La venta de autos importados se espera que se incremente en los próximos meses, hasta representar siete de cada diez vendidos, desplazando de las concesionarias a las unidades de producción nacional, según estimaciones de la industria. En los últimos años, de la mano de las restricciones a las importaciones de unidades terminadas, los autos de origen argentino representaban la mayoría de las ventas en las concesionarias pero ya en los primeros cuatro meses de 2024 esa relación empieza a cambiar.
En 2021 y 2022, a la salida de la cuarentena, el mercado mostraba una participación de 52% y 56% de unidades producidas en el país. El año pasado, de la mano de las crecientes restricciones al acceso de divisas, las ventas de autos nacionales trepó hasta cerca del 70%.
El mix de autos nacionales e importados reflejaba la ecuación de rentabilidad sobre posibilidad de acceso al mercado, de tal manera que las terminales privilegiaron importar menos pero de automotores de alto valor unitario, donde se concentra las mayor rentabilidad, mientras completaban la oferta con las líneas de producción local.
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Ese fue el principal motivo por el cual desaparecieron de las concesionarias los autos del segmento B, vehículos compactos que se caracterizan por ser fáciles de manejar, económicos y versátiles. Esos autos son los que comenzarán a verse en las concesionarias en la segunda mitad del año, si todo sale bien como esperan en el gobierno y logran atravesar la crisis de junio/julio, cuando se acumulan pagos en dólares.
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Las automotrices concentraron en el país la producción de unidades de alto valor agregado, especialmente las pick up del segmento medio, donde lidera Toyota con la Hilux pero también es fuerte Ford con la Ranger y Volkswagen con la Amarok, que está pronto a presentar un reastiling para modernizarla. Hasta Renault tiene su pick up, la Alaskan. Todos vehículos que exportan y que les permiten tener alta rentabilidad en el mercado local.
Las terminales están esperando superar ese cuello de botella para saber si tendrán o no disponibilidad de dólares para importar. En la primera mitad del año, comenzaron a regular el pago de importación de insumos e inclusos algunas automotrices accedieron al bono Bopreal del BCRA para pagar a proveedores. Pero para definir el programa de importación de unidades esperan que todavía señales de que el Gobierno logrará enfrentar los desafíos externos.
La apreciación del tipo de cambio que se registró desde la devaluación del inicio de la gestión de la administración de MIlei, está también en el centro de las preocupaciones. Con un dólar muy barato, Argentina, uno de los 27 países en el mundo que produce automotores, correría el riesgo de perder una industria que en su mejor época llegó a fabricar un millón de unidades.
Salvo Toyota, con superávit comercial basado en la producción de su pick up, el resto de la industria fue sistemáticamente deficitaria y la producción de autos en Argentina fue una manera de garantizarse acceso a divisas para importar.
La presencia de unidades importadas, de todas maneras, empezó a notarse en la primera parte del año. Mientras las importaciones globales del país cayeron por la recesión, la única excepción fue Vehículos Automotores de Pasajeros, cuyas compras externas crecieron (en valores) un 13,9% anual, motivadas por una suba del 14,5% en las cantidades, según estimación de la consultora Abeceb.
En el primer trimestre, la importación del sector creció 42,9% que la consultora adjudicó principalmente con la normalización de los flujos de comercio desde niveles muy bajos en 2023, ya que se eliminaron buena parte de las trabas a la importación. Mientras la importación creció, la producción de automóviles nacionales se contrajo un 29,4% interanual, y las ventas cayeron un 20,8%, según datos de ADEFA citados por Abeceb.