Producto de la desaceleración de la economía mundial, más trabajadores se ven obligados a tomar empleos no calificados, mal remunerados, precarios y desprovistos de protección social. El incremento de la precariedad profundizó las desigualdades exacerbadas por la crisis del coronavirus, según advirtió la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
La OIT también previó un aumento del desempleo mundial este año de alrededor de tres millones de personas, para alcanzar 208 millones (tasa de desempleo mundial del 5,8%), lo que marca un cambio de tendencia respecto a la baja observada de 2020 a 2022. A causa de la inflación, como los precios aumentan mucho más rápido que los salarios, más personas podrían caer en la pobreza. Esta tendencia se agrega a la caída de poder adquisitivo registrada durante la crisis del Covid-19.
Las tensiones geopolíticas, el conflicto en Ucrania, la recuperación desigual tras la pandemia y los cuellos de botella en las cadenas mundiales de suministro dieron lugar "a una situación de estaflación, que conjuga simultáneamente una inflación elevada y un crecimiento económico insuficiente, por primera vez desde el decenio de 1970", según el informe. El director general de la OIT, Gilbert Houngbo, remarcó: "Las previsiones de la desaceleración de crecimiento económico y del empleo en 2023 implican que la mayoría de los países no volverán a los niveles de antes de la pandemia".
"El menor ritmo del empleo a escala mundial significa que las pérdidas ocasionadas durante la crisis del Covid-19 probablemente no se compensen antes de 2025", apuntó el director del departamento de la investigación de la OIT y coordinador del informe, Richard Samans, en un comunicado.
Empleo informal
En otro pasaje, el informe identificó una nueva medida global de necesidades no satisfechas en materia de empleo: "El déficit global de empleos". Además de las personas desempleadas (205 millones en 2022), esta categoría incluye a las personas que quieren trabajar pero no buscan activamente un empleo (268 millones), ya sea porque están desanimadas o porque tienen otras responsabilidades, por ejemplo de orden familiar.
El año pasado, el déficit mundial de empleos llegaba a 473 millones, o sea más que en 2019. Ese déficit de empleos se focaliza en el caso de las mujeres y en los países en desarrollo. "A raíz de la actual coyuntura de desaceleración, muchos trabajadores se verán obligados a aceptar empleos de peor calidad, con frecuencia mal remunerados y, en ocasiones, sin contar con las horas de trabajo necesarias", indicó la OIT.