa que impuso la Reserva Federal en la escalada de su tasa de interés permitió mantener el flujo de capitales hacia emergentes, lo que benefició a esos mercados, incluyendo a la Argentina. En el plano local, la leve desaceleración de la inflación local también impactó en la Bolsa porteña, aunque las empresas ya venían presentando balances positivos –aún descontado el incremento de precios—y, por último, una imagen más “devaluada” de Javier Milei de cara a las elecciones presidenciales es vista por analistas como un factor adicional.

Consideran que las expresiones del precandidato en la previa a las PASO (como prender fuego el Banco Central) solo generan inestabilidad financiera. El resultado de este combo es que el principal índice accionario argentino acumule en lo que va del año un alza de 112,7 por ciento, superando la suba dólar financiero (el contado con liquidación acumula un alza de 50,2 por ciento), el plazo fijo (con una tasa anual nominal de 97 por ciento) y las materias primas, que operan en baja. Por su parte, los títulos públicos en pesos suman en el año un incremento del 50 por ciento.

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Los “drivers” políticos y económicos

A simple vista, el desempeño de las acciones parece haber despegado su suerte del delicado contexto económico y financiero local. Sin embargo, una mirada más exhaustiva permite encontrar varios factores que impactaron en pos de los papeles privados. Las mayores alzas están vinculadas con el sector energético, por el desarrollo de obras en este segmento, como el gasoducto Néstor Kirchner con miras al autoabastecimiento y nueva fuente de exportaciones. De acuerdo con el último informe del Instituto Argentino de Mercado de Capitales (IAMC), las acciones argentinas vinculadas a la actividad petrolera y del gas suben hasta más del 100 por ciento y se desacoplan del mundo. En el acumulado de los últimos doce meses, las acciones de YPF saltaron en el primer semestre un 150 por ciento.

Los aumentos en las cotizaciones de empresas vinculadas a la producción de equipamiento intermedio vinculado a la actividad industrial frente a la falta de insumos importados. La sostenida performance del sector energético disparó los papeles de empresas vinculadas con la actividad, directa e indirectamente, a lo que adiciona los millonarios balances bancarios que explican las alzas de este sector.

A esto se suman informaciones y especulaciones que apuntalaron en los últimos días esas cotizaciones. La semana pasada la Reserva Federal anunció que mantendrá la tasa de referencia en el rango actual de entre 5 y 5,25 por ciento, lo que reafirmó el escenario base de “aterrizaje suave” para 2023. El martes de la semana pasada la Oficina de Estadísticas Laborales estadounidense difundió el dato de inflación, la cual se ubicó para mayo en ese país en el 4 por ciento interanual, una décima por debajo de lo previsto y la más baja en dos años. Dado que la política monetaria de la Reserva Federal se enfocó en una agresiva suba de tasas de interés.

Para la Argentina es una buena noticia por dos razones: por un lado, mejora el perfil de los mercados y baja las condiciones de financiamiento y, por el otro, podría apuntalar los precios de las materias primas que se exportan. Los sectores que mejor recibieron el impacto durante la semana fueron el financiero y el de consumo defensivo que se mantuvieron en terreno positivo, al tiempo que las empresas petroleras fueron las de mejor desempeño con una ganancia promedio.

En el plano local, la inflación de mayo avanzó un 7,8 por ciento mensual, desacelerándose levemente frente a abril y por debajo de las expectativas de los analistas (9 por ciento mensual). Tras conocerse el dato, los precios de los bonos en CER (que ajustan por inflación) finalizaron la jornada con un leve incremento de 0,3 por ciento. “Por su parte, el Tesoro captó 861.615 millones de pesos en la licitación semanal, más del doble de los vencimientos que enfrentaba, lo que implicó una refinanciación del 200 por ciento”, destaca un informe de la banca de inversión Puente.

Desde el plano especulativo, la baja en la imagen positiva de Milei es leída como una buena noticia para la estabilidad financiera. Sus “ideas” y expresiones, desde la dolarización de la economía hasta la privatización de la Salud y Educación, como sostener que iba a prender fuego el Banco Central, es un límite que solo generaba incertidumbre en esa entelequia que se denomina mercado. “No quiero llamar a la desgracia, pero si alguien dice que su programa económico es prender fuego el Banco Central, que es la entidad que regula los bancos, yo no tendría la plata en un banco”, alertaba el consultor y ex vice ministro de Economía Emmanuel Álvarez Agis.

Una escalada insostenible

El índice líder de la Bolsa porteña comenzó esta semana corta con un alza 5,1 por ciento para reacomodar precios con los internacionales tras el feriado. “Por su parte, las acciones argentinas lograron subas de hasta el 9 por ciento en Nueva York y los bonos también acumularon importantes ganancias”, destaca un informe de Rava. En la plaza local este clima se contagió en simultáneo y el panel líder tuvo en lo más alto acciones del calibre de Edenor (17,4 por ciento), Cresud (12,8 por ciento), Telecom (11,4 por ciento). Los bancos exhibieron también subas de hasta 8 por ciento.

En las últimas semanas comenzó a exhibirse una relativa paz cambiaria, donde la brecha logró estabilizarse en torno al 100 por ciento, luego de haber tocado el 130 por ciento. Esto representó una escalada real de los activos privados, que lograron superar ampliamente en términos reales (tanto descontada la inflación como el alza de los dólares paralelos) a todas las inversiones más tradicionales: renta fija, depósitos a plazo y dólar.

Las mejoras incluso superan a las de los mercados desarrollados y de la región. Con una menor diferencia, los títulos públicos argentinos en pesos también mostraron importantes alzas, acumulando durante el año una suba de 50 por ciento, mientras los en dólares lo hicieron un 25 por ciento (medido en moneda dura).

En lo que va del año el panel S&P registra una mejora de 112,7 por ciento, mientras que en la medición interanual supera el 371 por ciento. Aún descontada la inflación (114,2 por ciento interanual medida a mayo), supera ampliamente los desempeños de los principales mercados de referencia. En Nueva York el índice S&P acumula en el año un 15 por ciento, mientras que el Nasdaq avanza 30,8 por ciento y el Dow Jones, 3,5 por ciento. En Europa el índice acumula un alza de 15,8 por ciento. El Bovespa brasileño evidencia en el año un desempeño positivo de 8,2 por ciento en el semestre.

La mejora se da incluso con un dólar financiero que, pese al respiro de los últimos días, mantiene una fuerte suba. El contado con liquidación acumula en el año un alza en su precio implícito de 50,2 por ciento, mientras que el real brasileño baja 8,8 por ciento frente al dólar y el euro, retrocede un 2,2 por ciento. A esto se suma una política agresiva en las tasas de interés para contener la presión inflacionaria. Tras la decisión de la Fed, el rendimiento del bono a diez años del Tesoro estadounidense se ubicó en el 3,8 por ciento, la tasa de interés en Alemania, en el 2,5 por ciento y en Brasil, de 13,75 por ciento.

La mejora de las capitalizaciones bursátiles se contrapone al mal desempeño de las materias primas, que acumulan bajas de hasta dos dígitos en el caso del petróleo. El barril de WTI retrocede 10,2 por ciento, mientras que el crudo del Mar del Norte (Brent) baja 11 por ciento en el semestre. En el caso de los granos, la soja pierde 3,5 por ciento, mientras que el maíz y el trigo retrocedieron 5,7 y 13,3 por ciento respectivamente.