El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, buscará llevar adelante la mayor suba de impuestos en casi tres décadas, con el objetivo de compensar los gastos sociales que generó el COVID-19 en la economía norteamericana. Dentro de ese paquete fiscal se incluiría una suba en el impuesto federal a la renta para quienes ganen más de 400.000 dólares anuales. Mientras tanto, en la Argentina, a un mes de estar en vigencia el impuesto a las grandes fortunas, la presentación de declaraciones juradas está virtualmente paraliza y la AFIP comenzó con el cruce de datos para identificar a algunas de las 12.000 mayores riquezas del país alcanzadas por el aporte extraordinario.
El aporte extraordinario que impulsó el Ejecutivo en el país, que debería alcanzar a 11.855 personas con fortunas de argentinos y argentinas superiores a los 200 millones de pesos, fue demonizado por el establishment económico, reacio a pagar impuestos. Las columnas editoriales en contra de este aporte por única vez, impulsadas por empresas que hacen lobby mediático en contra del impuesto, aseguraban que se trata de un medida que no se aplica en otros países que consideran "serios" y que el resultado será disminuir los niveles de inversión. El Gobierno pretende recaudar en la Argentina unos 300.000 millones de pesos a través de este aporte extraordinario.
Bolivia aprobó en diciembre un impuesto anual a las grandes fortunas, mientras que en Chile y Perú también impulsaron recientemente medidas similares. En el Reino Unido se desempolvó una propuesta similar. Esta semana se conoció que Biden llevará a cabo una profunda reforma fiscal, con mayor carga tributaria para las personas de mayores ingresos y alivios para la población con menos recursos.
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Biden le quiere cobrar a los ricos
Con el proyecto de ley de ayuda COVID-19, el gobierno estadounidense está centrando su atención en la reforma fiscal. "Está planeando el primer aumento importante de impuestos federales desde 1993, con el objetivo de cumplir una de sus promesas de campaña. La propuesta de Biden afectará principalmente a aquellos que ganan más de 400,000 dólares al año y podría resultar ser el vehículo con el que pagará algunos de sus planes económicos y de infraestructura de larga data", según informó Bloomberg.
En las últimas semanas la Casa Blanca fue buscando adhesiones de gobernadores y legisladores demócratas para gravar a sus residentes más ricos, que salieron ilesos de la recesión o terminaron adelante. La promesa es que se utilizarán los ingresos adicionales para impulsar los servicios sociales en esos estados, como el cuidado infantil en Washington o la educación en Minnesota, y reducir los impuestos para los residentes de bajos ingresos en Pensilvania.
Los trabajadores con salarios más bajos que ganan menos de 30.000 dólares al año fueron los más afectados por la pérdida de empleos, y el empleo disminuyó en más de un tercio al comienzo de la pandemia. Por su parte, los trabajadores con salarios altos que ganan más de 85.000 dólares vieron que el empleo se mantuvo estable, informó el mes pasado la Reserva Federal de Nueva York.
Biden rechazó un impuesto absoluto sobre la riqueza pero pidió que se amplíe el alcance del impuesto a la herencia, así como que se graven las ganancias de capital y los dividendos a una tasa de impuesto sobre la renta ordinaria del 39,6 por ciento para aquellos que ganan más de 1 millón de dólares. Las tasas del impuesto sobre la renta subirían hasta un 39,6 por ciento desde el 37 por ciento para aquellos que ganan más de 400,000 dólares, quienes también enfrentarían un impuesto sobre la nómina del 12,4 por ciento del Seguro Social.
En Argentina sigue la resistencia
La alternativa es gravar las ganancias de capital, en parte debido a la naturaleza desigual de la recesión que dejó a algunos de los estadounidenses de mayores ingresos beneficiándose de los precios récord de las acciones. En el caso argentino es un aporte por única vez sobre los patrimonios.
Pese a los planes de cuotas propuestos por la AFIP para que "puedan pagar" los mega ricos el aporte, las argucias para evitar ser alcanzados (o reducir el nivel de aportes) estuvieron a la orden del día. La AFIP inició una investigación a más de 1250 personas con fortunas de más de 200 millones de pesos, sobre un total de 2500 contribuyentes que dejaron de presentar bienes personales. "Todavía no tenemos resultados para mostrar", señalaron desde el organismo a El Destape.
Titulares de las grandes fortunas no presentan las declaraciones para evitar pagar el impuesto a las riquezas, pero la AFIP pedirá la rendición de cuentas. Esos mismos mega millonarios comenzaron a gastar grandes sumas de dinero en estudios de abogados para litigar contra el Estado y ahorrarse el pago del aporte.
La titular de la AFIP, Mercedes Marcó del Pont, anticipó que se iniciarán denuncias penales contra esos contribuyentes por evasión agravada. Las denuncias penales se radicarán en los casos de que esos contribuyentes no paguen el aporte. La facilidad de pago, con sus plazos y tasas, sería comunicada en los próximos días, dado que el gravamen vence el 30 de este mes.