El cierre del 2022 confirmó la tendencia sostenida luego de la pandemia, con 24 meses consecutivos de generación de trabajo registrado privado en el país. A nivel provincial se evidencia una recuperación de más del 90%, lo que permitió no solo superar el impacto de la crisis por Covid-19 sino recuperar también lo destruido en el gobierno de Cambiemos. Por sector de actividad, la Industria y la Construcción encabezan la generación de puestos aunque el amesetamiento de la actividad abre un interrogante en el tiempo. Las proyecciones para Latinoamérica alertan sobre el fenómeno de “trabajadores pobres”.
Según los datos del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA), en diciembre se generaron 14.399 puestos de trabajo registrados en el sector privado, un 0,2% más que en noviembre. De esa manera se recuperaron los 190 mil puestos perdidos en pandemia y los 276 mil destruidos a diciembre de 2019. A nivel provincial, la mayoría de las provincias cuenta con más empleos privados que en febrero 2020. CABA, Cuyo y el NOA son las más afectadas, aunque todas se ubican en niveles cercanos a la pre-pandemia, con la excepción de Tucumán.
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Hay que señalar que este crecimiento del empleo continúa pese a que, según datos proyectados, entre junio de 2022 e inicios del 2023 la actividad se retrajo un 1%, por lo que la lupa está en el posible impacto que el menor dinamismo de la actividad pueda tener en la generación de empleo futuro.
Números por provincias y actividad
La mayoría de las regiones del país ya se están en niveles superiores a los de pre-pandemia. Los datos a diciembre 2022 muestran que 23 de las 24 provincias ya tienen mayores niveles de empleo que en febrero de 2020.
Según un informe del CEPA, es posible distinguir entre aquellas provincias con variaciones por encima del 5%, que son la mayoría: Catamarca, Formosa, Tierra del Fuego, La Rioja, Misiones, San Luis, Chaco, Santiago del Estero, La Pampa, Río Negro, San Juan, Córdoba, Santa Fe, Neuquén, Entre Ríos, Corrientes y Santa Cruz y Buenos Aires. Seguidas por Jujuy, Salta y Chubut, con un crecimiento de entre 2% y 5%; y en tercer lugar se ubican las que prácticamente se encuentran en niveles pre-Covid como CABA y Mendoza. Y en cuarto, la única que aún está por debajo: Tucumán (con caída del -2,8%).
Las distintas realidades regionales se vinculan a su vez con lo que sucede en cada sector de la actividad económica y su mayor o menor presencia en cada jurisdicción. En esa línea aún persiste cierta heterogeneidad en el proceso de recuperación del empleo. “Diez de los catorce sectores ya operan en niveles de empleo superiores a la pre-pandemia, otros cuatro siguen creciendo. De este último grupo, dos sectores crearon empleo en el mes de diciembre y los dos restantes registraron una destrucción del mismo”, detalló el documento al que accedió este medio.
En el primer grupo se encuentran los sectores más dinámicos como la Construcción que está 16,1% por arriba de febrero del 2020, Inmobiliarias (8,3% vs. febrero 2020), Industria (7,5% vs. febrero 2020) y Turismo, que logró superar en 15,7% a julio del 2020, el período más duro de la pandemia y con fuerte impacto para este rubro. Se suman Minería, Comercio, Enseñanza, Servicios Comunitarios y Sociales, y Electricidad, gas y agua.
Entre los sectores en recuperación, que aún no llegaron a los niveles que tenían antes del Covid pero que continúan generando puestos, están Salud y transporte, en tanto que aún se encuentran en crisis actividades como Agricultura, Pesca y Finanzas.
“Para los meses siguientes es posible que parte de las heterogeneidades que veíamos hace un tiempo retornen producto de una actividad general que comienza a ceder, donde sectores como la construcción o turismo puedan desacelerarse y la industria recupere su posición de conductora del crecimiento”, advirtió el informe del CEPA sobre el impacto de la desaceleración de la actividad económica a nivel sectorial.
Alertas en el continente
“Los mercados de trabajo de América Latina y el Caribe continuaron en 2022 la recuperación que comenzó en 2021, a medida en que iban siendo dejados atrás los efectos de la emergencia sanitaria vinculada a la pandemia”, señaló un informe sobre el panorama laboral regional de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). En relación, “la tasa de desocupación regional promedio estimada a fines de 2022, de 7,2 por ciento es significativamente menor que la de 2019, cuando registró un nivel de 8 por ciento”. Esto fue impulsado por la creación de empleo que en el tercer trimestre de 2022 había ya recuperado los niveles pre-pandemia a nivel regional.
El documento alertó también que “la región enfrenta la perspectiva de un crecimiento económico bajo, las secuelas de una elevada inflación, limitado espacio fiscal y altos niveles de endeudamiento” y agregó que “los ingresos reales de personas trabajadoras en la región están siendo afectados por una tasa de inflación regional que se habría ubicado por encima del 8 por ciento en 2022 y que causó una pérdida del poder adquisitivo de los salarios medios y los salarios mínimos”. En ese sentido subrayó que “los trabajadores informales tienen entre 3 y 4 veces más probabilidades de ser pobres que los trabajadores formales, a la vez que explican entre 70 y 90 por ciento de la pobreza laboral total”.
De cara a este 2023, la OIT fue contundente al señalar que “el escaso dinamismo de la economía pronosticado para este año afectará negativamente la generación de nuevos empleos y eso hará que en 2023 la desocupación registre variaciones”, por lo que “el impacto de la informalidad, sumado al de la pérdida de poder adquisitivo de los salarios, es fundamental para entender por qué debemos estar alertas al ‘fenómeno del trabajador pobre’, es decir de aquellas personas que aún teniendo un empleo, incluso un empleo formal, pueden encontrarse en situación de pobreza”.
Dicho fenómeno se evidencia en nuestro país si se analizan los últimos datos disponibles de la Canasta Básica Total (CBT) y la evolución de la mediana salarial, el punto en el que los salarios de los trabajadores privados se dividen en mitades. A enero, los ingresos (individuales) de la mitad de los asalariados registrados privados quedaron aún 12 puntos por debajo de la línea de pobreza por ingresos. Es decir que si en un hogar, que demanda una canasta básica para una familia tipo, el único ingreso es un salario individual de esas características, puede considerarse como un hogar pobre.