“La inflación es multicausal”, una frase repetida por integrantes del equipo económico, suele necesitar aclaraciones adicionales detrás de en qué consisten esas causas. Expectativas, tipo de cambio y el impacto de la variación de la base monetaria suelen hacer de variables. Uno de los factores que mayor preponderancia comenzó a tomar en el último período busca ser invisibilizado por quienes lo ejercen, pero se trata del poder de mercado de las grandes corporaciones.
La inflación no tiene un origen estrictamente monetario, sino que también refleja la disputa por la distribución del ingreso. Hay paritarias para el salario de los trabajadores, que a veces actúan como techo, pero no se ponen nunca sobre la mesa del debate límites para las ganancias y el excedente empresarial, especialmente para las grandes empresas.
“Hay que invertir el sentido dominante que responsabiliza al salario e impuestos como causantes de la inflación, que intentan en realidad esconder la principal razón, que es la apropiación de ganancias extraordinarias por parte del capital concentrado”, propuso Ana Rameri, economista del Instituto de Pensamiento y Políticas Públicas (IPYPP). En esa línea, precisó a El Destape que “los precios de mercado de los bienes y servicios no regulados en realidad se subordinan a la realización de determinada tasa de ganancia dolarizada generalmente”.
Justamente, de acuerdo al IPYPP, las ganancias de las grandes empresas les cuestan a los argentinos 10 puntos de inflación. En su último informe analizan las principales variables de los balances contables 2020 de las compañías más grandes que cotizan en la Bolsa de Comercio y llegan a esa conclusión, que podría proyectarse en una tónica similar para el período actual, puesto que no se dieron quiebres en la lógica de concentración y remarcación de la cúpula.
Pese a una caída en la actividad de las petroleras por la pandemia, la mayoría de los sectores de este grupo de 80 sociedades vieron expandir sus ventas en 2020 contra el período previo en línea o por encima de la inflación. Allí se destacaron la electrónica (161%), agropecuarias (75%), autopartes (75%), farmacéuticas (59%), industria del vidrio (52%), comercio (40%), financiero (39%) y alimentos y bebidas (36%).
La preponderancia del negocio financiero que creció durante la gestión de Cambiemos al amparo de tasas de interés elevadísimas, durante la crisis del COVID sostuvo su protagonismo por la vía de la expansión del crédito para contener la situación social y productiva y también gracias a las utilidades provenientes del financiamiento al sector público.
En el marco de un estancamiento y hasta caída de los volúmenes físicos de producción, la expansión de las ventas y la apropiación de ganancias en 2020 estuvo explicada por la remarcación de precios. A partir de un ejercicio en base a los balances, IPYPP verificó que, “de haber mediado un gesto mínimamente solidario en plena pandemia por parte de la élite de los alimentos de manera de sostener congelado el mismo nivel de ganancia bruta que el año anterior, entonces hubiera sido posible que estos precios evolucionaran un 25,2%, 13,2 puntos por debajo del 38,4% de la inflación del sector verificada en 2020”. A nivel global, reiteró Rameri, “las ganancias empresarias les cuestan a los argentinos más de 10 puntos de inflación”.
El desglose rubro por rubro de la opulencia de estas corporaciones de IPYPP resulta revelador. El panel de 80 empresas cotizantes muestra la presencia de pocos actores en varios sectores de actividad dentro de la cúspide del poder económico. Verificaron que diez empresarios poseen 27 de las firmas de mayor facturación del país (el 35% de las ventas), lo que da cuenta de un fuerte proceso de concentración y centralización de capital con efectos nocivos en la fijación de condiciones de producción y precios en la economía general.
En el segmento de los despachos de cemento, sólo tres empresas concentran el 85%. Por su lado, una compañía acapara el 57% de la producción de acero laminado caliente y el 98% de la producción de planos laminados en frío. Una firma explica casi la totalidad (98%) de la producción de aluminio.
Dentro del ámbito energético, dos sociedades son responsables del 70% de la extracción de petróleo crudo y cinco del 80% de la producción de gas. En tanto, cinco concentran el 50% de generación de electricidad.
Por su lado, dos compañías son dueñas del 78% de la producción de celulares, del 64% de la producción de autopartes, del 40% de televisores y del 39% de aires acondicionados. Si de servicios se trata, una sola concentra el 43% del mercado de las telecomunicaciones (telefonía, internet y complementarios).
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La configuración de la cúpula da cuenta de un claro sesgo de concentración económica conforme al predominio monopolios y oligopolios en mercados estratégicos. A ello, se suma la importancia de la extranjerización y transnacionalización del capital y la evidente conglomeración que implica que una corporación y sus dueños controlen múltiples compañías en diferentes sectores de la misma o de distintas cadenas de producción. “El rasgo de la conglomeración que caracteriza a cerca el 50% de la élite, es una forma de organización empresarial que tiene suma importancia por sus efectos condicionantes en la estructura económica argentina”, concluyó el centro de estudios.
Claudio Lozano propuso tener un buen estudio de la matriz insumo-producto de Argentina, dividido por bloques sectoriales, dentro de ellos las principales ramas y dentro los establecimientos estratégicos. Tras esto, aclaró a El Destape, “se deben que adecuar las regulaciones estatales para el nivel de conglomeración que estas empresas tienen. Si no, todas las acciones que tomemos como Estado van a ser ex post”.
En el rubro alimenticio, 20 empresas tienen el 74% de la facturación de toda la góndola, sumó el director del IPYPP y del Banco Nación. Sobre esta área el secretario de Comercio Interior, Roberto Feletti, actuó primero para anclar la disparada de las remarcaciones.
La última de las tres medidas planteadas como indispensables por Lozano consiste en “avanzar en un sistema de control social de la formación de precios, sentando a los productores, proveedores, comercializadores y consumidores”.
Críticas a la concentración de mercado
Este análisis coincide con el de diferentes organizaciones sociales, sindicales y hasta empresarias PYMES. La semana pasada, la CTA de la Ciudad de Buenos Aires se manifestó frente a la sede de la Coordinadora de las Industrias de Productos Alimenticios (Copal), la asociación empresaria que reúne a las principales industrias del sector, para expresar su respaldo al congelamiento de precios de alimentos. "Lo intentan boicotear privilegiando sus enormes ganancias, incluso a costa del hambre de millones de compatriotas. Prefieren venderle muy caro a cada vez menos, que venderles a precios razonables a cada vez más", indicaron los organizadores de la protesta en un comunicado conjunto.
"Las empresas de alimentos durante la pandemia fueron los que más pudieron generar ingresos enormes, no tuvieron pérdida y los ayudó el Estado con el ATP y REPRO", calificó el secretario general de ATE Capital, Daniel Catalano. Sobre la cúpula alimenticia, esgrimió que "se enriquecen en sacrificio de todos y todas. No hay explicación, no hay suba del dólar, sino una intencionalidad política. Exigimos el congelamiento".
De parte de las pequeñas y medianas empresas, Leo Bilanski postuló como clave congelar los insumos difundidos de las grandes empresas por lo que queda del año. “El Gobierno tiene que juntarse con los monopolios y analizar sus costos”. El presidente de la Asociación de Empresarios y Empresarias Nacionales (ENAC) atacó la “renta indebida” que se apropian las 1.500 compañías más poderosas.