Por Tito Efraín Díaz, representante interino de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) Argentina y Uruguay.
El hambre es mucho más que las seis letras que la conforman; en América Latina y Caribe afecta a 60 millones de personas, y tras la pandemia por Covid 19 se encuentra en su punto más alto en 20 años. Atado a esto, unos 267 millones de habitantes sufren inseguridad alimentaria y el cambio climático se volvió una realidad ineludible.
Y para completar el complejo escenario, el conflicto entre Rusia y Ucrania está ocasionando alzas en los precios de la energía y los fertilizantes que son insumos fundamentales para la producción de alimentos.
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A su vez unos 22 millones de personas se sumaron a la pobreza solo en 2020, y muchos han tenido que optar por peores dietas debido a falta de ingresos; hoy la obesidad afecta a 106 millones de hombres y mujeres y ya es la principal causa de muerte prematura en la región.
Por todo este contexto la Conferencia Regional de la FAO para América Latina y el Caribe es más urgente y necesaria que nunca. Será un encuentro en donde los ministros de agricultura de los 33 países de la región debatirán y analizarán posibles respuestas conjuntas a la crisis, y compartirán las innovaciones que están implementando a lo largo de sus sistemas alimentarios para enfrentarla.
Del 28 de marzo al 01 de abril, la capital ecuatoriana Quito será testigo de las discusiones regionales que señalarán las prioridades de la región y el programa de cooperación de la FAO para los próximos dos años. Allí los países debatirán sobre tres prioridades fundamentales: sistemas agroalimentarios sostenibles para proporcionar dietas saludables para todos; sociedades rurales prósperas e inclusivas y agricultura sostenible y resiliente.
La producción agropecuaria de Argentina ocupa un rol fundamental en este escenario por su aporte a la seguridad alimentaria nacional y global. De acuerdo con estadísticas de Agregados Macroeconómicos brindadas por el INDEC en 2020, el aporte de las cadenas agroindustriales al PBI nacional fue del 24%, equivalente a USD 77.235 millones. La ganadería, en su eslabón primario aportó el 9,7% del PBI agropecuario/ agroindustrial, por lo cual aportó el 2,3% del PBI nacional, y este no es un dato menor.
El Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca (MAGyP) de la Argentina, que estará presente en la Conferencia, desempeña un papel importante en varios proyectos que son apoyados por la FAO y los cuales se encaminan a dar posibles respuestas a los problemas de producción agropecuaria, alimentación, y nutrición, y promover el desarrollo sostenible social, económico y ambiental.
Uno de los proyectos más importantes en ejecución , en colaboración con la FAO como entidad acreditada ante el Fondo Verde para el Clima y el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación es el Proyecto de Pagos Basados en Resultados REDD+, cuyo objetivo es poner bajo manejo sostenible 4.5 millones de hectáreas de bosques nativos de la Argentina, y alcanzar las metas trazadas en el Acuerdo de París, contribuyendo así al desarrollo de las comunidades locales, de las mujeres rurales y de los pueblos originarios que viven y dependen de ellos.
El proyecto tiene un componente de ganadería sostenible por medio del cual se desarrollarán unos 92 planes de manejo integrado de bosques con ganadería que beneficiarán en forma directa a 2.900 familias.
Otro proyecto que apoya la FAO Argentina con asistencia técnica es encabezado por el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible y por el Consejo Federal Pesquero, es aquel que busca el fortalecimiento de la gobernanza para gestionar y proteger la biodiversidad costera y marina en áreas ecológicas clave, e implementar el Enfoque Ecosistémico de la Pesca.
A su vez, en el marco del Plan Argentina Contra el Hambre, que busca combatir la desnutrición en el país mediante diversas medidas económicas y sociales, la Organización se ha propuesto contribuir en colaboración con el Ministerio de Agricultura y el Instituto Nacional de Tecnológica Agropecuaria, a mejorar el acceso al agua para consumo y producción agrícola en territorios rurales donde predominan los sistemas de agricultura familiar, campesina e indígena, en apoyo también al Plan Nacional de Acceso al Agua dirigido por el MAGyP.
Todo esto demuestra que mediante el trabajo conjunto de la FAO y las instituciones nacionales se crean sinergias para encontrar soluciones a los principales desafíos que enfrenta el sector agrícola y ganadero, y avanzar con paso seguro hacia la implementación de sistemas agroalimentarios que fomenten la economía, promuevan el acceso a dietas saludables, generen empleo en áreas rurales y urbanas y administren los recursos naturales de manera sostenible. Para alcanzar esas metas será necesario invertir en innovación tecnológica, social e institucional a nivel local, nacional y regional.
La FAO trabajará con los países para implementar su Marco Estratégico 2022-2031 y adaptarlo a las condiciones y necesidades de la región, para lograr una mejor producción, una mejor nutrición, un mejor medio ambiente y una mejor vida, sin dejar a nadie atrás.
Con información de Télam