El Gobierno ratificó sus planes: privatizaciones, ajuste fiscal y dolarización

Con la quita del capítulo fiscal, el Gobierno se garantizaría el aval de legisladores aliados. Siguen vigentes los planes de vender el FGS y la reforma laboral contenida en el DNU. 

27 de enero, 2024 | 01.36

El Gobierno nacional avanza con su plan sistemático de miseria planificada. La quita del capítulo fiscal de la llamada ley ómnibus podrá mostrarse como un “éxito” de los gobernadores y legisladores aliados al oficialismo (deseosos de quedar en la historia como los eternos dadores de gobernabilidad) en sus negociaciones con el oficialismo. Pero en el fondo (y quizás en tributo al FMI), el Poder Ejecutivo seguirá con el esquema de endeudamiento externo vinculado a las privatizaciones de empresas públicas, sumado al resto de las normativas re reguladoras de la economía.

El principal objetivo de los libertarios pasa por establecer una nueva estructura jurídica que garantice una enorme transferencia de recursos a un puñado de empresas y grandes grupos financieros. Otro objetivo estaría vinculado a la dolarización, es decir el golpe final hacia los trabajadores y trabajadoras y el poder adquisitivo de los salarios. Así lo dejó entrever Milei en una reciente entrevista.

Los grandes fondos de inversión, como BlackRock y Vanguard, pero también los Elon Musk de la vida, afilan colmillos.

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¿Puesta en escena?

El capítulo fiscal que se quitará del proyecto oficial – que podría tratarse el próximo martes en la Cámara de Diputados - incluye las modificaciones en las retenciones, el blanqueo de capitales y Bienes Personales y la movilidad jubilatoria; tampoco se meterán con los cambios en el Impuesto a las Ganancias. ¿Todo formará parte de una puesta en escena?

Uno de los principales aliados de Javier Milei, el legislador Miguel Angel Pichetto, se mostró ofuscado por los supuestos desaires del oficialismo en el medio de las negociaciones por la norma en cuestión. Caputo, a su vez, había avisado que les recortaría más recursos a las provincias si no aceptaban las reformas oficiales.

 Y en el medio de todo esto, una gran movilización popular convocada por diferentes organizaciones sindicales y sociales. De allí salió un grito unánime: “No a la venta del país”. Pero el plan continúa. Los cambios anunciados por Caputo el viernes por la noche no hacen más que confirmar el cartel de venta con sello libertario.

Durante el acto del miércoles pasado, el dirigente camionero y uno de los líderes de la CGT, Pablo Moyano, describió el escenario a la perfección: “Las medidas económicas que llevan adelante son de hambre, ajuste y despidos”. También les dedicó un mensaje a los legisladores “peronistas” dadores de gobernabilidad. “Que tengan dignidad, que tengan principios, que no traicionen a los trabajadores, que no traicionen la doctrina del peronismo que es defender a los laburantes, a los que menos tienen y a los jubilados".

El ajuste, con capitulo fiscal o sin él, continuará. Es lo que ratificó Caputo el viernes por la noche.

La Triple M 

La liquidación del FGS y las empresas públicas continúan en pie. De no voltearse el DNU, las grandes empresas del país conseguirán uno de sus mayores anhelos: una reforma laboral pensada para legitimar la precarización y la eliminación de una serie de derechos adquiridos. Todo en nombre de una falsa libertad.

El Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FGS), integrado a la Anses, se creó en el momento de la recuperación de los activos de las ex AFJP. En total, el Estado posee acciones en 41 sociedades claves para el entramado económico y productivo del país, que además supo funcionar como un fondo anticíclico. El valor de estos activos equivalía a los 76.000 millones de dólares pero a través de una maniobra contable – financiera, el Gobierno modificó la manera de valuar dichos activos en moneda dura. De un golpe, les puso otro valor de venta: 32.000 millones.

Las empresas con participación estatal que festejan la decisión oficial son Molinos Río de la Plata, donde ya participa el fondo de Larry Fink, Cresud, del empresario Eduardo Elsztain – financista de Milei-, Pampa Energía, el grupo Techint, Clarin, Telecom y Aluar, entre otras.

El mega Fondo BlackRock ya posó sus ojos en los activos del país. Le interesan los recursos naturales, tanto los de Vaca Muerta como el litio, donde ya pesa fuerte a través de una compleja red de Fondos de Inversión y grandes empresas aliadas. El Consejo de Seguridad de los Estados Unidos también le hizo saber sus intereses al tándem Caputo – Bausili.

Todo tiene que ver con todo. En la década de 1990, las privatizaciones menemistas se concretaron a partir de un esquema de endeudamiento externo planificado por la JP Morgan y el Deutsche Bank, entre otras instituciones. 

Caputo y Santiago Bausili, titular del BCRA, fueron los responsables de armar la arquitectura financiera para iniciar el proceso de endeudamiento de la era Macri. Llegaron a la función pública con un negocio cerrado: el pago en efectivo a los fondos buitres, endeudamiento canalizado por la JP Morgan y el Deutsche Bank. Ambas entidades, ex empleadores de la dupla. Ahora van por más. Y no les importaría avasallar a la constitución como sostuvo el procurador Rodolfo Barra durante una reunión en el Congreso. Es el plan de la triple M (la continuidad programática que va de Menem, Macri y llega hasta Milei).

La aprobación de la llamada Ley Omnibus sería clave para este objetivo, ya que desde Wall Street le avisaron a Caputo que la lluvia de dólares llegaría solamente con el nuevo plexo normativo aprobado.

El Palacio y la Calle

Los gobernadores y legisladores aliados a Milei también le pondrán un cartel de venta al país. Milei los amenazó con dejarlos sin recursos, una suerte de bravuconada a cielo abierto que quizás haya surgido algún efecto. En medio de todo este escenario, el Presidente ratificó que su próximo paso será la dolarización. En la práctica, una suerte de tiro de gracia hacia los sectores medios y populares que ya sienten en sus espaladas la recesión y una agudizada pauperización social.

“La base monetaria en Argentina es de 7.500 millones de dólares, es decir, estamos a muy poco de poder dolarizar. Es decir, si nosotros pudiéramos limpiar todos los pasivos remunerados, Argentina ya estaría en condiciones, con muy poquita plata, estaría en condiciones de dolarizar. Por lo tanto, y de esa manera exterminaríamos la inflación”, manifestó Milei en un reciente reportaje para una cadena internacional.

El supuesto control de la base monetaria no sería otra cosa que la licuación de activos (el ejemplo del FGS) y la reducción del costo salarial vía empobrecimientos de los trabajadores. ¿Tendrá éxito? La pelota la tienen los representes parlamentarios.

La respuesta también está en la calle, que esta semana dio cuenta de una poderosa musculatura de movilización –vía la organización sindical, social y de otros actores políticos y culturales - a menos de dos meses de la asunción de Milei. ¿Cuál será su próxima respuesta?