La inflación es un fenómeno que involucra al Ministerio de Economía, al Banco Central, al Ministerio de Agricultura y Pesca, y al de Desarrollo Productivo. La inflación es multicausal. Es un problema de arrastre. El diagnóstico es compartido por todos en lo discursivo. Cabe preguntarse entonces: ¿Cuáles son las medidas que está tomando cada área del gobierno para resolver ese problema?
Las noticias respecto a la macroeconomía parecieran indicar que la Argentina no tiene problemas. Crecimiento exponencial de la industria, crecimiento desorbitante en las ganancias del sector agrario, crecimiento del empleo registrado… Ahora bien, el día a día del trabajador se hace cada vez más difícil, y comprar alimentos todo el mes es una epopeya que requiere de un esfuerzo superlativo en un país productor de alimentos.
En las últimas semanas, vimos que desde muy diversos sectores se cargó la responsabilidad de la “guerra antiinflacionaria” sobre la Secretaría de Comercio Interior, último eslabón en la cadena de precios al consumidor, con competencia exclusivamente en la regulación y con escasas herramientas, que no alcanzan más que para contener en lo inmediato.
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quienes toman las decisiones tienen claro los límites de las políticas públicas de cada sector del gobierno. Se entendería entonces que la negación de competencias para resolver el problema o la construcción de metáforas, sería el quehacer del resto de las áreas en estos días.
En un gobierno peronista, intervenir en la puja de intereses en favor de las mayorías es la tarea, no hay tiempo entonces para indefiniciones o metáforas. El pueblo debe satisfacer sus necesidades básicas y tener horizonte de progreso. Parafraseando a Perón, la economía nunca es libre: o la maneja el Estado en favor del pueblo o la maneja el mercado en favor del mercado.
Es de esperar que el ministro de Economía, ahora que ha resuelto lo que ocupó la totalidad de su tiempo los últimos 28 meses, tome el toro por las astas y resuelva el tema que pega de lleno en la población, que no entiende de planillas de Excel cuando sus ingresos se ven fagocitados sin remedio y a una velocidad espantosa.
Coordinar las políticas económicas, incluyendo la regulación concreta de los mercados alimentarios para evitar que el mercado internacional vacíe los bolsillos del pueblo argentino y la estabilización de precios con políticas consistentes, equilibrándolas con políticas de ingresos para lograr un efecto redistributivo, debería ser la agenda oficial por estas horas.
En un contexto global en el cuál los gobiernos buscan proteger sus mercados internos y paliar la crisis alimentaria que asoma como secuela de la guerra, la Argentina no puede dudar entre la consolidación de los privilegios de los sectores que jamás pierden o la defensa de la mesa y la vida de los argentinos. Vivimos un tiempo extraordinario que requiere soluciones extraordinarias; sin procrastinaciones especulativas.
Es menester dejar el diagnóstico y pasar a la acción. Los peronistas no podemos descansar en lamentos y descripciones cuándo el pueblo necesita soluciones. Ese pueblo que nos votó hoy espera que cumplamos el contrato electoral. No hay más margen.