Nadie muere, ni se inmola, en las vísperas. En la previa al balotaje y luego del acuerdo con el PRO para lograr su acompañamiento a la fórmula, el libertario electo a presidente Javier Milei bajó varias de sus banderas, y tras los comicios mantuvo a media asta sus principales dos propuestas: dolarización y eliminación del Banco Central. Emilio Ocampo, el autor del libro “Dolarización, una solución para Argentina” y futuro presidente del BCRA sostuvo que la reforma monetaria que propone Milei se basa en la libertad. “Seguir aferrados a la idea de que el Estado debe tener el monopolio de la moneda es un absurdo”. “Proponemos la libertad de elegir la moneda que cada uno quiera usar. El peso lo va a ir eliminando la gente, no el gobierno”, de esta forma buscó descomprimir la posibilidad de una dolarización de hecho que se aplicaría por decreto.
La pausa en sus dos medidas más polémica no responde solo a una cuestión de gradualismo sino a la imposibilidad de aplicarlo, como seguramente le gustaría, de forma inmediata. Ocampo dijo que el mercado “no debe pensar que el plan de dolarización será exactamente el plantea en su libro”. “En Ecuador la dolarización no se hizo en el arranque por ley, afirmó el padre intelectual de la dolarización. Si Melei encara un plan de estabilización alternativo (debería convencer al mercado y a los ahorristas) de las que la dolarización ya no está en el menú de opciones.
El libertario insistió en varias oportunidades que liberar el cepo sin resolver antes el problema de las leliq no era opción, volviendo difícil prever los primeros pasos de su administración. La incógnita principal en materia económica es si el presiente electo ratifica o no la idea de dolaritzar. El insistió con ese plan toda la campaña. “Economías: si se quiere eliminar al peso parece inevitable una hiperinflación en la transición, dado que el BCRA tienen pasivos en pesos por casi 40.000 millones de dólares y las reservas son negativas de 10.500 millones”, detalla el informe en la consultora 1816.
El documento sostiene que, en el peligro para las financiera refiere a que “los bancos tendrían pérdidas de capital por los bonos soberanos en pesos en sus balances (la dolarización implica convertir títulos en pesos que cotizan en paridades de 90 por ciento en títulos en dólares que cotizan al 30 por ciento y hoy los títulos públicos ex leliq representan más del 60 por ciento del patrimonio neto de los bancos privados y aumentaría el riesgo de corridas bancarias, por la consolidación de los encajes en dólares y pesos!”.
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Hoy los bancos tienen disponibilidades por casi 14.000 millones de dólares, incluyendo encajes y efectivo en sucursales: ese stock representa el 96 por ciento de los depósitos privados en dólares pero menos del 30 por ciento de los depósitos privados en dólares y pesos. Finalmente, las cuestiones políticas, el flamante oficialismo no posee los votos en el Congreso para aprobar una ley de dolarización y no es claro que estén los apoyos políticos para lidiar con una potencial hiperinflación.
“Lejos de la mayoría legislativa (29 por ciento de Diputados y 19 por cinto de Senadores si se suman el 100 por ciento de los legisladores del PRO al bloque de LLA) suponemos que en caso de avanzar Milei intentaría hacerlo por Decreto, aunque el Congreso podría derogar con un DNU (con la mitad de las cámaras o con 2/3, dependiendo de cómo queden conformadas las Comisiones en el Poder Legislativo, incluyendo la Comisión Bicameral Permanente prevista en el Artículo 99 de la Constitución para pronunciarse respecto de los DNU)”, agregó.
Para evitar este sinuoso recorrido se buscará instrumentar un esquema de competencia de monedas, hasta que se impone una moneda se produce una profunda recesión en la economía, porque hay un montón de operaciones que no se hacen. En las últimas semanas buena parte del arco opositor y economistas de sesgo neoliberal en el país pasaron de utilizar a Venezuela como el peor de los estadios posibles a los que se dirigiría la Argentina a tomarlo como un modelo de "guerra ganada" a la inflación.
La economía venezolana, luego de cuatro años de hiperinflación y dos reconversiones monetarias, logró ubicarse por debajo del umbral de "hiper" e incluso evidenciar subas de precios menores a los que muestra hoy la Argentina. Pero lo hizo a un costo muy alto. Los elogios que recibe Venezuela del establishment económico no son solo por los resultados sino principalmente por la política extremadamente contractiva que aplicó para alcanzarlos.
Estas medidas de ajuste se pretenden para la Argentina, aunque eso haya generado en Venezuela la pauperización del poder de compra del ingreso de los hogares, un desplome del Producto Bruto Interno y haya profundizado la emigración de alrededor de seis millones de habitantes. La convivencia de dos signos monetarios terminó por hacer desaparecer el signo monetario ecuatoriano.
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De acuerdo con cifras de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), las revisiones frecuentes del salario mínimo no permitieron compensar el crecimiento de los precios, por lo que dicho salario se contrajo un 37,4 por ciento en términos reales entre diciembre de 2018 y diciembre de 2019, y un 30 por ciento en los primeros seis meses de 2020 respecto al cierre de 2019.
En Argentina ya hay competencia de monedas, aunque sea de hecho porque el Código Civil solo le da el carácter de moneda a la moneda de curso legal, y a la extranjera le da el carácter de cosa (artículo 765 del código civil). Él tendría que cambiar el artículo del código y explicar cómo lo va a hacer, si no tiene más de 30 diputados ni senadores. Y mientras la gente sale del peso para irse al dólar masivamente, si, además, no hay un Banco Central muy activo, que saque esos pesos que van sobrando de la economía, se produce una hiperinflación, que es lo que pasó en Venezuela. En el país bolivariano se produjo la dolarización que Javier Milei quiere acá y todavía tienen un nivel inflacionario altísimo.
La dolarización del ahorro y la pesificación del salario no es novedad, aunque esta coexiste con una economía cada vez más dual que va a terminar de perpetuarse, hiperinflación y ruptura de contratos mediante, si se avanza en el experimento planteado.
Los partidarios de la dolarización argumentan que la convertibilidad fue un intento serio de recuperar el valor del peso, dándole un ancla sólida: el dólar estadounidense. Dicen que plasmó en una ley lo que ya ocurría en la calle: una economía bimonetaria, en la que convivían el peso y el dólar. Lo cierto es que con la convertibilidad no se trató de establecer una economía bimonetaria, sino que aquella fue la pieza de un programa de estabilización con tipo de cambio fijo.