El 10% que más gana en Argentina tiene un ingreso 26 veces superior al 10% que menos gana, una cifra muy superior a la que mide el Indec oficialmente. A su vez, los de mayores ingresos son los que más subestiman lo que ganan, aunque la pobreza es menor a la medida por el organismo estadístico. Así ocurre debido a las deficiencias metodológicas que tiene el sistema de medición oficial que existe en el país hace décadas, según reveló nuevo trabajo académico publicado por el Centro de Estudios Distributivos, Laborales y Sociales (CEDLAS) de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP).
El paper advierte sobre los problemas que arrastra la metodología utilizada por la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del Indec. No se trata de una crítica puntual al organismo estadístico, ya que aclara que se debe a deficiencias de los sistemas de medición de ingresos a nivel mundial, debido a que por lo general se basan en datos autorreportados.
"Quizás sorprendentemente para un no-especialista, ese insumo central de política y análisis tiene serias limitaciones, tanto en Argentina como en la mayoría de los países del mundo. Dado que típicamente los gobiernos no tienen registros fehacientes de los ingresos de todos sus habitantes, se acude a un instrumento alternativo para obtener esa información: el auto-reporte de ingresos en las encuestas de hogares", explica el trabajo, elaborado por los economistas de la UNLP Iván Albina, Luis Laguinge, Leonardo Gasparini, Leopoldo Tornarolli, Guillermo Cruces y Santiago Afonso.
En este sentido, el paper señala que "los datos de ingresos familiares sobre los que se estima la pobreza, la desigualdad y el impacto de las políticas públicas, provienen del auto-reporte que hacen las personas a los encuestadores de la EPH, implementada desde la década del 70 por el Indec", y advierte que la información del EPH "es enormemente valiosa, pero tiene algunas limitaciones severas. En particular, existe evidencia que sugiere una extendida y asimétrica subdeclaración de ingresos, así como escasez o directamente ausencia de personas con ingresos muy altos". Por lo tanto, esta encuesta oficial provee una imagen "inexacta y borrosa" de la distribución del ingreso en Argentina.
Ante este panorama, los economistas de la UNLP se dispusieron a cruzar la información relevada en la EPH con información "administrativa" oficial relativa a salarios de trabajadores formales, ingresos de monotributistas, autónomos y contribuyentes del impuesto a las ganancias, jubilaciones y pensiones.
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Los hallazgos del trabajo son sorprendentes. Los autores descubrieron que el ingreso real, al ser ajustado por la "información administrativa" disponible, es "un 62% superior al original captado en la EPH". Por lo tanto, "el nivel de pobreza es siempre más bajo que lo que estima Indec", señaló a El Destape Leopoldo Tornarolli, uno de los firmantes del trabajo. Aun así, aclaró que "la tendencia de la pobreza (o sea, sus subas y bajas) se mantiene". El co-autor aclaró que no realizaron una estimación cuantitativa de cuál sería la pobreza real, o su diferencia respecto a la anunciada por el Indec en un momento dado, debido a que buscaron "evitar interpretaciones erróneas" sobre que el organismo estadístico oficial mide mal, cuando ese "no es el mensaje correcto".
Sin embargo, el otro descubrimiento es que esta subdeclaración de ingresos en la EPH es mucho mayor en los sectores de ingresos más altos. Concretamente, en el decil más rico los ingresos reales son 122% mayores a los autorreportados en la encuesta del Indec. Esta cifra cae paulatinamente hasta ser solo un 25% mayores a los autorreportados en el tercer decil más pobre, para volver a elevarse a un 44% mayor a lo autorreportado en el decil inferior. Es decir, tanto los más pobres como los más ricos son más ricos de lo que creen, pero los más ricos son, por lo general, mucho más ricos que lo que creen.
Esto implica que la desigualdad en el país es mucho mayor que la estimada por el Indec en sus informes de distribución del ingreso. Según los resultados del trabajo, el decil más rico no gana 15,5 veces más que el más pobre (como mide el Indec) sino 26,9 veces más (lo que implica que el coeficiente de Gini, que crece con la desigualdad, aumenta de 41,1 a 53,3).
De hecho, el otro problema que hace que la desigualdad sea subestimada en la EPH es que "la encuesta no entrevista a los más ricos, al top 0,5% aproximadamente", señaló Tornarolli. "Hay una cuestión muestral, es difícil que te caigan los superricos en la muestra de la encuesta", explicó.