Esta semana el diputado nacional de Juntos por el Cambio, Martín Tetaz, publicó un gráfico sobre la generación de puestos de trabajo en estos últimos años con intención de cuestionar la gestión del gobierno nacional actual, sin embargo, a partir de los datos que mostró el tema se coló en la agenda en torno a una discusión no menor, el vínculo directo entre actividad económica y empleo privado. Según los últimos datos disponibles, a noviembre de 2022 se registraron en el país 23 meses consecutivos de crecimiento del empleo privado, con el 95% de las provincias en niveles superiores a la crisis por pandemia. Al tiempo que a nivel regional las cifras muestran un aumento promedio del 8% en los puestos asalariados privados.
Los últimos datos del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA) señalan que en noviembre del año pasado se generaron 12.025 puestos de trabajo registrados en el sector privado, un 0,2% más que en octubre. Este dato implica también una recuperación de 450 mil puestos desde el mínimo al que se llegó por la pandemia del COVID-19. De esta manera existen 6.251 millones de trabajadores y trabajadoras privadas en el país.
Si se mira qué pasa en las diferentes jurisdicciones es posible advertir que 23 de las 24 provincias cuentan con más empleos privados que en el inicio de la pandemia, siendo CABA, Cuyo y el NOA las regiones más afectadas. Por actividad sectorial la recuperación está más diferenciada, con algunos sectores dinámicos como Industria, Comercio y Construcción, y otros que aún no logran el mismo nivel de empleo que hace tres años atrás, pero siguen generando puestos.
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Los datos del Ministerio de Trabajo de la Nación alertan, por otra parte, sobre el posible impacto del menor dinamismo de la actividad económica en el crecimiento del empleo. Al respecto, el Estimador Mensual de la Actividad Económica (EMAE) del Indec registró en noviembre su tercera caída consecutiva: septiembre (-0,2%), octubre (-0,5%) y noviembre (-0,7%) en tanto que en la comparación interanual si bien creció 2,6%, fue la menor suba de los últimos 20 meses.
Las provincias y actividades que encabezan
De acuerdo a un informe del CEPA, es posible observar “un escenario homogéneo de recuperación del empleo por provincia con niveles superiores a los de la pre-pandemia”. Tomando como referencia el mes de febrero del 2020 es posible dividir a las jurisdicciones en cuatro grupos desagregados.
Por un lado, aquellas provincias con “variaciones por encima del 5%”, sería el caso de Catamarca, Formosa, Tierra del Fuego, La Rioja, Misiones, San Luis, Chaco, Santiago del Estero, La Pampa, Río Negro, San Juan, Córdoba, Santa Fe, Neuquén, Buenos Aires y Corrientes. Luego un segundo grupo “que presentó una variación positiva entre 2% y 5%” donde se ubican las provincias de Jujuy, Entre Ríos, Santa Cruz y Salta. En tercer lugar aparecen aquellas “que se encuentran prácticamente en niveles pre-Covid” como es el caso de CABA, Mendoza y Chubut, y finalmente una jurisdicción que aún está por debajo de los niveles pre-pandemia como es el caso de Tucumán.
Lo anterior tiene directa vinculación con el dinamismo de los diferentes sectores de la actividad económica y su mayor o menor predominio en cada región del país. En esa línea si se observa qué sucede en cada sector económico, aún persiste cierta heterogeneidad en el proceso de recuperación del empleo. Es así que “en noviembre nueve de los catorce sectores ya operaban en niveles de empleo superiores a la pre-pandemia, otros tres siguen creciendo y se aproximan a dicho umbral y los dos restantes, no lograron crear puestos de trabajo durante el mes”.
Entre las diferentes velocidades de recuperación sectorial se destacan por un lado actividades como Construcción, Industria, Inmobiliarias, Turismo y Comercio que ya recuperaron un nivel similar previo a inicios del 2020, le siguen Salud y Transporte que continúan en recuperación y están por arriba de julio de ese año (el momento de mayor crisis), al tiempo que otras no lograron superar los números de dicha etapa, como es el caso de Finanzas, Pesca y Agricultura, esta última afectada además por la sequía reciente.
El empleo en el continente
El impacto de la pandemia por Covid-19 atravesó a los países de la región, sobre todo en los primeros seis meses del 2020, con un freno directo en la actividad económica, cierre de empresas y caída del nivel de empleo, pérdida de poder adquisitivo en los ingresos y mayor pobreza en la población.
“En la comparación regional entre el promedio de los tres primeros trimestres de 2022 e igual período de 2021 destaca el mayor dinamismo del empleo asalariado, con un aumento promedio del orden del 8 por ciento frente al incremento de 5,1 del empleo no asalariado”, señala el último informe sobre el panorama laboral en América Latina y el Caribe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Según detalla el documento al que tuvo acceso este medio, “sólo los asalariados del sector privado registraron un aumento a nivel regional que se reproduce en todos los países analizados. Los asalariados del sector público, por su parte, se mantuvieron relativamente estable a nivel regional” en tanto que “los cuentapropistas se incrementan alcanzando en la actualidad el 29% promedio”. Sobre esto último, se alerta que “puede ser preocupante en la medida en que sea consecuencia de que los trabajadores empiecen actividades por cuenta propia como mecanismo de refugio frente a la insuficiente creación de puestos por parte del sector privado, más aún, considerando que la gran mayoría exhiben niveles de informalidad y precariedad laboral muy elevados”.
Los sectores de mayor dinamismo en la región son servicio doméstico y restaurantes y hoteles, “dos sectores fuertemente afectados por la pandemia”. También tuvieron incrementos significativos el empleo en el transporte y servicios personales. Y “ciertas ramas de actividad con elevada incidencia de la informalidad aún registran rezagos en la recuperación del empleo muy significativos. A mediados de 2022 la tasa de informalidad regional (promedio de 11 países) fue de casi 50%, cercano al registro de 2019”.
Respecto de los motivos centrales de la recuperación y crecimiento del empleo, OIT considera que “se evidencia una elevada respuesta positiva al crecimiento económico” el que, por su parte, durante 2022 “se debilitó significativamente respecto del año anterior”.
En el tercer trimestre del año pasado la tasa regional de ocupación fue 58,4%, la tasa de participación fue 62,7% y la tasa de desocupación 6,9%. El informe destaca además que “solo en dos países (Argentina y Bolivia) de 15 países considerados, la tasa de participación económica había superado los niveles del tercer trimestre de 2019. En algunos de los restantes la brecha en la oferta laboral asciende a 3 puntos porcentuales. En Colombia y Costa Rica la tasa de desocupación superó el 10%, mientras que en Argentina, Barbados, Brasil, Chile y Uruguay ésta se ubicó en el entorno de 7/ 9%”.
De qué depende el mayor o menos empleo
Sobre el debate generado a partir del gráfico del economista Tetaz es posible advertir según la evolución de los datos presentados que, en el período de 2009 a 2015, se produce un crecimiento del empleo privado en una etapa marcada por la reactivación de la actividad económica posterior a la crisis de la década del noventa e inicios de los 2000 (con desocupación en torno al 20%) donde se generan unos 3 millones de puestos de trabajo y el desempleo se redujo a 5,9%.
Luego, en el período de 2016 a 2019, que vale aclarar corresponde a la gestión de gobierno del partido al que pertenece el diputado, tiene lugar una pérdida neta de puestos de trabajo del orden de 276 mil empleos registrados privados, con impacto sobre todo en los años 2018-2019 donde se observa en la gráfica una significativa caída que se manifiesta en un incremento de la desocupación en torno al 10%.
El impacto posterior de la pandemia generó una pérdida según el SIPA de 190 mil puestos registrados. A noviembre de 2022 se recuperaron 456 mil puestos, es decir, la totalidad de lo perdido en pandemia, aunque aún restan 30 mil para llegar a niveles previos a la crisis del 2018. Ello se dio en un marco de recuperación de la actividad económica con descenso de la tasa de desocupación que se ubicó en 7,1% (tercer trimestre 2022).
Este nivel de elasticidad entre actividad económica y empleo es destacado por la OIT al señalar que en toda la región “la creación de empleo estuvo fuertemente asociada a la recuperación económica. Durante 2021 la elasticidad empleo-producto (variación del nivel de empleo en relación a la variación del producto) fue algo superior a 1 evidenciando que el crecimiento traccionó de manera significativa el aumento de la ocupación”.
Finalmente, la lupa está puesta en lo que ocurre con la pérdida de poder adquisitivo de los ingresos, manifiesta en “el fenómeno del trabajador pobre -que significa que las personas pueden vivir en situación de pobreza aun teniendo un empleo- creciente en la región”. Se remarca en ese sentido que si bien “los niveles de empleo en varios países han retornado a los valores prepandemia o están cercanos a ellos, el agregado de ingresos laborales y familiares reales aún es inferior” y se considera que entre las políticas necesarias resulta importante “el reforzamiento de las instituciones laborales, especialmente el salario mínimo y la negociación colectiva”.