Mientras las grandes empresas del país se niegan a pagar la suma fija (dos cuotas de 30.000 pesos) establecida por el gobierno nacional para reforzar los salarios de gran parte del conjunto de trabajadores y los candidatos presidenciales de la oposición endulzan los oídos de esos sectores en esta elecciones 2023 con promesas de reducción drástica de impuestos ante lo que definen como “enorme” presión fiscal, un informe reciente aseguró que es un “mito” considerar que “las grandes empresas son las que más aportan a la recaudación nacional”.
La investigación es parte de un libro presentado por el Espacio de Trabajo Fiscal para la Equidad (ETFE) que se propone analizar, con datos, cómo gasta y recauda el Estado y qué rol cumple la política fiscal. Puntualmente, analizaron los diferentes mecanismos que ponen en práctica las grandes empresas para sortear sus obligaciones impositivas, y concluyeron que “las grandes compañías estarían aportando al fisco menos de lo que deberían”.
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En relación, se planteó también que la presión fiscal (recaudación tributaria como porcentaje del PIB) está por debajo del promedio de los países desarrollados de la OCDE, “en nuestro país en 2020 fue del 29,4% y en OCDE, de 33,5%” y también “por debajo de países como Brasil, en donde llegó al 31,6%. En 2021, se redujo aún más y alcanzó un 28,8%. De hecho, por otro lado, un informe del instituto IARAF, que dirige Nadín Argañaraz, indicó en julio que “sin considerar los impuestos al comercio exterior, muy golpeados por la sequía, en 2023 se lleva registrada la menor presión tributaria efectiva nacional de los últimos 17 años, y considerándolos, la presión tributaria es la menor de los últimos 20 años”.
Qué impuestos y cuánto pagan
En el informe coordinado por el sociólogo Adrián Falco, integrante de la Red de Justicia Fiscal de América Latina y El Caribe, se señaló que para el 2020 en el país se registraron 577.257 empresas distribuidas en 93 ramas de actividad, de acuerdo a datos del Ministerio de Trabajo nacional. Si bien a todas les corresponden diferentes impuestos según el sector de actividad y la ubicación, existen tres impuestos “que concentran toda la atención: l IVA, Ganancias e Ingresos Brutos (IIBB)". Respecto del impuesto a las ganancias empresariales, tiene una alícuota progresiva (del 25% al 35%) que se aplica sobre la ganancia neta según la empresa, y además tiene la característica de ser coparticipable, es decir que se reparte entre los recursos que van a las provincias.
En ese sentido, Falcó señaló que "existe el mito de que este tributo es el que más aporta al erario público”, sin embargo según un análisis del peso que tiene este impuesto en la recaudación total, realizado antes y después de la pandemia, “se puedo determinar que hay otro impuesto que lleva la delantera a la hora de recaudar más: el IVA. Además lo pagamos todos y todas independientemente de nuestra capacidad de pago y de nuestros ingresos”. A modo de un ejemplo simple, “en promedio por cada 100 pesos que recauda el fisco en impuestos, 31 pesos provienen del impuesto a las ganancias y 41 pesos corresponden a IVA”.
Respecto de los diferentes tipos de empresas, se indicó que “si bien existe en Argentina un vasto universo de empresas medianas y pequeñas, son las grandes empresas las que poseen la capacidad técnica en relación a recursos humanos, tecnológicos y políticos para operar y determinar qué impuestos pagan y en dónde”.
Mecanismos para incumplir
Además de analizar la composición de la recaudación nacional y dar cuenta del mayor peso que tienen los impuestos que recaen sobre los consumos de primera necesidad, que pagan tanto sectores formales como informales, el manual “Mitos impuestos: una guía para disputar ideas sobre lo fiscal” al que tuvo acceso este medio detalló los mecanismos que ponen en marcha las granes empresas que hacen que “están lejos de ser las que más aportan al fisco”.
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En ese sentido Falco explicó que, por un lado, los grandes grupos económicos argentinos transnacionalizados y las empresas multinacionales “logran minimizar su carga tributaria trasladando sus capitales al exterior”. Y recordó que “en la última filtración denominada 'papeles de pandora´ Argentina está en el tercer lugar de países con más empresas operando en guaridas fiscales. A través de estas empresas pueden realizarse muchas actividades ilícitas mediante diferentes mecanismos”. Entre los mecanismos más comunes se encuentran “la simulación de operaciones en el exterior (falsa facturación proveniente de empresas fantasmas) y la triangulación de operaciones con intermediarios (intermediarios alojados en paraísos fiscales)”.
Por otro lado, el investigador mencionó que “también existen rubros en los que las empresas gozan de diferentes beneficios tributarios para los cuales no tienen que realizar imbricadas operaciones o ingeniar entramados fraudulentos, como en la actividad minera o la forestal, cuyos regímenes de inversiones se asemejan ya que ambos otorgan incentivos para el impuesto a las ganancias, entre otros”.
En este escenario, las grandes empresas ya sea mediante maniobras fraudulentas o por beneficios que se sostienen largamente en el tiempo y sin mayor control de su impacto real en una actividad, logran reducir el pago de impuestos mientras, mismo tiempo, reclaman constantemente por la “asfixia tributaria”.
Lo que nunca se discute
Al centrar el foco de atención en la presión fiscal y los planteos al unísono de algunos sectores empresariales y políticos al respecto, rara vez se pone en discusión la regresividad del sistema tributario: un sistema donde pagan más quienes menos tienen. En el marco de manual presentado se indicó que los hogares del decil de ingresos más bajos tienen una presión tributaria superior que los hogares del decil más rico, a lo que se suma el impacto diferencial en las mujeres, al estar sobrerrepresentadas en los sectores con menores ingresos.
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“El sistema tributario es, ni más ni menos, que un campo de disputa en donde se libra, de manera permanente, la batalla por el desarrollo social y económico de nuestro país, donde se estructuran las piedras fundantes de la igualdad o la desigualdad social”, advirtió Falco y consideró que el sistema actual es regresivo en el sentido de que “no recauda de acuerdo a la capacidad de pago de las personas y empresas sino que exige proporcionalmente más a quienes menos tienen”.
En esa línea se sostuvo que “necesita ser reformulado y sobre todo simplificado. La potencia transformadora que supone tener un sistema tributario progresivo de la mano de decisiones políticas acordes a un desarrollo social, económico y cultural inclusivo, aún no la hemos experimentado. Depende de la fuerza que provenga desde diferentes sectores, sociedad civil, academia, sindicatos, gobiernos, para que esto se materialice”, cerró.