El Gobierno ha pasado una de sus peores semanas en materia económica y política, pero sus efectos todavía pueden continuar. Tanto los expertos como el mismo sector comercial esperan que la suba del dólar blue y de los dólares financieros, aun si no continúa, impacte en los precios al consumidor y vuelva a presionar la inflación.
Entre lunes y viernes de la semana pasada, el dólar blue pasó de 400 a 442 pesos, un aumento del 10,5%. Otro tanto sucedió con los dólares financieros: el MEP pasó de 398 a 437 pesos (un 9,8% más) y el CCL de 403 a 455 pesos (subió un 12,9%). Ni siquiera el anuncio de Alberto Fernández de que no será candidato a la reelección logró calmar la disparada cambiaria en el cierre del viernes.
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Ahora viene el momento de los efectos, es decir, el previsible traslado a precios. Algo que ocurre con cada salto cambiario, tal como le sucedió a Macri en 2018 y 2019 y tal como experimentó el propio Frente de Todos en julio de 2022.
Así lo anticipan en el sector. "Por la lógica y por la historia, entendemos que sí, (la suba del dólar) se trasladará a precios", señaló Salvador Femenía, vocero de la CAME, en diálogo con El Destape. Aun así, agregó una salvedad: "Es tan baja demanda que en el sector minorista va a haber traslado a precios en tanto y en cuanto venga este como costo. Y tampoco seguramente se traslade todo, porque, si no, no se pueden sostener las pocas ventas que hay".
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Por lo tanto, lo esperable es que la suba no sea preventiva y tan inmediata, como sí ocurrió en julio del año pasado, sino recién cuando los comercios minoristas deban reponer la mercadería, explicó Femenía.
Los economistas hacen hincapié, sobre todo, en las cotizaciones financieras. Camilo Tiscornia, de la consultora C&T, afirmó que "la disparada del dólar blue siempre va a tener algo de impacto en precios", pero añadió que, aunque "el dólar oficial sigue siendo la clave, hay precios de muchas cosas importadas que ya empiezan a regirse por el CCL".
"Actualmente la economía se ha ido indexando cada vez más no solo a la inflación previa sino también a los dólares financieros, por el apretón del cepo cambiario en el que el tipo de cambio oficial es cada vez menos relevante para el comercio exterior", explicó Santiago Manoukian, economista jefe de Ecolatina.
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Manoukian aclaró: "Eso no quiere decir que todos los precios de la economía estén fijados al tipo de cambio paralelo, pero tampoco están al tipo de cambio oficial. Si bien los movimientos (en el dólares) que estamos viendo acompañan la nominalidad de la economía, es probable que estén teniendo un poco de impacto en los precios, por lo menos en mantener elevada la inercia" inflacionaria.
La preocupación por el impacto en precios de la inercia inflacionaria y el atraso cambiario también llega desde el propio sector comercial. "No se trata sólo de los dólares blue y financieros, sino que preocupan más los delicados desequilibrios que está mostrando la macroeconomía. La aceleración de la inflación hizo que los valores de las divisas quedaran atrás y, en algún punto, la inestabilidad de expectativas hace que la gente esté sacándose los pesos de encima", expresó a El Destape el jefe de Economía de la Cámara Argentina de Comercio y Servicios (CAC), Matías Bolis Wilson.
Una suba todavía pequeña en comparación con julio de 2022
Con todo, vale aclarar que, hasta el momento, la suba del dólar la semana pasada no tiene la magnitud de la corrida cambiaria de julio de 2022. El aumento de entre un 10 y un 13% en las divisas empequeñece frente al 41% que subió el blue, el 34% que subió el CCL y el 31% que subió el MEP durante aquellas semanas agitadas de administración de Silvina Batakis, entre la renuncia de Martín Guzmán y la asunción de Sergio Massa.
El salto inflacionario de aquel entonces fue brutal: se pasó de un IPC de 5,3% en junio a un 7,4% en julio, el mayor salto nominal desde la crisis macrista de septiembre de 2018.
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Además, mal que mal, recién ahora el dólar recuperó el terreno perdido del primer trimestre, ya que con el último subidón lleva acumulado un 27% de aumento en lo que va del año, aproximadamente lo mismo que redondeará la inflación acumulada para abril. La brecha cambiaria, por su parte, pasó la última seman de un 80% a un 97%, pero aún se encuentra lejos del tope de 147% que alcanzó al momento de asumir Massa.
Ambos indicadores, sin embargo, se aceleran peligrosamente. El traslado a precios de la suba de la última semana hará tambalear el objetivo político de Massa de exhibir un sendero inflacionario a la baja a partir del mes en curso. Si las consultoras ya tuvieron que recalibrar hacia arriba su índice de abril tras el sorprendente 7,7% de marzo y la suba de precios en alimentos de la primera quincena, ahora la amenaza de una nueva espiralización se vuelve todavía más real.