Las maniobras especulativas originadas durante la pandemia, a la que se le sumaron las adversas condiciones climáticas en parte de América, provocaron que el valor global de las materias primas para alimentos experimentase una fuerte suba en el último año. Y ahora la irrupción de la guerra iniciada por Rusia no hizo más que profundizar en escala este proceso.
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De acuerdo al último reporte de FIDE, con 440 dólares por tonelada, el trigo subió un 30 por ciento mensual en marzo frente a febrero y alcanzó su máximo valor en nueve años, mientras que el maíz lo hizo para el mismo lapso un 16 por ciento, al alcanzar los 332 dólares por tonelada, y la soja un 8 por ciento, al superar los 700 dólares por tonelada, llegando al mayor valor desde 2008.
Sin embargo, días atrás el ministro de Agricultura, Julián Domínguez, aseguró que “no va a haber cierre de exportación ni aumento de retenciones. Esta es la visión y la tarea que me delegó el Presidente de la República”, con lo que el gobierno parece haber descartado una suba de la principal herramienta de desacople entre el precio internacional de las materias primas y los precios locales. Incluso, cuando las mismas se han modificado mínimamente en relación a las rebajas operadas por el macrismo, cuya última fijación, en septiembre de 2018, se efectuó cuando la tonelada de soja rondaba los 300 dólares en lugar de los 700 actuales, la de girasol 340 frente a los 600 actuales, la de trigo 235 en comparación a los 440 actuales, y la de maíz en 145 en contraposición a los 332 actuales.
En su lugar, el gobierno apuesta a los denominados “fideicomisos”, una herramienta que no le brinda el nivel de recaudación fiscal que podría obtener con la suba de retenciones, como tampoco un desacople del precio internacional de los precios locales en la totalidad de los alimentos que se venden en el país, aunque le ahorra el costo de confrontación con las patronales agropecuarias.
Si en cambio, esta herramienta le permite reducir el costo local de algunos productos específicos y por cantidades limitadas. La experiencia de 2021 con los aceites tuvo un relativo impacto, y es por eso que en el día de ayer se puso en marcha el fideicomiso para el trigo, con el objetivo de estabilizar el precio de la harina, que debido al conflicto bélico, -Ucrania y Rusia explican el 28 por ciento del comercio mundial de esta planta-, en pocos días llevó a que la bolsa de 25 kilos que usan las panaderías alcanzara los 2.000 pesos frente a los 1.400 que costaba la semana anterior, y el precio del pan subiera de los 200 pesos el kilo a los 250.
Con todo, Gastón Mora, del Centro de Panaderos 27 de Abril, señaló a El Destape: “Vemos dificultades para implementar el fideicomiso, ya que directamente no se está consiguiendo trigo. El fideicomiso nos parece una buena herramienta, pero en esta situación creo que el gobierno debería prohibir por tres meses las exportaciones o subir las retenciones, porque está costando llevarlo a cabo debido a la retracción de la oferta”.
Cómo funcionan los fideicomisos
El procedimiento de los fideicomisos es un acuerdo llevado adelante con los exportadores de granos, que aportan una porción de sus ganancias extraordinarias obtenidas por el aumento global de las materias primas, para subsidiar a las empresas procesadoras de algunos de los alimentos derivados, aunque en proporción y variedad limitada.
Por caso, la experiencia del aceite en 2021 implicó que los conglomerados exportadores de porotos de soja y semillas de girasol aportaran un total de 190 millones de dólares durante el año pasado para subsidiar a productores aceiteros, quienes a cambio de recibir este subsidio, firmaron el compromiso de aumentar limitadamente 29 de los 40 millones de litros de aceite que consumen los argentinos mensualmente, por un índice compuesto por la suba internacional de las materias (40 por ciento de peso del aumento), la inflación mensual (30 por ciento), y el aumento salarial mensual (30 por ciento).
Pese al reclamo de la Cámara de la Industria Aceitera (Ciara), que no obstante es menor al que formulan por un posible aumento de retenciones, el programa fue cumplido y permitió que el aumento de los aceites en 2021 esté pocos puntos por encima de la inflación anual del 50 por ciento, con lo que se acordó extenderlo hasta 2023.
El fideicomiso del trigo, oficializado ayer y que tendrá vigencia hasta el 31 de enero del 2024, contempla subsidios por parte de los exportadores para 800.000 toneladas de consumo local sobre las 14 millones que se producen, en donde nuevamente las empresas productoras de harina, pan, y fideos secos, pueden acceder al subsidio a cambio de acordar subas reguladas de precios.
Tanto la Mesa de Enlace de las patronales agropecuarias, como la Bolsa de Comercio de Rosario y la de Buenos Aires se manifestaron contra la iniciativa, pero a diferencia de la cuestión retenciones, no formularon acciones concretas.
Semanas atrás, en declaraciones a El Destape, el secretario de Comercio Interior Roberto Feletti sostuvo que el mecanismo más potente para desacoplar los precios locales de los internacionales son las retenciones o los cupos de exportación, pero agregó que no podía decir que “que se esté estudiando”.
Por el momento, los fideicomisos parecen ser la marca del Frente de Todos.