La inflación más alta y la recaudación más baja acortan los tiempos de Luis Caputo

La recaudación sigue cayendo y la inflación, a esta altura del año, es más de lo esperado por el Gobierno. Ambas ponen en crisis al plan de Milei y Caputo. El mercado espera nuevos gestos de ajuste para encauzar el modelo económico.

04 de septiembre, 2024 | 00.05

El mes de agosto que acaba de culminar dejó la peor combinación de precios y recaudación que esperaba la administración de Javier Milei y obligará a una sobreactuación del ajuste fiscal  y sobre la economía real para mantener la aprobación de los mercados, que siempre vieron con dudas el plan del ministro Luis Caputo y preferían la versión más conocida del Fondo Monetario Internacional.

El plan de Milei y el ministro de Economía, Luis Caputo, buscó como eje central bajar la inflación hasta hacerla converger a cero, como condición para el levantamiento del cepo la apertura del mercado de capitales. Para alcanzar ese objetivo, se eliminó la emisión monetaria, se realizó un ajuste fiscal (con suba de impuestos y tarifas y reducción de subsidios) para obtener superávit financiero, se intervino con reservas para controlar la brecha del tipo de cambio y se indujo una recesión de la economía para frenar la demanda de bienes.

Este proyecto lo hacemos colectivamente. Sostené a El Destape con un click acá. Sigamos haciendo historia.

SUSCRIBITE A EL DESTAPE

El mercado prefirió siempre la línea del FMI de priorizar la acumulación de reservas y observó con reservas el plan de Milei y Caputo. Por ahora se mantiene expectante, como demuestra el Riesgo País fluctuando en la zona de los 1.400 a 1.600 puntos. Solo quebró a la baja, cuando creció la expectativa de una apertura del cepo.

Los números de agosto, con caída de recaudación que compromete el superávit primario e inflación en el rango de 3% a 4%, encendió luces de alarma y acortan los tiempos de Caputo para mostrar resultados.

La recaudación tributaria de agosto sorprendió al caer 14 puntos reales en comparación al mismo período del año pasado, pese a registrar los primeros ingresos provenientes del blanqueo de capitales, y profundizó el deterioro de las arcas fiscales si se observa que en julio la caída interanual había rondado el 8%.

La situación luce compleja”, evaluó el banco de inversión CMF que dejó un mensaje al equipo del presidente Milei: “Es de esperar que se sostenga un elevado nivel de ajuste del gasto para sostener el superávit fiscal”, afirmó. En la misma línea, sobre inflación, advirtió que según los datos de alta frecuencia “habría finalizado en la misma zona que julio, por lo que el Gobierno necesita un nuevo quiebre en la dinámica inflacionaria para evitar un deterioro de las expectativas de los agentes”.

Consciente de las dificultades para encauzar el plan económico, el presidente Milei ensayó una extraña explicación sobre el ritmo de incremento de precios. Tomó el IPC de 4% en julio, le descontó el paso devaluatorio de 2% que fijó el BCRA, le descontó una inflación internacional que estimó en 0,4%, dedujo que la inflación verdadera es de 1,6% mensual y 20% anual. Después, como el número tampoco lo convenció, hizo un cálculo similar sobre la inflación mayorista de 3,1% y razonó: “Esto qué quiere decir, que viene viajando entonces al 0,7, es 8% anual. Y si tomo el resto del sistema de precios mayoristas, la inflación vendría viajando al 0,4. Si viene viajando el 0,4 estamos hablando de una inflación en torno al 5 o 6% anual”.

En julio la inflación mayorista de importados fue de 1%, la mitad de la devaluación, desacreditando todo el razonamiento del presidente. La creatividad de Milei para disfrazar la inflación no convenció al mercado, que prefiere guiarse por los datos del Indec tanto para evaluar la inflación minorista como la inflación núcleo o de precios mayoristas.

La consultora PxQ en un reciente informe describió que “el programa del oficialismo es uno en el cual la desinflación temprana se impone como un mandato político-social, que obliga a agregar un ancla cambiaria como ayuda a la recesiva ancla fiscal” y advirtió que “el riesgo de tal esquema es que la apreciación impacte sobre el tipo de cambio paralelo y éste, a su vez, sobre los precios”. 

Estimó que el equipo económico intentará con los dólares que aportará el blanqueo de capitales y el régimen de bienes personales llegar al próximo año con una inflación de 2% mensual “de manera tal de maximizar las probabilidades que el traslado a precios de la devaluación necesaria para la unificación cambiaria sea bajo”.

Si esto fuera así, la flexibilización del control de cambios podría seguir el manual del FMI -unificación cambiaria, suba de tasa y esquema controlado de intervención cambiaria sin el riesgo de que la economía ingrese en una nueva carrera tipo de cambio, precios y salarios”, razonó.

Pero advirtió que si no logra bajar la inflación, “la apreciación cambiaria y la presión sobre las reservas” dispare los dólares financieros que, “se filtre en la dinámica de los precios internos y, entonces, interrumpa el sendero descendente de la inflación”, manteniéndola en el rango de 4% a 5% y “ante esta situación, es posible que el gobierno decida permanecer dentro del control de cambios hasta la elección de medio término”.

En ese caso, “dada la escasez de reservas, no es factible “crecer con cepo” puesto que el esquema macroeconómico no cuenta con una fuente de financiación del necesario crecimiento de las importaciones. El riesgo es, entonces, doble: por el lado económico, un esquema de estanflación; por el lado político, la promesa incumplida de crecer, bajar la inflación y salir del cepo de cara a una elección de medio término”, evaluó.