De acuerdo a un informe del Instituto de Investigación Social Económica y Política Ciudadana (Isepci), las posibilidades de dolarizar el país, marcada por la disponibilidad de dólares, son limitadas por su escasez. Para concretarla ahora, se impondría una brusca devaluación, con un dólar a $ 2.200. Esto lleva a sus impulsores a postergar la medida, por lo menos por dos años, buscando hacer previamente los “cambios necesarios”.
Uno de los aspectos más señalados por los sostenedores de dolarizar la economía argentina es que su moneda ya es el dólar. Si bien desde la convertibilidad, en los años noventa, el dólar es claramente una referencia para la moneda local, el peso argentino es utilizado y circula con normalidad. Hasta el Fondo reconoce las deficiencias de esta idea. La directora de Comunicaciones del FMI, Julie Kozack, afirmó: “La dolarización requiere importantes pasos preparatorios y no es un sustituto de políticas macroeconómicas sólidas”.
Las funciones del dinero, para el cual su expresión es la moneda, son tres: Unidad de medida (moneda que sirve para valorizar los bienes y servicios); Medio de pago (moneda aceptada en la como pago en las transacciones comerciales) y depósito de valor (medio de ahorro o préstamo).
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El peso contra el dólar en la economía actual
Considerando el ámbito interno, el peso argentino mantiene sus condiciones de unidad de medida y medio de pago, especialmente en las transacciones con alimentos, vestimenta y servicios, estos últimos relevantes en los sectores populares. El dólar es aceptado en estas dos funciones, específicamente en transacciones que podemos definir como de alto valor, por ejemplo: inmobiliarias, construcción, automotores, etc.; o en servicios con plazos, por ejemplo: alquileres. En los servicios de salud, educación, energía, telefonía, etc., que usualmente son provistos por firmas a gran escala, las regulaciones impiden su tasación dólares.
Es decir, como medio de pago y unidad de medida el peso argentino mantiene vigencia para las transacciones vinculadas al consumo básico, con fuerte impacto en los sectores populares. Este es un segmento muy significativo en la demanda de dinero.
El peso continúa siendo dominante en alimentos, bebidas y vestimenta, rubros que ponderan 40% del total de la canasta básica (CBT). A esto se suman los servicios regulados, tarifados en pesos, que constituyen el 24% de la CBT. Para el resto de la canasta, conformada por recreación, equipamiento del hogar, restaurante y turismo, el peso es aceptado como medio de pago en la mayoría de las operaciones, con mayor competencia con el dólar, especialmente en turismo.
Además, el sistema bancario mantiene un mayor volumen de dinero en para plazos fijos en peso argentino que en dólares, a costa de altas tasas de interés reales, que fijan la rentabilidad relativa entre ambos activos. La evidencia muestra que "la economía argentina no se encuentra aún dolarizada en términos de moneda, especialmente en los sectores populares, que serán los más afectados en cuanto a usos y costumbres, considerando su menor propensión al ahorro", señaló el informe.
Experiencias en el mundo
En primer lugar, no existe una teoría de la dolarización. Las experiencias conocidas se vinculan en su mayor parte a naciones muy pequeñas, que consideran la adopción de una moneda en virtud de su posición geográfica.
La primera distinción se puede hacer con países que son insulares (pequeñas islas) como Chipre del Norte, Islas Vírgenes, Islas Marshall, Karibati, Micronesia, Tuvalu; estados pequeños de Europa: Vaticano, Liechtenstein, Mónaco, Andorra, San Marino (utilizan el Euro), estados de Europa Oriental: Montenegro y Kosovo (Euro, por sus intenciones de entrar a la UE).
MÁS INFO
El grupo de países más importante que adoptó el dólar se encuentra en Latinoamérica y está integrado por Panamá, que interviene el dólar y el balboa desde la construcción del canal interoceánico dominado por los Estados Unidos. También se destacan El Salvador y Ecuador, que dolarizó con alta inflación.
La suma de los PBI de los tres países latinoamericanos dolarizados alcanza a solo el 36% del PBI de Argentina, que se ubica entre los 25 primeros del mundo.
Destrucción del salario
El dilema entre reservas escasas y pasivos en constante crecimiento que enfrenta el BCR se refleja en el valor del dólar en el mercado local. Para dolarizar es necesario alcanzar un equilibrio entre ambos. Las opciones extremas son: elevar el tipo de cambio oficial que equilibre esa diferencia, sin aumentar las reservas, o incorporar reservas en una cantidad que la iguale con los pasivos, manteniendo sin cambios el tipo de cambio.
Los libertarios afirman que dolarizarían en base al tipo de cambio de mercado, el que identifican con la cotización de dólar Contado con Liquidación, que en septiembre estaba en torno a los $ 730. Esta afirmación, tendiente a mostrar un efecto neutro de la dolarización sobre los salarios, supone que los precios de los bienes están fijados con el dólar CCL.
Para el cálculo en la mejor opción de los libertarios se debería efectuar una devaluación del 52%. Esto implicaría una suba de similar magnitud en los precios de los alimentos y una baja real de los salarios.
Sin embargo, ese valor del dólar CCL no equilibra pasivos con reservas. El indicador teórico de equilibrio, es el denominado dólar sombra que calcula periódicamente el BCRA. El mismo alcanzaba en septiembre los $ 2.200, cifra que implicaría una devaluación 350% para los alimentos, siguiendo la medida en base al dólar implícito de la CBA, y claramente un enorme deterioro del salario real, vía el aumento de precios.
El dólar sombra sería un valor mínimo, debido a que se calcula con las reservas brutas del BCRA. Estas incluyen los depósitos en dólares de los ahorristas, que son de su propiedad, y los swaps chinos, que son préstamos del gobierno asiático y que no están disponibles sin su autorización. Si solo deducimos los depósitos de los ahorristas, sin alcanzar a las reservas de libre disponibilidad, el valor del dólar duplicaría al dólar sombra, registrando una devaluación adicional de igual magnitud.
Dolarizar con recomposición de reservas
Los comentarios o trascendidos del plan de dolarización de la derecha libertaria señalan que habría un fideicomiso que tomaría los bonos soberanos de Argentina, como el GD30, a la cotización actual, que es el 20% de su valor nominal. Este nos daría los dólares faltantes para comprar los pasivos del BCRA.
Aún no queda claro cuánto es el monto y si el mismo alcanza para dolarizar solo con las reservas del BCRA. En base a los montos de Leliq y Pasivos de septiembre, valuados en dólar al tipo de cambio oficial, las reservas necesarias para dolarizar sin devaluar ascenderían a 82.500 millones de dólares. "Si las evaluamos al CCL, que como ya fue señalado implicaría una devaluación, disminuirían a 40.000 millones de dólares", explicó Isepci.
Estos datos nos llevarían a un incremento que alcanzaría como mínimo y hasta superar los 180 mil millones de dólares estimados por algunos economistas, los que se suman al ya pesado crédito del FMI, tomado en el gobierno de Macri, de 40.000 mil millones. Se repitirían así maniobras de vender a bajo precio y endeudarse a uno alto.