El BNA volvió a calificar la oferta de Vicentín como “abusiva y fraudulenta”

Los accionistas privados de Vicentin ofrecieron pagar un 20% de lo adeudado al banco Nación. Por su parte, desde el banco y la AFIP objetaron que Renova pase a manos de otros empresarios. 

03 de mayo, 2023 | 13.27

La empresa Vicentín no cesa en su intento de desfalco hacia el Estado nacional. En su última propuesta ante el juzgado de reconquista, ofreció devolver 225 millones de dólares en 56 cuotas para evitar la quiebra, mientras que al Banco Nación le devolvería solo el 20% de lo adeudado. “La oferta es abusiva y fraudulenta”, afirmó el Banco Nación en su presentación legal. Y agregó: “Es una violación al principio de universalidad del proceso, ya que contempla una arbitraria división del patrimonio en dos bloques: uno de alto valor productivo destinado a los acreedores denominados interesados estratégicos, y otro de bajo valor para el resto de los acreedores”.

La clave de este último punto tiene que ver con la entrega que realizó Vicentín de los activos de Renova a favor de Glencore, ahora conocida como Viterra. Dentro del expediente judicial por administración fraudulenta, se investiga la maniobra de los accionistas privados para “ocultar activos” previo al concurso de acreedores a través de “una operación de compra venta simulada”.

La deuda privilegiada de Vicentín llega a los 300 millones de dólares, de los cuales la empresa pretende devolver 225 millones en 56 meses. En relación a la llamada deuda quirografaria que mantienen con el BNA (préstamos de corto plazo para ofrecer liquidez), proponen una quita del 80%. En vez de devolver 72 millones de dólares, ofrecen 15 millones.

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“Esta propuesta no es una solución, sino que, por el contrario, supone perjudicar al patrimonio del banco de todos los argentinos y las argentinas, y que tampoco garantiza la continuidad de la empresa, ya que se dividen entre los actuales accionistas los activos más valiosos de Vicentín”, aclaró el BNA. La joya de la cerealera siempre fue Renova, la principal productora de aceites y harina de soja, que pasó a ser controlada por Viterra.

"Tres años de proceso judicial es un plazo escandalosamente extenso si advertimos que conlleva “espera” para todos los acreedores. Y las perspectivas de cobro son lejanas. Salvo para los que habrían cobrado poco antes del concurso con los fondos de la venta de las acciones de Renova S.A., una venta que debería revisarse en caso de quiebra. La imaginación y capacidad de gestión del Estado en el tema se limitó a anunciar confusamente una expropiación sin estudiar las consecuencias patrimoniales para el mismo Estado", analizó Enrique Hidalgo, abogado especialista en derecho societario. 

La estafa

El BNA y la AFIP, al rechazar la propuesta de los privados, explicaron que en toda la maniobra de la cerealera existió “ocultación de activos, vinculada a la venta simulada del 16,67% de Renova SA, 48 horas antes de que Vicentín SAIC declarara en público su propio default, lo cual implicó la salida del 14,41% de todos los bienes (conocidos) del patrimonio de la deudora, que es prenda común de los acreedores”.

El sentido de todo concurso de acreedores es mantener a flote una sociedad, no liquidarla. Pero el escenario actual es de un desguace donde Glencore (Viterra) pasaría a quedarse con el mayor activo: Renova.

En 2019, a pocos días de que finalizara el gobierno de Mauricio Macri, Glencore/Viterra aumentó su participación en Renova y pasó a controlar el 66% de las acciones, a partir de un supuesto pago de 122 millones de dólares. Se sabe que BlackRock oficia de financista de Glencore desde hace años. El fondo que lidera Fink posee el 6% de las acciones de la suiza.

Parte del dinero que se pagó por esa operación quedó retenido por el Rabobank (26 millones de dólares), otro socio de BlackRock desde 2013, según consta en la auditoría forense realizada en el marco del concurso de acreedores. Las sumas de dinero adeudadas por Vicentin a Rabobank, según su propia presentación dentro del concurso, ascienden a los 23,6 millones de dólares. Uno de los últimos desembolsos del banco holandés tuvo como destino Glencore, transferencia solicitada por Vicentin Paraguay.

Todo tiene que ver con todo. Cuando se descubrieron las maniobras de triangulación entre la Argentina y Paraguay, el grupo Glencore se instaló en el país vecino para reemplazar a Vicentin, según la descripción que realizó el fiscal de delitos económicos de Rosario, Miguel Moreno, en su imputación por estafas y defraudación a los catorce directivos de Vicentín.

La testigo que no fue

Vicentin, como sociedad, es casi una cáscara vacía. Su infraestructura es alquilada a diferentes productores bajo la figura de contratos de fasón. Tal situación, de todas maneras, no le impide tener dólares sin liquidar en el mercado único y libre de cambios según una reciente denuncia de la Aduana.

Tras la caída de la empresa y el traspaso de los activos de Renova a Glencore/Viterra, que en el país operaba bajo el nombre de Oleaginosa Moreno, la productora de aceites y harinas pasó a ocupar el primer puesto en las exportaciones del rubro.

En lo que va del año, con sequía y retención de granos incluida, se emitieron declaraciones juradas de ventas al exterior para aceites y subproductos de soja por un total de 3.006.394 toneladas. De este total, Viterra participa con 1.103.487 toneladas.

La pregunta, si bien es un contrafáctico, no deja de ser clave: ¿cuán diferente sería la situación del Estado si hubiera avanzado con la estatización de Vicentín? ¿Cuántos recursos podría aportar al Tesoro un activo como Renova?

La idea de una empresa testigo en el sector agroindustrial, además de participar de las ventas al exterior y generar divisas, perseguía otro objetivo: los ojos del Estado en un sector que sabe de elusión al fisco y de presiones con el escamoteo de granos. Pero, sobre todo, erigirse como una herramienta de asociativismo con múltiples productores y cooperativas –incluso YPF Agro – para quebrar, aunque sea un poco, la fuerte concentración que existe en el sector.