Con todos los pre candidatos presidenciales planteados se distinguen claramente las distintas propuestas de estabilización económica que impondrán las distintas alternativas electorales en una nueva administración. Las distintas fuerzas políticas que compiten en el actual escenario electoral buscan resolver la situación económica del país con modelos muy diferentes entre sí, aunque algunos tienen importantes semejanzas. Aunque todavía restan conocerse los equipo ejecutivos de los precandidatos, especialmente en materia económica, se distinguen modelos de estabilización y ajuste, muy en línea con el pensamiento tradicional ortodoxo, que tiene correlación con las ideas de gobernabilidad de sectores vinculados al poder económico tradicional.
Por otro lado, se encuentra un modelo basado en un pensamiento heterodoxo, que no concuerda con los supuestos teóricos anteriores, y se apoya en la tradición política de las fuerzas que buscan convivir con un modelo de desarrollo que contenga y disipe las controversias que generan la desestabilización macroeconómica. Y en esta distinción emerge una tercera propuesta, disparatada, procura desarmar las bases históricas de la economía avanzando hacia un modelo de dolarización completa, sin considerar los riesgos y peligros de una iniciativa de este tenor.
"La transición de 2023 presenta mayores complejidades a las de 2015 y 2019. Los elevados niveles de inflación y de brecha cambiaria, atentan contra el crecimiento económico, la distribución del ingreso y la acumulación de reservas internacionales. En este marco, la estabilización de la economía argentina se vuelve más urgente", señaló un informe realizado por Arnaldo Bocco, economista y ex director del Banco Central, junto a Pablo Wahrem, investigador en el CITRA-CONICET, donde se especializa en temas asociados a la restricción externa.
Este proyecto lo hacemos colectivamente. Sostené a El Destape con un click acá. Sigamos haciendo historia.
Los programas de estabilización
Desde el oficialismo se buscará conseguir la reelección haciendo hincapié en lo actuado en los últimos meses, con un consumo que se mantiene elevado, un desempleo en mínimos históricos y el avance de obras de envergadura --como es el Gasoducto Néstor Kirchner--, lo que permitiría sortear en el corto plazo la restricción externa. En contra le jugarán algunos resultados que todavía no lograron alcanzarse, como la inflación, que se ubica en el 114,3 por ciento anual, y con una brecha cambiaria del 97,3 por ciento, guarismos muy superiores a los de las transiciones presidenciales anteriores.
Otra restricción que se enfrenta en el corto y mediano plazo, son las menores herramientas disponibles para enfrentar la inestabilidad económicas, limitadas por la deuda tomada hasta el agotamiento y posteriores controles cambiarios durante el gobierno de Mauricio Macri. A su vez, los vencimientos de deuda próximos y el elevado nivel de pasivos remunerados del Banco Central también imponen desafíos adicionales.
El incremento de la deuda no solo implica una mayor carga de vencimientos de capital e intereses, sino que también volvió a colocar a la Argentina bajo la supervisión del Fondo Monetario. "En este complejo escenario pivotean los programas económicos de las distintas fuerzas políticas, en los cuales se pueden extraer cuatro tipos de visiones sobre como estabilizar la economía", sostienen los autores en su informe.
Por sus declaraciones públicas y la asesoría --también la gestión-- que muestran los posibles candidatos presidenciales en octubre, se anticipan distintos planes de estabilización. Estos van desde el plan ortodoxo moderado, que asocia los problemas de la economía argentina a la intervención excesiva del Estado. "Entiende a la inflación como una consecuencia del déficit fiscal financiado con emisión monetaria, por lo que prioriza alcanzar el equilibrio fiscal rápidamente y la independencia del banco central", detalla el informe. Un plan ortodoxo estricto: comparte los objetivos y diagnóstico del plan ortodoxo moderado, pero difiere en las herramientas y los tiempos.
El plan heterodoxo se concentra en falencias estructurales y parte de diagnosticar a la inflación como un fenómeno multicausal, por lo que su abordaje requiere la utilización de múltiples instrumentos. "La prioridad de este plan es lograr la desinflación cuidando el empleo, los ingresos y la actividad económica", destacan Bocco y Wahrem. Por último la descabellada idea de dolarización: entiende que la pérdida de valor de la moneda es la base de los problemas económicos argentinos. Se concentra en atacar la inflación reemplazando el peso por el dólar y delegando los principales instrumentos de política macroeconómica a otro país.
Planes ortodoxos
De acuerdo con las propuestas presentadas en sus plataformas, tal como fueron analizadas por este medio, se puede anticipar los planes de los posibles futuros Gobiernos. Estas visiones parten de distintos diagnósticos, difieren en sus objetivos y se distinguen también en las herramientas planteadas.
El enfoque de los planes ortodoxos basan sus principios en la eficiencia de los mercados. Desde esta perspectiva, el libre accionar de los mismos es el que conduce a los mayores niveles de bienestar. Así, el rol del Estado debe reducirse a corregir fallas de mercado, tales como actividades que no son rentables para el sector privado pero cuyo desarrollo es necesario para la sociedad o externalidades negativas que deben prevenirse
Esta mirada aborda el problema de la inflación como el resultado de un gasto desmedido del Estado, por lo que para resolverla se plante alcanzar el equilibrio fiscal y reducir a cero la emisión monetaria. Para incrementar las exportaciones considera necesario aprovechar las ventajas comparativas, las cuales en Argentina se encuentran en los recursos naturales, por contar con una mayor participación relativa que otros países. Para favorecer la inversión y el crecimiento económico se piensa en la reducción de impuestos a la producción y una mayor flexibilidad de la legislación laboral.
En esta línea se recomiendan las privatizaciones de empresas públicas para aumentar su eficiencia. En el espectro político argentino esta concepción económica se asocia en mayor medida al espacio de Juntos por el Cambio, aunque en su interior se distingue una versión moderada y una estricta.
a) Plan ortodoxo moderado
Este programa se basa en lo expresado por la vertiente de Juntos por el Cambio liderada por Horacio Rodríguez Larreta. Consta de tres patas:
Déficit cero en un año: se postula que alcanzar el equilibrio fiscal es fundamental porque permite dejar de emitir, lo cual acarrea efectos inflacionarios, y dejar de tomar deuda, para no incrementar los ya abultados vencimientos. Para eliminar el déficit se reducirá el gasto público, con foco en las siguientes partidas: subsidios, planes sociales, programas de salud y educación, déficit de empresas públicas. "No se contempla una baja de impuestos al momento de asumir porque eso agravaría el problema fiscal", destacan Bocco y Wahrem. Se promete además la emisión monetaria cero mediante una Ley que de independencia absoluta al BCRA del gobierno nacional.
Liberación gradual del cepo: se apuesta a la unificación cambiaria como un segundo paso luego de haber alcanzado el equilibrio fiscal, recuperado la “confianza” y apuntalado la generación de divisas. Se propone un shock de leyes para alcanzar tales fines, entre las que se destacan la mencionada Ley de autonomía del BCRA y una Ley de Energía para concluir rápidamente el gasoducto para exportar a Brasil. "Esto es relevante porque cuando se disponga la unificación cambiaria habrá una devaluación, pero la suba del dólar debería ser menor que a los niveles actuales de brecha. Esta devaluación tiene un sentido estratégico adicional y es que contribuirá a licuar las deudas en pesos del BCRA y el tesoro", destacan los autores.
Apertura económica: se planea abrir el comercio internacional mediante la eliminación de controles y la simplificación de trabas burocráticas. Se considera que el foco para mejorar el balance comercial pasa por aumentar las exportaciones y no por restringir las importaciones. Esto tiene que ver con que los sectores que pretenden apuntalar son aquellos con potencial exportador inmediato como la energía, la minería y el sector de servicios basados en conocimiento. En este modelo la industria manufacturera cumple un rol secundario, por lo que no se plantea una política comercial para su desarrollo.
En lo que respecta al mercado interno, se propone eliminar los controles de precios. En cuanto al mercado laboral, se propone crear un fondo de cese laboral para reemplazar las indemnizaciones en sectores de alta rotación. "El programa ortodoxo moderado coloca el foco en lo institucional, atribuyendo mucha relevancia a la sanción de leyes para restaurar la confianza. Estas leyes tienen por objetivo crear marcos normativos que reduzcan los espacios de política", opinan los autores. . La salida del cepo sería gradual pero el ajuste del gasto público sería inmediato, impactando negativamente en la actividad económica.
b) Plan ortodoxo estricto
Se diferencia del anterior por las herramientas y tiempos, pero no por los objetivos. Este plan se asocia al sector de Juntos por el Cambio liderado por Patricia Bullrich. También se puede organizar en tres frentes:
Equilibrio fiscal con rebaja de impuestos: A diferencia del plan anterior, se prevé alcanzar el equilibrio fiscal a la par que se aplican reducciones impositivas. Entre ellas se destacan las retenciones, ingresos brutos e impuestos al trabajo. La implicancia de eliminar el déficit fiscal con una menor recaudación impositiva es que se deberá ajustar más fuertemente el gasto público. Además, este programa abre la puerta a la privatización de empresas públicas deficitarias.
Salida inmediata del cepo: Se plantea que el tipo de cambio único es la condición de arranque de la economía por lo que la liberación del cepo debe realizarse en los primeros días, "análogamente a lo decidido por Mauricio Macri al asumir su mandato presidencial". La salida inmediata del cepo, sin crear previamente las condiciones para reducir la brecha cambiaria, provocaría una devaluación de elevada magnitud que cumpliría la función de licuar las deudas del BCRA y el tesoro en pesos.
Desregulación económica: Se propone realizar una “profunda” desregulación económica y de trabas burocráticas. Se revisarán todas las leyes, decretos y normativas vigentes para detectar distorsiones económicas. La idea es que con menores regulaciones se reducirán los costos y se fomentará la inversión y con ello la actividad económica. En cuanto al ámbito laboral, se plantea una reforma laboral que modifique integralmente el esquema de indemnizaciones y la eliminación de la ultraactividad de los convenios colectivos. "El plan se asemeja al de Mauricio Macri, aunque se diferencia en la búsqueda del equilibrio fiscal desde el primer momento", señalan los economistas.
Se trata de un programa con efectos inflacionarios iniciales que se potencian entre sí, ya que la liberación del cepo implicará un aumento del tipo de cambio oficial, la reducción del gasto público un incremento en tarifas y la quita de retenciones un alza en el precio de los alimentos.
Plan heterodoxo
Para diagnosticar los problemas de la economía argentina el enfoque heterodoxo se concentra en falencias estructurales y otorga un rol relevante al Estado para orientar el proceso económico. Esto se contradice claramente a las recomendaciones del FMI que el ortodoxo. El aspecto central para el crecimiento de la economía argentina es el incremento de la inversión, la productividad y de las exportaciones. En este marco, la inflación expresa un conflicto distributivo subyacente entre salario y ganancias. Un aumento de la inversión que incremente la productividad permitiría elevar los ingresos y ofrecer una solución de fondo a este problema.
MÁS INFO
Dadas las múltiples causas, estructurales y coyunturales de la inflación y la brecha cambiaria, el enfoque heterodoxo propone el uso de múltiples herramientas. "La prioridad de este plan es lograr la desinflación cuidando el empleo, los ingresos y la actividad económica", destaca el informe. En este sentido, no se concibe el uso de recetas unidireccionales como el ajuste drástico del déficit fiscal tanto por su impacto en términos sociales y de actividad económica, como por el hecho de no resolver los problemas de fondo de la economía.
Abordaje multicausal de la inflación o equilibrio fiscal mediante reforma impositiva progresiva. Se propone mejorar las cuentas fiscales con una reforma impositiva progresiva que grave más a los que más tienen reduzca la evasión y simplifique la estructura impositiva. El objetivo es tender al equilibrio fiscal sin afectar el gasto público.
Existen tres formas de lograr ese equilibrio fiscal: 1) reduciendo beneficios impositivos, que actualmente equivalen al 4,9 por ciento del PIB; 2) atacando la evasión y la elusión impositiva (actualmente por estas maniobras el Estado deja de recaudar un 30 por ciento del potencial), lo que equivale a dejar de recaudar un 12,4 por ciento del PIB y 3) incrementando la recaudación de impuestos progresivos mediante una suba de las alícuotas de ganancias para las grandes empresas (pagan en promedio 2,45 por ciento) y la actualización de la valuación fiscal de inmuebles para aumentar la base imponible de bienes personales.
Acuerdo de precios y salarios: El programa que ofrece el peronismo establece un sendero de inflación coordinado con empresas y trabajadores. Para eso la condición de base es proyectar una evolución predecible del tipo de cambio y las tarifas y un objetivo mensual de inflación. Con esos elementos, se puede acordar que los precios de una canasta de bienes y servicios representativa evolucione conforme a la tasa de inflación objetivo. Para lo cual, también, se debe garantizar que los salarios evolucionen en función de la inflación futura y no de la inflación pasada.
Desindexación de contratos: Uno de los elementos centrales para cortar con la elevada inercia inflacionaria es la desindexación de contratos. Actualmente cada vez más precios se actualizan automáticamente en función de la inflación pasada (alquileres, tarifas del transporte, cuotas de prepagas, entre otras). La medida incluiría también precios que no están indexados pero se actualizan con mayor frecuencia, tal es el caso de las paritarias que se reabren trimestralmente. Se plantea también establecer condicionalidades de precios e inversión a los sectores protegidos.
Reestructuración de pasivos o deuda del BCRA. Actualmente los pasivos remunerados se encuentran en 15 billones de pesos, lo que equivale a 56.818 millones de dólares al tipo de cambio oficial y 29.126 millones l paralelo. Una parte este monto se corresponde a depósitos a plazo de las personas y empresas que los bancos colocan en instrumentos del BCRA. La idea rectora de esta medida es reducir el poder de fuego de los pesos que hoy se encuentran en estos instrumentos de alta liquidez.
Eliminación gradual de los controles cambiarios: El objetivo oficial es una reducción de la brecha cambiaria a niveles de 15/20 por ciento para luego eliminar las restricciones actuales a la compra de divisas y giro de utilidades y dividendos. "Para eso antes hay que crear las condiciones, lo que implica reducir la demanda y aumentar la oferta de divisas. Con relación a lo primero, es preciso concretar la baja de la inflación para fortalecer el peso como moneda de ahorro y reducir el déficit fiscal y reestructurar los pasivos monetarios del BCRA para quitarle presión al dólar", reiteran en el informe.
El programa contempla una política industrial y nueva ley de inversiones extranjeras para transformar la matriz productiva: a corto plazo la principal oportunidad productiva y de salida exportadora son los recursos naturales, pero la real salida es el desarrollo de la industria manufacturera donde se concentran las principales mejoras de productividad. Por eso se contempla orientar el excedente de estas actividades al desarrollo de actividades industriales y servicios asociados a la generación de valor agregado en recursos naturales y en otros sectores.
El plan heterodoxo combina diversas políticas para atacar la inflación cuidando la producción, el empleo y los ingresos, y para llevarlas a cabo se requiere una rediscusión de las condiciones y objetivos planteados en el acuerdo con el FMI.
Dolarización
La dolarización no puede ubicarse ni dentro de la ortodoxia ni de la heterodoxa. No cataloga como ortodoxa porque es una política económica anómala que solo fue aplicada por tres países en el mundo y cuatro colonias, todos de una envergadura económica muy inferior a la de la Argentina. Un reciente trabajo de economistas del MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts) cuestionó esta política por la pérdida de herramientas de política económica que implica y por sus efectos negativos sobre la actividad económica y los ingresos cuando se dolariza con escases de divisas (como el caso argentino).
MÁS INFO
Esta política, impulsada por el precandidato a la contienda electoral Javier Milei. La propuesta del candidato consiste en canjear los pesos en circulación de la economía y el resto de los pasivos en pesos del BCRA por dólares, lo cual asciende a 17 billones de pesos. Para ello plantea que se usarán las reservas y el resto de los activos de la autoridad monetaria.
La inviabilidad de la propuesta radica en que las reservas internacionales netas se encuentran en terreno negativo y los activos del BCRA se encuentran bajo la forma de acreencias de deuda en pesos o en dólares (mayoritariamente con el Estado Nacional). De este modo no es posible siquiera calcular a que tipo de cambio se podría dolarizar. Lo que es seguro es que ascendería a varios miles de pesos. Por ejemplo, un reciente trabajo de Fundar estimó la dolarización en 7000 pesos por dólar cuando las reservas internacionales netas aún se encontraban en terreno positivo.
La dolarización per se tiene severas implicancias, más aún en un contexto de falta de dólares. Esto tiene diversas implicancias. En el frente cambiario, entre los efectos más concretos, el país no puede utilizar el tipo de cambio para ganar competitividad. De hecho, queda atado a la paridad de Estados Unidos, país presenta niveles de competitividad no monetaria más elevados que los de nuestro país.
En el frente monetario, se pierde la capacidad de administrar la tasa de interés y de señoreaje (emisión monetaria). Esto último es particularmente problemático porque no solo se pierde la capacidad de financiar al Estado sino porque el BCRA dejaría de poder asistir a los bancos frente a retiros masivos de depósitos. Un ejemplo de esto fue durante la convertibilidad, un esquema cercano --aunque no tan extremo-- a la dolarización, cuando se estableció el corralito.
En resumen, la dolarización en el contexto actual de reservas sería equivalente a una mega devaluación de la moneda. "Esto repercutiría fuertemente a la baja en los ingresos reales y con ello en el consumo y la actividad económica", concluyen al respecto los analistas Bocco y Wahrem. Dicha distorsión de precios relativos implicaría que la dolarización ni siquiera sea efectiva para frenar la inflación. Esto se debe a que como los salarios y los precios de los bienes y servicios no transables se reducirían relativamente frente a los transables, se van a dar presiones para que se recompongan.