El ingreso medio de los ocupados, es decir el promedio entre lo que cobran los asalariados registrados e informales, orilla los 90.000 pesos, según datos del Boletín de Estadísticas Laborales, cuando una canasta básica total –para una familia tipo- ya se ubica en los 191.228 pesos. Por eso se habla de la categoría trabajadores pobres. En este escenario, la variación del precio de los alimentos pega mucho más fuerte en los sectores vulnerables, quienes destinan la mayor parte de sus ingresos a la comida diaria y la compra de otros bienes vinculados al hogar.
En marzo, la canasta básica alimentaria aumentó un 9% y un 130% en la comparación interanual. La suba de las cotizaciones de los diferentes tipos de cambio–blue, contado con liquidación y MEP-, volverá a impactar en el precio de los alimentos, de acuerdo a la visión del Centros de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz (CESO).
Durante marzo, el pan, uno de los principales alimentos que forman parte de la CBA, registró una suba del 12%. Los fideos lo hicieron en el orden del 6,5%, y la carne –corte asado- tuvo una variación del 7,1% y la picada común, un 3,4%. Sin embargo, el pollo, que suele funcionar como un sustituto para las carnes rojas, tuvo un alza del 26%. Los controles de precios aplicados por el Gobierno nacional no llegan a los sectores más vulnerables.
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Precariedad
En el último año, la creación de empleo no registrado creció a un ritmo del 15%, en detrimento del registrado que lo hizo en un 3,4%. Este dato contribuye a comprender por qué muchos trabajadores no llegan a cubrir una canasta básica con su salario.
Existe otro dato que abona este escenario: con un crecimiento del 5,2% durante 2022, la pobreza alcanzó al 39,2 por ciento de los 31 aglomerados urbanos del país. Pero diferentes analistas coincidieron en señalar que ese resultado ya era viejo, teniendo que en cuenta la aceleración de la inflación para este primer trimestre. En el acumulado del año, la CBA ya subió un 30,6% y la CBT, un 25%.
Por ende, no sería ilógico pensar en un posible incremento de la pobreza para esta primera parte del año, más aun cuando también se registra cierto freno en la actividad económica y las previsiones para este año marcan la posibilidad de un estancamiento, con una inflación que sigue en aumento y una persistente puja devaluatoria que impactara en el precio de los alimentos y en el poder adquisitivo de los salarios.
Para el Departamento de Economía de la Universidad Torcuato Di Tella (TDTL), la tasa de pobreza se ubicaría en el 41,5% (promedio) para el semestre que va de octubre a marzo de este año. Sin embargo, para los primeros tres meses del año podría llegar al 42,3 por ciento, según las estimaciones de Martín Rozado, titular del área de economía de la Universidad.
La vulnerabilidad social aumentó a medida que la inflación siguió su curso ascendente. En el semestre agosto enero se ubicaba en el 39,5% y para el período septiembre – febrero fue del 40,5%, según los datos analizados por Rozada.
Alimentos dolarizados
Los diferentes productos incluidos dentro del llamado dólar agro representan el 40% de los alimentos ponderados dentro del IPC. Esto hace suponer que habrá un fuerte impacto en los precios, a partir de estas devaluaciones selectivas. Esta semana, el Gobierno decidió excluir de este beneficio a la carne, uno de los alimentos que más aumentaron en los últimos meses y con una fuerte presencia dentro del IPC.
Pero ahora la amenaza para la suba de precios viene por el lado del alza en las cotizaciones paralelas. Uno de los fenómenos detectados el año pasado fue que los precios empezaron a moverse en relación a la cotización del contado con liquidación.
Este jueves, el CCL cerró en los 435 pesos, con una suba mensual del 7%, mientras que el blue ya cotiza en torno a los 430 pesos. El costo de esta puja devaluatoria lo pagarán la mayoría de los trabajadores con la pérdida de su poder adquisitivo.
“Las subas de los diferentes dólares generan un contexto de mucha incertidumbre, que pueden traer aparejados comportamientos especulativos, como el estoqueo de mercadería, la cobertura ante una posible devaluación y el freno a la liquidación de divisas a la espera de novedades en la evolución de los tipos de cambio, entre otras situaciones”, explicó Andrés Asiain, director del CESO. Es decir, es muy probable que la onda expansiva detrás de las subas del dólar llegue al precio de los alimentos.