En el marco de la 111 conferencia anual de la Organización Internacional de Trabajo (OIT) en Ginebra, el espacio que reúne a gobiernos, representantes de trabajadores y empleadores difundió un informe que alerta sobre el crecimiento de la brecha de empleo entre países ricos y pobres. Al respecto, para este año se prevé que el déficit mundial de empleos afecte a 450 millones de personas (11,7%), más del doble del nivel de desocupación, mientras que en el caso de los países de ingresos bajos y con fuerte endeudamiento el porcentaje escala catorce puntos más. A la par, más de la mitad de la población mundial no tiene ninguna cobertura social.
El documento al que accedió este medio señaló que “las crisis actuales están afectando de manera desproporcionada a los países en desarrollo” y destacó como sus componentes centrales “la inflación, los tipos de interés elevados, junto con un riesgo creciente de endeudamiento” que amplían las desigualdades existentes ya potenciadas por la pandemia en 2020. En ese escenario se espera, además, que el crecimiento del PIB mundial se desacelere hasta el 2,8% este año (-0,6 puntos).
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“La persistencia del déficit de empleos en los países más pobres refleja que, por diversas razones, no hay suficientes nuevas oportunidades de empleo para una población joven en rápido crecimiento”, advirtieron desde el organismo internacional y agregaron que, junto con los jóvenes, las mujeres y las personas mayores son las más afectadas. “El déficit de empleos es mucho mayor entre las mujeres (14,5%) que entre los hombres (9,8%) y solo el 38,6% de las personas de edad avanzada percibe una pensión de vejez”.
Brecha de empleo
La OIT creó un nuevo indicador denominado "brecha de empleo" que en este caso comprende “a todas las personas que desearían trabajar, pero no tienen un empleo”. Según señalaron desde el organismo se construyó utilizando las mismas fuentes de datos que en las estadísticas de desocupación junto con datos de todas las personas en busca de empleo o de otras que trabajarían si pudieran hacerlo por lo que “es un complemento útil, siendo más específico sobre la demanda insatisfecha de trabajo”.
Puntualmente, los datos de la tasa mundial de desempleo indican que “descenderá 0,1 puntos porcentuales en 2023, hasta llegar a 191 millones de personas, lo que corresponde a una tasa del 5,3%”. ¿Que muestra entonces el nuevo indicador? A partir de esta herramienta se estima que el déficit mundial de empleos afectará este año a 453 millones de personas (11,7%), es decir, más del doble del nivel de desocupación mencionado, por lo que incluye tanto a los 191 millones de desempleados como a otros 262 millones que quieren un empleo, pero no cumplen los requisitos para ser considerados desempleados. Por ejemplo “las personas desanimadas ante la búsqueda y las que actualmente no pueden aceptar un empleo a corto plazo, tales como quienes tienen responsabilidades asistenciales”.
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En este punto se destacaron diferencias entre los grupos de países según sus niveles de ingresos. La brecha del empleo en los países de bajos ingresos escala a 21,5%, mientras que la tasa en los países de ingresos medios se sitúa en poco más de 11% y en los países de altos ingresos baja al 8,2%. Además, los países de bajos ingresos “son los únicos que han registrado un incremento a largo plazo en la brecha de empleo, pasando de 19,1% en 2005 al 21,5% de 2023”, señaló el documento.
El peso del endeudamiento
Los países endeudados ven agravadas sus dificultades en el mercado laboral ya que enfrentan mayores limitaciones para implementar políticas al respecto. Así, los países en desarrollo con bajos ingresos y que además están agobiados por la deuda, enfrentan una brecha de empleo mucho más alta, que llega al 25,7% en 2023. Se proyecta también que la tasa de déficit de empleos de las mujeres en estos países fuertemente endeudados llegue al 31% este año, dos veces más que el promedio mundial.
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De hecho, la proporción de países con dificultades de endeudamiento se ha duplicado hasta el 60% en comparación con los niveles de 2015, según datos del FMI. En ese panorama, el accionar de los Estados “se ve limitado por una combinación de inflación y tipos de interés elevados, junto con un riesgo creciente de endeudamiento”, todo lo que “ha empeorado la disparidad en el empleo a nivel mundial”.
En el inicio de este año, de acuerdo con el informe de OIT, 37 de 162 países, casi todos de ingreso bajo y medio, tenían tipos de interés superiores al 10% por lo que “se prevé que el mantenimiento de unas expectativas de inflación elevadas provocará un mayor endurecimiento monetario en aproximadamente la mitad de los países”.
Políticas de protección social
El organismo tripartito analizó también las pensiones de vejez y alertó que, en los países de ingresos medios-bajos y bajos, sólo el 38,6% y el 23,2% de las personas mayores recibe una pensión.
En ese sentido se planteó la necesidad de incorporar mayores políticas de protección social considerando que para los países en desarrollo el costo anual de las pensiones de vejez según los umbrales de pobreza de cada país equivaldría a 1,6% de su PIB. “Es necesario invertir en los regímenes nacionales de protección social, basándose en una financiación equitativa y sostenible procedente de los impuestos y las cotizaciones sociales, y complementada por la ayuda internacional cuando proceda, lo que reportará beneficios económicos, sociales y en materia de ocupación”, destacaron desde OIT.
En cuanto a los efectos posibles, remarcaron que “la introducción de esta pensión en los países en desarrollo aumentaría su PIB per cápita en 14,8% en 10 años y reduciría la pobreza extrema (porcentaje de personas que viven con menos de 2,15 dólares diarios) en seis puntos porcentuales”. Además, se agrega que “en 20 años la contribución demográfica al PIB per cápita aumentaría otros 3 puntos porcentuales. La población total de los países en desarrollo alcanzaría su máximo en 2072, más de 30 años antes que en ausencia de la ampliación de las pensiones. Esto afectaría mucho la estructura demográfica: la relación entre población dependiente por la edad (de 0 a 14 años y mayores de 65) y población en edad de trabajar (de 15 a 64 años) sería 5,3 puntos porcentuales inferior en 2072, lo que supondría un viento de cola económico durante más de seis decenios”.
Si se analiza el impacto en la distribución del ingreso, el documento mencionado refiere que “el 40% inferior de la distribución del ingreso vería aumentar su cuota en 2,5 puntos porcentuales sobre el 15,3% actual. Este aumento relativo del ingreso se produciría a expensas del 10% de los que más ganan, mientras que la parte del ingreso en el centro de la distribución se mantendría prácticamente sin variación”.
Finalmente, la implementación de políticas de cobertura social permitiría más allá de atender las necesidades inmediatas de las personas mayores, “modificar el comportamiento de los jóvenes en el mercado laboral y en otras áreas aumentando el crecimiento económico y daría lugar a una reducción estimada de 3,6 puntos porcentuales en la brecha de género de los ingresos procedentes del trabajo, equivalente al progreso global registrado en los últimos quince años”.