Promociones o descuentos en los supermercados: la nueva estrategia de Caputo contra la inflación y por qué no funcionará

El Gobierno negocia con las cadenas un viraje de ofertas a descuentos directos. Sin embargo, el propio sistema supermercadista impide que este tipo de medidas se traduzcan en la desaceleración de precios.

13 de marzo, 2024 | 18.07

El ministro de Economía, Luis Caputo, celebró los cambios realizados por dos cadenas de supermercados en la forma de presentar sus promociones. La nueva estrategia del Gobierno para bajar la inflación parece enfocarse en que las empresas viren de promocionar ventas del tipo 2x1 a descuentos directos sobre cada producto. Sin embargo, el propio sistema supermercadista impide que este tipo de medidas se traduzcan en la desaceleración de precios.

A través de un posteo en su cuenta de la red social X, "Toto" puso una imagen con las modificaciones que realizaron en sus ofertas, que incluyen "rebajas en porcentajes directos y no atados a la cantidad". Caputo había hecho este reclamo en reuniones realizadas con los productores de alimentos y cadenas de supermercados.

El martes, el ministro volvió a quejarse en público por esta situación y adelantó que los precios "iban a bajar", según se lo habían prometido los empresarios. Sin embargo, desde el sector supermercadista le reconoció a El Destape: "Es una iniciativa de cada cadena, en este caso y en este momento es Jumbo. Pero no quiere decir que todos lo hagan o que lo deban hacer".

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Cómo se movieron los supermercados

Con límite hasta el 18 de marzo, la firma Carrefour vende el kilo de zapallo anco a $ 389, cuando su precio normal es de $ 499 (hasta agotar un stock de 10 mil kilos). Además, el jamón cocido por 200 gramos se vende a $ 1.490, con un descuento del 25%. 

Otros descuentos se visualizan en levadura, harina, queso crema, hamburguesas, ciertos cortes de carne, salchichas y algunas bebidas alcohólicas. A su vez, hay descuentos del 35% en productos de la marca Frigor. Por último, el cuarto trasero de pollo congelado se comercializa con un 35% de descuento. El resto de las promociones incluyen descuentos recién en las segunda unidad y pagando con la tarjeta específica de la cadena del supermercado. 

Por su parte, la empresa Chango Mas ofrece descuentos que van del 20% al 30% en salchichas, hamburguesas, alimento canino, productos de pescadería, queso crema de segunda marca, carbón vegetal y papas bastón. También hay promociones por día y por tarjeta emitida por determinados bancos que hacen descuentos sobre la compra final con topes de reintegro. También se vende segundos productos al 50% y al 70%, con  2x1 y 2x3. Todo esto se incluye con pagos realizados con la tarjeta del Club Mas, de la propia compañía.

En tanto, la cadena Dia informaba estas promociones hasta este miércoles: Ofrece descuentos en yogures, agua mineral, harina de trigo, papa negra, manteca de segunda marca, durazno en almíbar, ravioles de tercera marca y rollos de cocina.  Existen otras ofertas de descuentos, pero llevando una segunda unidad, o de cuatro productos pagando tres. También hay rebajas sobre compras finales con tope de reintegro con distintas tarjetas de crédito emitidas por ciertos bancos.

¿Cuál es el problema? Si los descuentos no se fijan durante todo el mes, las mediciones del Indec no pueden transpolar promociones sobre el nivel de precio de cada producto. Usualmente, las empresas segmentan los descuentos por rubro, con variaciones de día y forma de pago. 

Desconexión con el consumo popular

Más allá de que cualquier descuento directo por sobre obligaciones de compra es un saldo a favor del consumidor, este tipo de instrumentos no ofrece soluciones reales para el poder de compra. Un estudio del Centro de Estudios por la Soberanía Popular Mariano Moreno analizó los patrones de compra en el AMBA y dio con que la mayoría realiza compras en negocios de cercanía y no en supermercados. Incluso en el marco de esta división surge una brecha de precios muy considerable en favor de las grandes superficies. La leche, los fideos y otros productos de la canasta básica son más baratos en los súpers. 

Según la encuesta, el 62,38% de los encuestados realiza compras pequeñas y el 52% lo hace en negocios de cercanía. En la mayoría de las empresas productoras de alimentos, el promedio de aumento de sus productos es mayor en los comercios de cercanía que en los supermercados de cadena. El problema es que una proporción significativa de las adquisiciones de diversos alimentos se realiza en establecimientos minoristas de proximidad.

De acuerdo a la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia, los hipermercados y supermercados constituyen un mercado separado del resto de los formatos del comercio minorista. Esto se debe al patrón de compras de los consumidores finales entre los distintos formatos de venta y la relación entre los comercios y sus proveedores en la cadena de suministro.

Durante los últimos años se desarrolló una tendencia cada vez más marcada dentro del consumo masivo en Argentina y el mundo hacia la incorporación de las tiendas mayoristas en el mix de canales minoristas, con la explotación de un modelo de negocios que apunta cada vez más a atraer al consumidor final. En su conjunto, las grandes cadenas concentran alrededor del 80% de las ventas totales del sector supermercadista en Argentina.

Las tres cadenas principales (Carrefour, Cencosud y Coto) son responsables de aproximadamente la mitad de las ventas del sector. En cuanto a la presencia a nivel nacional, Carrefour, Cencosud y ChangoMas operan en la mayoría de las provincias del país. Coto, por su parte, cuenta con una importante presencia en la ciudad de Buenos Aires, donde mantiene más de la mitad de sus sucursales.

Finalmente, los supermercados DIA, de capitales españoles, con su formato de locales discount de superficie reducida, son la cadena con mayor número de sucursales, aunque ubicadas principalmente en la provincia de Buenos Aires y en la ciudad de Buenos Aires.

Los vicios sin sanar de los supermercados

Como sucedió en otras partes del mundo, expertos en el área vienen exponiendo la necesidad de establecer un código de buenas prácticas comerciales entre las cadenas de supermercados y sus proveedores, con el objeto de promover la competencia.

Se trata de un instrumento de autorregulación que establece un marco de referencia. Algunos de sus objetivos son los de aumentar la transparencia para las partes involucradas, aumentar la previsibilidad de las decisiones de las partes involucradas, mejorar la calidad de los servicios involucrados en la cadena de suministro, promover en general la competencia en los mercados afectados directa o indirectamente por la actividad y, finalmente, fijar un mecanismo de bajo costo y eficaz de reclamos por incumplimientos y de solución de controversias, que evite o complemente la vía judicial.

Por eso es necesario implementar mecanismos de descuentos comerciales transparente y no arbitrario, que otorgue certidumbre sobre el precio que cobrarán los proveedores por los productos adquiridos por las grandes cadenas; o evitar que los proveedores líderes interfieran en la asignación de espacios de exhibición o en la fijación de los precios de los productos de sus competidores.