Cómo funcionan los supermercados en Argentina y por qué faltan regulaciones

La concentración de productos, las negociaciones con los proveedores y los vicios que atentan contra la competencia. Una caracterización de un negocio difícil de explicar.

07 de febrero, 2021 | 00.05

El negocio del supermercadismo es uno de los factores que mayor desequilibrio aportan a la lucha contra la inflación en nuestro país, que en el inicio del 2021 surge como un grave dolor de cabeza para el Gobierno. La concentración de productos, las negociaciones con los proveedores y los vicios que atentan contra la competencia.

El comercio minorista es uno de los sectores principales de la economía, responsable de la venta de productos al consumidor final y esencial para el aprovisionamiento de bienes y servicios. En Argentina se realiza a través de una gran variedad de formatos, que abarcan desde grandes superficies de venta, como son los hipermercados o supermercados, hasta pequeños almacenes, autoservicios o quioscos, además del comercio electrónico que ha crecido en forma significativa.

De acuerdo a la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia, los hipermercados y supermercados constituyen un mercado separado del resto de los formatos del comercio minorista. Esto se debe al patrón de compras de los consumidores finales entre los distintos formatos de venta y la relación entre los comercios y sus proveedores en la cadena de suministro.

Durante los últimos años se desarrolló una tendencia cada vez más marcada dentro del consumo masivo en Argentina y el mundo hacia la incorporación de las tiendas mayoristas en el mix de canales minoristas, con la explotación de un modelo de negocios que apunta cada vez más a atraer al consumidor final. En su conjunto, las grandes cadenas concentran alrededor del 80 % de las ventas totales del sector supermercadista en Argentina.

Las tres cadenas principales (Carrefour, Cencosud y Coto) son responsables de aproximadamente la mitad de las ventas del sector. En cuanto a la presencia a nivel nacional, Carrefour, Cencosud y Wal-Mart operan en la mayoría de las provincias del país. Coto, por su parte, cuenta con una importante presencia en la ciudad de Buenos Aires, donde mantiene más de la mitad de sus sucursales.

Finalmente, los supermercados DIA, de capitales españoles, con su formato de locales discount de superficie reducida, son la cadena con mayor número de sucursales, aunque ubicadas principalmente en la provincia de Buenos Aires y en la ciudad de Buenos Aires.

Imponer condiciones a proveedores

En líneas generales, el modelo de suministro del supermercado se estructura a través de encargados de compra que actúan como jefes negociadores dentro de departamentos que agrupan varias categorías de productos. Las negociaciones pueden ser anuales o mensuales o por acciones puntuales.

Las negociaciones entre los supermercados y los proveedores se realizan a nivel nacional y de manera centralizada, para todas las banderas y para todas las sucursales. Esto significa que las sucursales no gozan de independencia para decidir sobre cuestiones como el surtido de productos, precios o ubicación en las góndolas.

Al mismo tiempo, esto quiere decir que los supermercados, al dialogar con los proveedores sobre la totalidad de los productos adquiridos por la cadena, negocian las condiciones comerciales sobre grandes volúmenes de compra, lo que aumenta su capacidad negociadora. Las conversaciones entre las grandes cadenas y sus proveedores, en muchos casos, se caracterizan por un desequilibrio en el poder de negociación de las partes.

Los proveedores venden sus productos a distribuidores quienes a su vez los revenden a comercios minoristas, en general de superficies reducidas, como autoservicios y almacenes de barrio. El sistema de descuentos por volumen o fidelización acordados, las promociones y la extensión de los plazos de pago, entre otros elementos, lo convierten en un canal complejo de administrar particularmente para los pequeños y medianos proveedores, ya que demanda una estrategia de gestión particular y costosa.

En contrapartida, las grandes cadenas son de interés para los proveedores porque debido a la exposición en góndola de los productos disponibles, funcionan como una especie de “vidriera” que permite la publicidad permanente de los productos, lo cual es relevante para el desarrollo del negocio.

“Comerse” el mercado

Las grandes cadenas comercializan sus productos a través de tiendas con diferentes presentaciones o “banderas” que cubren un amplio espectro de formatos minoristas, desde hipermercados y supermercados de grandes superficies, hasta tiendas de proximidad o cercanía.

 A través de estos comercios más pequeños y estratégicamente ubicados, también llamados tiendas “de conveniencia”, las cadenas intentan captar a los clientes que siguen realizando la compra principal en las grandes superficies, pero que para las necesidades del día a día les resulta más cómodo acudir a los pequeños locales.

Por lo tanto, las grandes cadenas, además de operar como canal de venta de mercaderías, también prestan servicios de logística a los proveedores que pueden incluir exhibición de mercaderías y publicidad, entre otros.

Los grandes proveedores pueden contar con distribución, transporte y repositores en góndola propios. En cambio, para los pequeños y medianos proveedores, los servicios de logística, transporte, comercialización y publicidad de las grandes cadenas suelen ser de gran importancia debido a que en general no cuentan con distribuidores, transportistas o repositores propios o un presupuesto para publicidad, lo que los hace altamente dependientes de las grandes cadenas para poder operar y permanecer en el canal.

Los vicios sin sanar de los supermercados

Como sucedió en otras partes del mundo, expertos en el área vienen exponiendo la necesidad de establecer un código de buenas prácticas comerciales entre las cadenas de supermercados y sus proveedores, con el objeto de promover la competencia.

Se trata de un instrumento de autorregulación que establece un marco de referencia. Algunos de sus objetivos son los de aumentar la transparencia para las partes involucradas, aumentar la previsibilidad de las decisiones de las partes involucradas, mejorar la calidad de los servicios involucrados en la cadena de suministro, promover en general la competencia en los mercados afectados directa o indirectamente por la actividad y, finalmente, fijar un mecanismo de bajo costo y eficaz de reclamos por incumplimientos y de solución de controversias, que evite o complemente la vía judicial.

Por eso es necesario implementar mecanismos de descuentos comerciales transparente y no arbitrario, que otorgue certidumbre sobre el precio que cobrarán los proveedores por los productos adquiridos por las grandes cadenas; o evitar que los proveedores líderes interfieran en la asignación de espacios de exhibición o en la fijación de los precios de los productos de sus competidores.

Ley de Góndolas

Ya pasó casi un año desde la sanción de la Ley de Góndolas, aunque recién en diciembre del 2020 fue reglamentada y está en estudio su implementación. Desde el Gobierno se comprometieron a dar detalles de su aplicación, en lo que podría convertirse en una herramienta valiosa para la regulación de precios.

Ya en tiempos de normalización de la economía, la Secretaría de Comercio tiene en mente aplicar la ley de forma definitiva, la cual tiene como principal objetivo diversificar la oferta de productos, promover la formación competitiva de los precios y evitar la concentración de ciertas marcas en las góndolas de los establecimientos comerciales.

Los puntos principales de la ley

- Los establecimientos deberán garantizar un 25 por ciento de la góndola para la exhibición de productos de micro y pequeñas empresas nacionales y un 5 por ciento adicional para productos originados por la agricultura familiar, campesina e indígena y sectores de la economía popular.

- La norma alcanzaría a trece empresas que facturan $1.700 millones al año y comprenden el 26 por ciento de la cadena comercial del país.

- Los almacenes, autoservicios chinos y kioscos-canales de venta que concentran alrededor de 70 por ciento de las ventas minoristas-, quedarán excluidos.

- La ley comprende a los supermercados e hipermercados que cuenten con más de 50 bocas de expendio en todo el país.