Micro y pequeñas empresas, panaderos y unidades de productores solicitan ser parte de la discusión por los acuerdos de Precios Justos y apuntan a la cadena de distribución, que llega a multiplicar por hasta diez veces los alimentos hasta la llegada a góndola. La Asamblea de Pequeños y Medianos Empresarios (APYME) advierte que las micro, pequeñas y medianas empresas dedicadas al comercio de proximidad no están siendo alcanzadas por los beneficios del acuerdo de precios sobre productos de primera necesidad aplicado en el marco del programa Precios Justos.
Desde la cámara de productores operadores frutihortícolas (COMAFRU) del Mercado Central de Buenos Aires advierten que en su rubro los verdaderos formadores de precio son los mercados concentradores. Por su parte, representantes de la cámara de panaderos se reunirán con Pablo Moyano para conseguir apoyo de la CGT en el anuncio de movilizaciones por el aumento de farináceos.
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El Gobierno acordó congelar 1800 productos y pretende llegar a los 30.000 con un esquema de aumentos de hasta 4 por ciento mensual por cuatro meses. Las negociaciones se hicieron con 18 cadenas de supermercados con 1200 puntos de venta, a los que se suman otros 200 mayoristas y 25 cadenas del Interior. Los pequeños productores, economías regionales y unidades productivas familiares se sienten dejados afuera de la agenda del gobierno nacional en materia de discusión de precios.
Se sienten afuera
“La entidad observa que bajo las especificaciones del Programa no se contempla la forma en que los negocios de proximidad, integrados por cientos de miles de pequeñas y medianas empresas, se abastecerán de los 1788 productos con precios regulados”, destacan desde APYME. En la práctica, el aprovisionamiento de este sector se realiza a través de distribuidores oficiales, autoservicios mayoristas o incluso en forma directa de fábrica. Sin embargo, en la mayoría de los casos, estos puntos de aprovisionamiento venden los productos incluidos en el programa al mismo precio al que debería venderlo la pyme o con escasa diferencia, lo que no permitiría un margen de utilidad mínima razonable para compensar sus costos.
“De no contemplarse esta situación, los negocios de proximidad quedarían forzados a vender más caros estos productos, lo que implica: migración de sus clientes a las grandes cadenas en busca del precio regulado; exposición a multas por incumplimiento del programa, o directamente la no comercialización de los productos regulados, con el consiguiente perjuicio para su ecuación económica por falta de oferta de estos productos de alta demanda”, explica la entidad pyme. Cabe tener en cuenta que en los negocios de proximidad se venden ocho de cada diez productos de la canasta básica.
Desde el Mercado Central de Buenos Aires, los productores y operadores frutihortícolas remarcan que los verdaderos formadores de precio son los mercados concentradores y con quién el Estado tendría dialogar y escuchar, “pero sobre todo trabajar para ponerle fin a esta falacia de qué la fruticultura crea inflación”. La Cámara sostiene que hubo “miles de intentos” para acercarnos a las autoridades gubernamentales, ligas de defensa al consumidor. “No pudimos concertar una sola cita”, agregó.
Los abusos de precios
Desde el COMAFRU ofrecieron una lista de productos, donde se registran fuertes remarcaciones entre lo que recibe el mercado concentrador y lo que paga en el comercio de cercanía y supermercados. “Un paquete de verdeo de un kilo y medio cuesta 80 por ciento; estaríamos hablando de unos 54 pesos el kilogramo de costo para quién se lo vende a usted. Ahora nosotros no tenemos la culpa si vamos a un supermercado y encontramos el kilo de este producto en 250 pesos. Le están remarcando casi un 500 por ciento”, detalla la Cámara.
La lechuga en jaula de 8 a 15 kilogramos en el Mercado Central tiene un valor promedio de 500 pesos. “Si un hiper después lo comercializa a el kilo en 300 pesos, nosotros no tenemos nada que ver”, ironiza la entidad. En el caso del morrón, en el Central vale 800 pesos los 10 kilos, mientas que al público se vende a 450 pesos el kilo, con una remarcación de casi 500 por ciento. El tomate por 20 kilogramos cuesta 800 pesos, pero el consumidor fuera del Mercado Central paga el kilo 500 pesos.
La papa la bolsa de 20 kilos cuesta 1600 pesos promedio (80 pesos por kilogramo). En algunas verdulerías y supermercados se vende el kilo a 280 pesos. La cebolla que, por escasez llegó a valer 3200 pesos la bolsa de 20 kilogramos, en este momento cuesta 2600 la misma mercadería tiene un costo mayorista de 130 el kilo y “lo hemos visto en muchos supermercados a 519 pesos, realmente una metida de la bolsillo al público consumidor”, dicen desde COMAFRU.
En resumen, se registran remarcaciones en verdeo de entre un 80 y 100 por ciento; en lechuga, entre un 50 y 70 por ciento; en morrón, entre un 40 y 60 por ciento; papa, de 30 por ciento; cebolla, un 30 por ciento.
Movilización del pan
Gastón Mora, titular del centro de panaderos de Avellaneda "27 de Abril" en sus declaraciones, será recibido por Pablo Moyano titular de la CGT. “De la misma también participaran el presidente y representantes de la federación industrial panaderil de la provincia de Buenos Aires con la cual tratarán de llegar a un acuerdo para avanzar en acciones que puedan ser de beneficio tanto para los trabajadores, como para los sectores más postergados que son quienes sufren el avance imparable de la inflación a gran escala
"Tenemos que ir contra quienes realmente forman los precios en la Argentina, no son precisamente los trabajadores, ni las pymes las que vienen atentando contra la mesa de los argentinos, sino que por el contrario son ellos quienes siempre le ponen el hombro y resignan ganar con tal de sacar el país adelante y conservar el empleo", sostuvo Mora.
“Vamos a proponer acciones conjuntas para defender el pan en la mesa de los argentinos y de ser necesario nos tendrán en la calle acompañados por los trabajadores dando pelea para que el pan no sea una utopía, sino una realidad en la mesa de cada familia argentina" sentenció el dirigente.